Parte 5

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(Advertencia de angst!)

Una habitación infinita de color negro a una temperatura que congelaría a cualquiera, Brett no supo como llegó allí y lo único que se le ocurrió, fue que se trataba de un sueño, hizo lo mejor que pudo para no entrar en pánico y de todas maneras el frio no lo dejaba pensar, se frotó los brazos con ambas manos tratando de encontrar algo de calor. Intentó palpar algo como una pared, su intuición le decía que encontraría algún interruptor, pero no había nada a su alrededor, le sorprendía lo grande que era esa habitación, al punto de asustarlo, una especie de claustrofobia empezaba a invadirlo, pero se animaba a si mismo con: "esto es un sueño, estoy en un sueño. ¡Oh Dios! ¿Por qué Eddy no me está despertando?" y se detuvo en seco, pensando donde estaría Eddy, incluso donde estaba siquiera él mismo; aconteciendo lo que sería un parálisis de sueño o eso quería imaginar. Trató de recuperar el aliento, aquellos pensamientos lo agitaban y lo que menos podría hacer era eso... agitarse.

Una luz roja se encendió en algún punto lejano, no sabía ubicar el punto de procedencia, tal vez de arriba, pero aquella luz no era lo suficientemente fuerte como iluminar el lugar, sólo descubrió que alguien estuvo allí y aunque la distancia no era tan lejana, no pudo distinguir bien de quien se trataba.

— Asqueroso — resonó como eco en el lugar y supo quien era, no había forma de no reconocerlo.

— ¿Eddy?... — Dijo tratando de romper el silencio, un cierto temor lo invadió, pudo escuchar el eco resonar en el lugar, aterrizando en sus oídos, era confuso pero no necesitaba preguntar, no quería hacerlo, podía sentir a su mejor amigo enojado, la postura que la luz roja reflejaba era como las actuaciones de Eddy interpretando a Paganini en 'Sell Out' . 

— Brett, me traicionaste.— la frase que Eddy lanzó era como cuchillas para Brett, quien sabía que todo era un sueño, una pesadilla para ser más exactos, aun así no dolían menos.

— Eddy... yo.... — quiso buscar las palabras exactas, fracasando en el intento. Las lagrimas se anunciaban, siendo lo único cálido allí, el frio que jamás se detuvo empezaba a doler y su respiración empezaba a ser más difícil de mantener. 

— No Brett... No, omega. Tu utilizaste eso para jalar de mi, tan sucio. — Y ahí estaba el tono en la voz de Eddy, haciendo más fría la habitación que ya parecía bajo cero. Brett se encogió, no quería escuchar más, era una verdad de la que siempre se alejó. No era extraño para él, que demorara tanto en presentar su casta. Se convencía inútilmente de que sería un Alfa y bromeaba con que de seguro terminaría siendo beta. Y estaba allí, esa posibilidad, había leído al respecto, no demasiado, porque la idea le aterraba, tenía tanto miedo, vivía enamorado de su mejor amigo y aunque mostró una coraza inquebrantable, donde no había posibilidad con un hombre, a veces la idea jugaba con él, confesar su amor, ser correspondido y amar a Eddy por sobre todas las cosas, pero no como omega, no quería que aquello forzara a un Eddy que siempre cuidaba de Brett. Era justo lo que el Eddy de este sueño reclamaba, asqueroso, repugnante sucio y... una traición dolorosa. 

Brett se encogió más, ocultando su rostro en sus rodillas, abrazando sus piernas para sólo llorar, se sentía miserable, todo el trabajo por ocultar sus sentimientos, todo el trabajo por proteger a Eddy se vino abajo y sólo por manifestarse como omega, haciendo lo primero que se juró no hacer, entrar en celo y reclamar a Eddy.

Eddy se mantuvo en su lugar, no movió ni un sólo musculo, firme como una roca, como un iceberg que Brett iba a chocar y éste lo rompería y como si no fueran suficientes las palabras, el aroma de Eddy se hizo presente, aquel que lo invadió en aquel restaurante, aquel que lo reconfortó en su cuarto, ahora alejándolo, repudiándolo y exigiendo que no se acerqué. 

— Eddy... no... — Sollozaba Brett, suplicando que detuviera sus feromonas, estaban rompiéndolo, si era posible hacerlo aun más, empezaba a ver borroso, su respiración cada vez más agitada lo metían en un agujero aun más oscuro que aquella habitación. Su pulso disminuía y sentía que iba a perderse.

— ¡Brett! ¡Brett! ¡BRETT! ¡Mierda! — Una voz venía de atrás, lejana y casi inaudible. una voz agitada se asomaba en la oscuridad, pero Brett estaba destrozado, no había forma de pensar en una vida con Eddy odiándolo, incluso en sus tantos episodios de sobre pensar, imaginaba a un Eddy rechazándolo, pidiéndole seguir siendo los mejores amigos y él estaba dispuesto a aceptarlo. Pero no esto, nunca imaginó en ningún escenario a Eddy rompiendo su corazón en mil pedazos y no era su culpa, Brett estaba convencido, sólo repudiándose a si mismo y su casta, llenándolo de culpa y un dolor asfixiante. 

El llanto no se detuvo, ver a Eddy a lo lejos rechazándolo era más doloroso de lo que podía soportar, pero con algo de fuerza que no supo de donde obtuvo, gateo hacia el alfa, con una leve esperanza de ser perdonado al mostrar su condición, se trataba de Eddy, no arrojaría años de amistad por algo como esto, o eso era lo que pensaba, ya estando a media distancia, Eddy desapareció junto a aquella luz roja, dejándolo en la entera oscuridad. 

— ¡No! ¡Eddy! No me dejes, por favor... — rogaba, casi gritando, importándole menos el frio que lo estaba matando. El llanto como un bebé desahuciado resonó en todo la pared, era desgarrador, pero Brett estaba sólo y nada, ni nadie podría sacarlo de esa pesadilla. 

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