𝐂𝐚𝐩 𝟒

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En la mañana siguiente, luego de desayunar, fui a la habitación de cinco, toque la puerta hasta que un "pase" se escuchó del otro lado

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En la mañana siguiente, luego de desayunar, fui a la habitación de cinco, toque la puerta hasta que un "pase" se escuchó del otro lado.
Al entrar vi a cinco recostado en su cama con un libro en la mano, el cual dejó a un lado cuando me vio.

-hola —dijo observándome—

-hola, voy a salir y venia a preguntarte si querías acompañarme...

-a donde iremos? —preguntó levantándose de la cama—

-Al parque

Ambos salieron de la academia e iban charlando mientras caminaban hasta que llegaron al parque. Al llegar, ___ vió un puesto de helados.

-¿Quieres uno? —me preguntó cinco al ver donde estaba mirando—

Fuimos al puesto y ambos pedimos un cono de helado, luego nos quedamos sentados en el césped.

-No puedo creer que hayas pedido un helado de café —dije haciendo muecas—

-De que hablas? Es el mejor sabor que puede existir! —negué con la cabeza varías veces— lo probaste siquiera? —dijo levantando una ceja—

-claro que no y no pienso hacerlo

-tu te lo pierdes —dijo sonriendo mientras llevaba el helado a su boca—

Pasaron algunas semanas y cinco y yo continuamos hablando casi todos los días, ahora nos encontrábamos cenando papá ya había regresado.

-A partir de mañana retomarán los entrenamientos —dijo sin mirarnos, se levantó y se fue-

Al poco rato, cada uno de nosotros se fue a su habitación correspondiente. Era una noche helada, había empezado a nevar. Mi cuerpo temblaba, no podía conciliar el sueño con este frío. Sin hacer mucho ruido, me levante de mi cama y salí de la habitación para ir a la que se encontraba en frente.

—toque suavemente la puerta para no despertar a nadie— cinco...—dije bajo susurros

No pasó mucho tiempo hasta que la puerta se abrió.

-___? ¿Estás bien? —preguntó mientras se hacía a un lado para que pase—

-Me estoy congelando en mi habitación y quería preguntarte si tienes alguna cobija para darme porque en mi habitación no hay...

-Uhm déjame ver —dijo mientras revisaba los cajones del armario— No hay ninguna aquí, pero...—volteó a verme— si quieres puedes dormir acá...

-Estás seguro? Puedo ir a buscar en otro lado — le expliqué, no quería que se sintiese incómodo—

-Si, estoy seguro, no me molesta —decía mientras caminaba hacia su cama—

-Si te incomoda puedo recostarme en el sillón—le sugerí, al fin y al cabo, su habitación era mucho más cálida que la mía, iba a pasar menos frío aunque durmiera en el sofá—

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