𝐂𝐚𝐩 𝟏𝟐

1K 87 0
                                    

Cada vez nos encontrábamos más lejos del suelo, corrí mi vista ya que empezaba a  tener un poco de vértigo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cada vez nos encontrábamos más lejos del suelo, corrí mi vista ya que empezaba a  tener un poco de vértigo.

Cinco observaba atentamente todo el paisaje, pero dejó de hacerlo cuando sintió mi mirada sobre él.

-No puedo creer que nos hayas traído a un globo aerostático —dijo negando con la cabeza—

-Yo tampoco puedo creerlo...fue difícil pensar en algo que se asemeje a volar, pensé en que podríamos hacer paracaidismo—dije con una pequeña risa—

-¿Paracaidismo? —preguntó entre risas—

Continuamos el resto del viaje hablando y riendo de vez en cuando. La estábamos pasando realmente bien hasta que Cinco empezó a sentirse un tanto agitado.

-Siéntate —le dije pero se negó—

-Tranquila, es normal...ya se pasará —sonrió levemente sin despegar sus labios—

Asentí sin decir nada, solo dedicándole una sonrisa. Me dolía ver como poco a poco sus síntomas empezaban a hacer presencia, pero prefería no mostrar mi preocupación delante de él.

-Mira esa nube —señalé de repente rompiendo el silencio— parece un perro

-Y esa de allá parece un círculo —dijo siguiéndome la corriente—

-¿Un círculo? ¿En serio? —dije en tono burlón— necesitas más imaginación

-No lo creo, mírala, es exactamente un círculo —volvió a señalar con su dedo—

Estuvimos observando figuras en las nubes durante el resto del viaje, hasta que terminó nuestro tiempo de viaje y nos comenzaron a bajar.

Una vez abajo, caminamos hasta llegar a la academia. Nos tardamos un buen rato, estaba bastante lejos.

Al llegar entramos y choqué con un cuerpo.  Al elevar mi mirada sabia que iba a estar en problemas.

-¿Dónde estaban? —cuestionó con enojo—

-Solo salimos a caminar —dije rápidamente—

-Saben que no pueden salir y mucho menos tú número cinco —expresó aún más enfadado— no puedes estar fuera de la academia

Reginald continuo sermoneándonos y ninguno de los dos pronunció una palabra.

-¡Número cinco a tu habitación! Y tu —me miró—¡ al sótano por una semana!

-No puede estar ahí por una semana! —intervino Cinco—

-Ve a tu habitación, ella desobedeció y ahora cumplirá con su castigo

Es injusto! Yo tambien salí ¡debo ir yo también!

-Basta Número cinco, ya vete a tu habitación  o haré que se quede por un mes entero

Miré a cinco ladeando mi cabeza para que se vaya, el observó a Reginald soltó un suspiro enojado y se fue.

Luego de irse, Reginald me llevó al sótano mientras continuaba con su sermón. Al llegar, avisó que Grace traería mi comida y que en una semana podría salir, sin más cerró la puerta con llave.

En otro lugar, Cinco se encontraba insultando al aire en su habitación. Dejó de hablar cuando vió a alguien mirándolo desde la puerta.

-¿Estás bien? —preguntó Diego—

-Si —contestó fríamente—

-¿Qué pasó? ¿Y __? —dijo mirándome la habitación—

-En el sótano —respondió sentándose en la cama—

-¿Por cuánto tiempo? —alzó una ceja—

-Una semana —bufó el chico—

—Diego se mantuvo en silencio, no sabía que decirle— Puedes teletransportarte —sugirió—

-Papá me advirtió que si lo hacía la dejaría ahí durante más tiempo...

Ambos se mantuvieron en un silencio, Diego y Cinco no eran los hermanos más unidos, pero luego de que todos se enterasen de la enfermedad del chico acortaron esa distancia.

Al cabo de un rato Diego se estaba por ir sin antes decir algo que le daría una idea a número cinco.

-Una semana pasará rápido, por suerte saldrá antes de nuestro cumpleaños... —dijo para luego salir de la habitación—

Cinco había olvidado que dentro de unos días sería su cumpleaños. Sabía que Reginald no les dejaría hacer ningún tipo de festejo, pero quería darle un pequeño obsequio a ___, quien todo este tiempo estuvo acompañándolo.

[...]

El sótano era demasiado oscuro y frío. Mamá ya había traído mi comida, y ahora tenía que preparar el colchón en el que dormiría.

Estuve esperando durante un rato la aparición de Cinco, supuse que vendría como la última vez. Pero nunca llegó. Cerré mis ojos e intenté dormir lo cual se me hacía imposible.

[...]

Ya eran las tres de la madrugada, todos se habían dormido a excepción de número Cinco, quien se encontraba sentado en su cama con los ojos cerrados. Su respiración era rápida, sentía que le faltaba el aire y que su pecho era presionado.

Se mantuvo en esa posición hasta volver a dormirse.

[...]

Los días transcurrieron normal, ___ aún no había salido del sótano, mañana sería el día que saldría.

Cinco pasó estos días pensando que podría darle a ___ ya que no contaba con mucho dinero. Luego de un gran rato se le ocurrió una idea.

[...]

-Traje tu comida cariño —dijo Grace con su dulce voz, mientras me dejaba una bandeja con comida—

-Gracias mamá

-¿Necesitas que te traiga algo? —preguntó acercándose a la escalera—

-Mhm no gracias —Grace sonrió y estaba apunto de irse— ¿cómo está Cinco?

Todos los días mamá me contaba como se encontraba el chico, siempre decía que estaba bien y que estuvo tomando el medicamento todos los días.

-Se encuentra bien cariño —sonrió levemente— aunque le tendremos que aumentar la dosis de la medicación —mi cara se volvió seria— descuida el está bien, mañana ya lo podrás ver

Asentí levemente forzando una sonrisa, seguido a esto mamá se retiró. No me gustaba lo que dijo sobre aumentar la dosis, eso solo significaba que la enfermedad avanzaba.

Miles de pensamientos abundaban en mi mente, cada día que pasaba mi preocupación por Cinco crecía. Me preguntaba que es lo que estaría haciendo ahora.

Aquí te esperaré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora