4. Advertidos

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Habían pasado alrededor de veinte minutos desde que subimos, podía notar que la mayoría se conocía de antemano, las conversaciones aleatorias y las risas tiraban a un aire de reencuentro y emoción

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Habían pasado alrededor de veinte minutos desde que subimos, podía notar que la mayoría se conocía de antemano, las conversaciones aleatorias y las risas tiraban a un aire de reencuentro y emoción.

Uno de los adultos empezaba a tomar lista, sus atuendos eran del mismo tipo que Ariel, una especie de capucha que solo tapaba sus hombros y su cabeza, una musculosa ajustada de color violeta oscuro, pantalones marrones, y lo que más destaca de ellos son los brazaletes de grises con el grabado del símbolo VII en ellos.

—Escuchen —Golpea el suelo con su zapatilla para llamar la atención—. Algunos me habrán visto en sus clanes, para los que no, me presento.

Se quita la capucha dejando ver su cabello blanco peinado hacia atrás, sus ojos rasgados de un tono amarillo nos observan con detenimiento y su expresión seria hace que se me erice la piel al transmitir un aura bestial que pocos tienen. O es la primera vez que siento este tipo de sensación.

—Mi nombre es Jasy, líder de la guardia de la zona occidental —su voz grave y rasposa denota liderazgo— mi deber es mantenerlos a salvo hasta llegar a la región occidental perteneciente a la Academia, para eso solo hay dos reglas. La primera, nadie puede empezar una pelea y la segunda, no importa su estatus, tienen prohibido el uso de sus herencias.

—El incumplimiento de las reglas lleva consecuencias que deben asumir bajo su propio riesgo —continua su compañero—, y una de ellas puede ser la ejecución.

Su discurso fue motivador, morir antes de empezar, nadie quiere eso.

—Todos quedan advertidos —finalizó.

Jasy, Jasy, siento que ya escuché ese nombre.

—Mira que tenemos aquí —Alguien se sienta a mi lado, mi mente va recordando al escuchar esa voz—, pensé que me tomabas el pelo al decir que eras un Burdon.

—Ah —Lo miro con un tic en la ceja— ya recuerdo de donde lo escuché.

—¿Qué cosa? —pregunta con la ceja enarcada— ¿Tan mal te caigo para tener esa cara?

Lo alejo con mis manos, está demasiado cerca. Era ese perro, Ariel.

—¿Es tu padre? —indago al recordar su presentación.

—Hum pues padre no es, es el alfa, ya sabes lo normal —contesta y ambos miramos a mis hermanos—, es mi padre adoptivo y creo que el señor Burdon también tomó a alguien bajo su cuidado.

Lo miro intentando disimular la sorpresa, me dedica una sonrisa, casi puedo decir que sabe lo que pienso.

—¿Cómo… 

Marcados: Los secretos de la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora