27. La barrera de los Atalli

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El aire cargado de tensión y humedad persistía mientras avanzábamos a través del bosque

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El aire cargado de tensión y humedad persistía mientras avanzábamos a través del bosque. Aibek lideraba el grupo, mis pasos eran los más lentos, aun así, Ariel iba a mi lado. Tarres y Edén me seguían de cerca, pero mantenían distancia, no volteaban, viendo solo al peliblanco guiarnos. Eleonor cerraba la marcha, su mirada alerta, buscando cualquier señal de peligro. Su cabello no dejaba de desprender chispas, pero se evaporaban antes de llegar al suelo.

—Tenemos que movernos rápido —dije, mi voz baja, solo para que Ariel me escuche—. A mi paso no llegaremos antes del amanecer.

—¿Cómo estás tan seguro de que podemos confiar en esos luisones? —preguntó Eleonor, su ceño fruncido reflejando su escepticismo.

—Lo siento en mi —respondí—. Si queremos salir de aquí y salvar a la guardiana, debemos confiar en ellos. Yo confié en ustedes para todo esto, ahora confíen en mí.

Continuamos nuestra marcha, adentrándonos más en el bosque. Los árboles parecían cerrarse a nuestro alrededor, sus ramas forman un entramado oscuro que bloqueaba la luz de la luna. De repente, un murmullo se alzó en la distancia, como si el bosque mismo estuviera susurrando advertencias. Tengo un mal presentimiento.

—Estamos cerca —dijo Aibek, su voz grave y gutural me recuerda a Jasy—. Pero hay algo que deben saber.

—¿Qué es? —preguntó Tarres, su curiosidad supera su desconfianza.

—Los Atalli han erigido una barrera en el muro exterior de la Academia, debieron notarlo cuando llegaron el primer día —respondió el luisón—. Una barrera que solo puede ser atravesada con la ayuda de una sangre pura.

—¿Y cómo vamos a lograr eso? ¿Acaso no ven que no tenemos a ningún Atalli? —preguntó Edén deteniendo el paso al llegar al final del bosque.

—Rous Atalli los está esperando —responde Ariel al quitarse los brazaletes—. Ella es la única que puede ayudarnos a atravesar la barrera.

El nombre de Rous resonó en mi mente, trayendo consigo una mezcla de esperanza y temor. Sabía que Rous era poderosa, pero también sabía que su lealtad era incierta, después de todo, admitió frente a la clase su devoción a Jasy Jatere. No obstante, no teníamos otra opción.

Ele se coloco frente a Ariel, tomando su capucha para acercarlo a ella. Sus ojos enfurecidos y su cabello siempre la delatan.

—Si esto es una trampa —empieza y su mano esta al rojo vivo—, les prometo que voy a incendiar todo el maldito lugar, por todos mis ancestros, espero ardan en la luna.

—Creer en una Atalli es complicado, lo sabemos —menciona Aibek al desprenderse de sus brazaletes también.

—Ella nos buscó —agrega el moreno sin despegar la vista de su opresora—, ha estado entrando a la mente de Bastian estos días, ella lo sabe todo, desea escapar de las brujas...

Marcados: Los secretos de la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora