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La pequeña de once años arregló su bolso de Chanel, luego su negra bufanda y últimamente llevó las manos hacía su boca para intentar calentarlas un poco. Esa niña se creía mayor por su edad, pero verdaderamente era solamente una niña. Era simplemente una pequeña Sakura.

Ella miró su alrededor y terminó haciendo una mueca por tanto blanco. Sakura prefería el color verde esperanza, el sol y el calor. Sin embargo, todo lo que la rodeaba era pálido. Una densa capa de nieve cubría todo, desde la vegetación hasta el tejado de su casa. Y por si eso fuera poco, seguía nevando.

La pequeña en su andar por las calles mientras seguía la dirección que le dio su papá logró calentarse. Claramente que no era tan lejos, sino sus padres no le permitirían ir a píe.
La pelinegra se encontró una calle sola justo cuando estuvo enfrente a la sucursal Aoi que se había acabado de inaugurar en Corea. Iba a dar un paso dentro cuando fue empujada al suelo y cayó brutalmente sobre el pavimento.

Jadeó adolorida sintiendo el ardor en sus palmas y rodillas. Estas hacían sido usadas para evitar el golpe en su rostro y Sakura no tenía que mirar a los lugares adoloridos para saber qué estaban sangrando.

Su bolso lo perdió de vista hasta que alzó la mirada y a unos metros de ella había un chico corriendo con este encima. ¿Le habían robado?.

- ¡Oye, devuelvemelo!

Gritó histérica mientras empezaba a correr detrás de él. Sí le dolían las heridas porque sino ya lo habría pasado hace unas calles antes, sin embargo, aprovechó su agilidad para sacar el dolor de su mente y llegar hasta él. Saltó sobre él y cayó sobre el pecho masculino. Alzó la cabeza quedando cara a cara con su ladrón.

Ahí fue cuando vio al castaño por primera vez. Era otro pequeño de su edad. Vestido con ropas vagabundas, cabello despeinado y flacucho. A simple vista se notaba que no se había bañado hace un par de días. Pero lo que vio luego la dejó atómica:

- Lo siento – Le dijo aquel pequeño con lágrimas en los ojos.

Sakura lo miró mientras enaltecía una ceja. Lo tenía arrinconado, de hecho, estaba sobre él y tenía su puño a centímetros del rostro masculino. Casi lo había golpeado, pero lo único que la había detenido eran las lágrimas del muchacho.

Aquellas lágrimas no eran de cocodrilo. Eran lágrimas de dolor verdadero. Y el rostro de aquel niño era el rostro avergonzado de un pequeño al tener mala acción.

Sakura sabía que a ambos lados de las clases sociales se sufría. Lo mismo podías llorar en los arrabales que en un castillo. ¿Y si le robó porque no tenía para comer?. Él no parecía un niño que comía diariamente.

- Lo siento, por favor, perdoname.

Las súplicas de aquel castañito la afligieron lo suficiente para bajarse de él. Sin embargo, Sakura siempre fue muy curiosa. Y Sakura siempre quería saber más.

- ¿Por qué te disculpas?

- Yo... – El pequeño se sentó mirando a la curiosa niña – No quería robarte pero si no llevó dinero a casa mi papá... – Su aniñada voz se quebró, impidiéndole continuar.

-  Oye, oye, no llores – Le susurró afablemente.

Y antes de que el pequeño se diera cuenta se encontraba siendo envuelto por los brazos de la niña. Sin lugar a dudas Sakura siempre fue buena compartiendo afectivamente con las personas, pero para un pequeño que nunca había sentido cariño de ningún tipo, era algo realmente nuevo.

- ¿Cuál es tu nombre? – Inquirió ella mientras comenzaba a palparle la cabeza.

- Jungkook... – Respondió este mientras se enterraba en el hueco del cuello femenino y descubría el enorme placer que era estar entre sus brazos.

Lo que Sakura y Jungkook no sabían era que luego de esa revelación se convertirían en el todo del otro.

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La pequeña Sakura se llevó a Jungkook a su casa. Lo mandó a la ducha, le dio de comer y compró ropa nueva para que él vistiera. Los Aoi estuvieron de acuerdo con la estancia del muchacho, hasta hablaron con servicios sociales para quitarle la custodia al señor Jeon y adoptar a Kook. Los padres de Sakura aunque eran muy caritativos no lograron quitarle la custodia al señor Jeon hasta dos años después. Dos años enteros que fueron suficientes para reforzar los lazos de Sakura y Jungkook.

Sakura comenzó a ir todas las tardes a casa de Jungkook porque sabía que a esa hora se encontraba el señor Jeon y no quería dejar solo a Jungkook con ese monstruo de persona. Dejó de comer para ahorrar el dinero y dárselo al chico, claro que sin que este lo supiera. Le llevaba a comer a restaurantes de lujo para que no dejara de comer ningún día y le compraba ropa porque le encantaba verlo arreglo.
Sakura se enamoró de su mejor amigo a base de sus propios sacrificios.

Kook empezó a ir a la misma escuela de Sakura gracias a que los Aoi le pagaban los estudios, Kook comenzó a trabajar en una cafetería porque el tío de Sakura era el dueño y le dio empleo. Kook descubrió lo que significa el amor gracias a Sakura.
Kook se volvió una gran persona gracias a los sacrificios de su mejor amiga.

Ambos se volvieron el todo del otro.
Se complementaron de una forma perfecta.

- ¿Por qué te gusta tanto la nieve? – Le preguntó Jungkook a su amiga.

A ella le había empezado a gustar esa estación del año porque fue en el mismísimo clima invernal que lo conoció. Pero le había empezado a gustar de forma casi inconsciente, así es la mente humana, por lo que ni ella sabía que era gracias a él.
Sakura creía estúpidamente que el significado que ella misma le había dado a los copos de nieve eran la razón de que le gustaran.

- ¿Ves ese copo de nieve? Es diferente a todos los demás. Desigual a todos los que han caído y caerán. Es único. Pero para los ojos humanos que no ven más allá de lo de “a simple vista” es igual, y será de esa forma a no ser que lo veas a través del microscopio. ¿No te parece gracioso? Es exactamente como nos ven a nosotros. Siempre piensan que somos iguales cuando realmente todos somos una galaxia diferente, con planetas, estrellas, lunas y soles.

La explicación de la chica mientras sonreía dulcemente y apuntaba el copo de nieve que se había posado cual mariposa en su nariz, hicieron que el corazón de Kook se acelerara por primera vez.

Fue esa tonta sonrisa la que hizo que Kooki descubriera sus sentimientos por Sakura.

Pasó años en el anonimato de sentimientos, se cohibía pensando que su amiga amaba a alguien más, sentía su pecho dando un vuelco a los sentimientos cuando la tenía cerca, se frustraba con los pensamientos morbosos que surcaban su mente al pensar en Sakura solo para él, ¡hasta se buscó una novia falsa para intentar olvidarla!

Lo gracioso es que igual que Sakura, él se lo calló todo pensando en que eran sentimientos imposibles.

IMPOSSIBLE//Jeon Jungkook [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora