Capitulo 1: Volver a casa

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Volver a casa era lo único que Heungmin quería. Llevaba años queriendo volver a casa.

El auto de Cristian andaba por la avenida, a sólo unas pocas cuadras del edificio donde Heungmin vivía. Cuánto más se acercaban, más silencio el coreano guardaba. La noche anterior Heungmin había hecho lo posible por no ir a casa, incluso si eso era hablar con Cristian. No sabía por qué con él, ni por qué fue el primer número que pudo marcar en el teléfono público. El frío calaba su abrigo cuando llamó, cuando su aliento helado chocó contra el tubo. Sólo quería un poco de calor, un poco de su calor.

Cristian lo miró. Miró un par de veces. Rápido. Miraba. Volvía adelante. En la segunda vez, sonrió, con la cara pálida del frío que hacía la tarde siguiente a la nieve. Él mantenía su vista en el camino pero una mano no pudo evitar agarrar la suya, en medio del helado ambiente. Dos manos que buscaron calor entre ellas, una encima de la otra, se buscaron. Sintió la mano calientita del argentino y pensó, por un segundo, las diferencias entre los dos. Sus manos pequeñas, blancas y heladas bajo las de Cristian, morenas, envolviendo toda la suya.

—Estás helado— se quejó Cristian cuando separó ambas manos. Puso la suya encima de la palanca de cambios de nuevo. —¿Qué vas a hacer cuando llegués a la casa?—

—No lo sé— Heungmin respondió con una mueca. Dejó su mano encima de su muslo, esperando que la agarren de nuevo. Su otra mano, agarrando su cabeza, que se apoyaba en el vidrio. —Todavía no lo sé, Cristian—

Prefería este camino helado mil veces antes de volver a casa. Sabía que al abrir la puerta, tendría que afrontar la realidad.

—¿Todo bien?— preguntó Cristian.

Casi podía sentir el olor a Cristian. Ese perfume de mercado que tenía por toda la ropa. El olor a su casa. El gato que se subía en medio de la noche. Extrañaba su olor, aunque supiera que él sólo estaba mintiendo. Quería quedarse con él, no llegar a casa, que su olor mentiroso de mercado se quede impregnado en él hasta que le haga costumbre.

—Estoy bien— Le hizo una mueca, casi sonrisa.

Le agarró la mano de nuevo. Su pulgar canela se movía sobre su mano vainilla. Sus caricias eran tan lindas que casi podría decir que todo estaba bien. Casi.

Un manojo de sentimientos hacían remolino en su cabeza que sólo quería volver a casa. A su casa. No quería estar en el edificio en medio de la avenida porteña. No quería llegar al departamento. Quería ir a casa. Sus manos se apretaban como puños, tratando de controlarse.

El auto frenó frente a la casa.

—Bueno, ya estás— Cristian puso el freno de mano, teniendo las manos ocupadas en el auto. Una vez libre, notando esa cara de preocupación en cara de Heungmin, apoyó su mano en la mejilla del otro. —¿Está todo bien? ¿Seguro? ¿Dije algo que no tenía o...?— Se detuvo de golpe. Chasqueó la lengua. —Digo, digo, si dije otra boludez más. Vos entendés—

—No, no, sólo— Suspiro. Cristian le daba lindas caricias en su mejilla. —Nada— Hizo una sonrisa falsa. —Gracias por ayer—

Cristian se tomó sus segundos para responder. Heungmin lo vio ladear la cabeza y sonreír, tan bonito como la luz invernal del mediodía-tarde podía dejarlo.

—No podés ser tan lindo— Murmuró bajito, relamiéndose los labios. Se aclaró la garganta, como volviendo en sí, todavía sonriendo como un tonto. —Llamame cualquier cosa, ¿está bien, lindo?—

Heungmin asintió.
—Está bien—

—Chau—

Fue un segundo. Ni siquiera lo dudó. Los brazos de Heungmin atraparon a Cristian. Rodeó sus brazos en él, atrayéndolo a él lo máximo que la palanca de cambios le permitió. Enredado en su cuerpo, se ocultó en él, buscando ese perfume olor a casa. No quería oírlo decir mentiras, sólo quería sentir sus brazos abrazándolo también. Quería sus mimos en el pelo, su beso encima de su sien, de sus mejillas, que le consolaban sin decir nada. Sólo quería eso.

Friday (You're in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora