Capitulo 6: La radio

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El lunes se prendía junto a la radio.

Unas manos se fregaron, buscando calor, en la fría casa que alquilaba mientras prendía la pava.

Otras, se agarraban a la taza humeante de café, bostezando antes de sorber.

Su pava calentaba, uno, escuchaba la radio: se reía de los chistes del locutor.

Se rió del chiste y del ánimo del hombre de la radio, otro, mientras leía de ojeada, sin agarrar, el diario recién comprado.

El lunes se prendía con la radio.

Uno y el otro, el lunes, después de un fin de semana sin verse. Un raro fin de semana, lleno de incertidumbres que sólo crecían más y más. Palabras que no se dijeron. Un fin de semana que no se vieron. El cielo nublado tapaba el sol de la mañana entre cortinas heladas y un viento que hacía sonar la copa de los árboles.

Era una nueva semana, pero las palabras seguían atascadas en la garganta.

"Tráfico en Panamericana camino a Ciudad De Buenos Aires. Optá por rutas alternas porque está movidita la ciudad hoy. Quince minutos para las nueve en toda la República Argentina: vamos con los títulos de hoy" comentó el locutor de la mañana.

Cristian casi escupió el mate. Cazó sus cosas, corriendo de acá para allá, y se apuró, porque estaba llegando tarde al trabajo. Se puso el saco de la oficina sólo porque tenía frío mientras viajaba en el auto apurado por la avenida.

Llegó al trabajo con apuro, casi corriendo por los pasillos, saludando por arriba a todos. Recursos humanos, un compañero, saluda, una escalera hasta llegar a la oficina que quedaba frente al final de la escalera del piso dos.

Lisandro tomaba mates, solo, mirando la computadora. Lo miró llegar sin mucha sorpresa, volviendo después al monitor. Entonces, lo miró de vuelta y se le abrieron los ojos, como si se hubiese acordado de algo. Cristian estaba confundido. Lisandro se ahogaba con el mate.

—Buen día— saludó a su compañero —. ¿Todo bien?—

—Estaba caliente— Mentira. Lisandro tosía y no se podía componer para hablar.

Cristian apoyó su mochila encima del escritorio y no dijo nada. Lisandro trataba de recomponerse, mientras, golpeándose el pecho. Un último suspiro le hizo darse cuenta que estaba mejor. Tal vez debería haberle golpeado la espalda para ayudarlo, pero no hizo nada.

—Hoy el tarado de tu amigo me dejó la yerba trucha esa— se quejaba Lisandro mirando el mate, molesto —. Se lava a los dos mates— Ruido de mate. Ese era el último sorbo que tenía. Entonces, se rió antes de decir la tontería que se le ocurrió: —Tiene más polvo que vos esto—

Cristian lo ignoró. Bueno, al menos, hasta que entendió.

—Bue, callate— entendió.

—Te estoy jodiendo— El ruido del termo de Lisandro sirviendo era un ruido que estaba acostumbrado a escuchar a la mañana. —¿Mate?—

—Se lava más que vos eso— Se la devolvió.

—¿No querés? Listo, mejor—

Se rieron los dos. Era lo mejor que podían hacer para empezar la jornada.

Sus risas volvían a callarse cuando veían pasar a Nahuel dentro de la oficina, dejando los papeles del día encima del escritorio más cercano, saludaba incómodo y se iba. Sabían que ahí debían empezar a enseriarse, quizás porque era raro recordar que estaban trabajando con él aún.

Friday (You're in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora