Capitulo 5: Chocolate

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El ruido del local quedó tapado cuando Heungmin perdió su mirada en el chocolate que tenía en mano. No sabía qué hacer con él. Era un regalito de parte de Pedro. Si veía para afuera, estaba él, de vez en cuando, echándole una que otra miradita y una sonrisita. El martes pasado ya había llegado a saludarlo con un abrazo. Si Mingyu hubiese estado ahí estaría lleno de preguntas.

Ahora Mingyu le quedaba mirando cuando notó el regalito de su amigo. Levantó los hombros en respuesta. Fue suficiente para que siga trabajando.

Sólo por ser viernes, el tío le perdonaba unos descansitos.

Miró el paquete violeta, no muy convencido. Pedro no le había dejado negarse a agarrarlo. Heungmin quiso decirle que no, quiso decirle, pero Pedro era español, no se dejaba negar un regalo y hablaba perfectamente su idioma. No le pasaba como a Heungmin que se traba al hablar porque no se acuerda una palabra o porque una palabra es difícil de decir. Lo interrumpió todo lo que pudo y le dejó el chocolate en la mano.

Algo así pasó cuando le abrazó el martes, que trató de explicarle que no estaba acostumbrado a tanto cariño. No iba a negar que Pedro tenía un perfume rico, pero no, no era necesario.

Ahora el chocolate, que, chocolate por la noticia: no le gustaba.

Quizás debería devolverlo, si es que Pedro le dejaba tiempo a explicarse, porque hablaba, hablaba y hablaba mucho. Tanto que Heungmin ni siquiera podía contestar.

El chocolate, nada, ahí estaba. Quizás se lo dé a guesung, si es que aparecía, porque se había ido hacía dos días. El tío Mingyu se veía estresado por eso.

Heungmin no se preocupaba, tenía cosas más importantes para estresarse. Ni siquiera se dignó a ir a la biblioteca y dejó la carrera a medio ser. Era demasiado cargar con su tío, con Guesung escapándose y Cristian, Cristian, Cristian una y otra vez.

Pedro podía ser lindo, tener rico perfume y hacerle regalos, pero Cristian era otra cosa. Cada vez que se acordaba de él, de sus toquecitos, de su olorcito, de sus besos, de su miradita acaramelada... Apretaba los puños porque las cosquillas que le generaban eran casi incontrolables. Lo sacaban de la estabilidad.

De sólo pensar que estaba viniendo en camino, lo ponía nervioso. Prefirió fingir que se interesaba en el chocolate, que estaba perdido en su mente, porque ya no sabía qué estaba sintiendo. Se sentía perdido.

Si sólo estaba frustrado, ¿por qué no era lo mismo con otro, que, encima, le regalaba chocolate?

—Odio el chocolate— Se aclaró a sí mismo casi en voz alta.

Suspiró. Se ocultó en sus brazos, frustrado, porque eso era todo lo que sentía. Y algo más.

Cristian tenía razón, la adultez es una edad en la que uno no se puede entender a sí mismo. Levantó la cabeza de la mesa e hizo un puchero, como si eso pudiese explicar todo el remolino mental que tenía.

Recordó los ojitos endulzados que Cristian le hacía y sonrió, borrando toda su molestia de la cara. Heungmin entendió, entonces, que Cristian era distinto porque estaba enamorado de él.

Cristian de él, pero ¿él de Cristian?

Miró a Pedro por la ventana y, cuando notó que también le estaba mirando en medio del partido, le hizo una mueca rápida que vendió por sonrisa.

Había muchas que aclarar si quería decir que Cristian era correspondido.

Después, quizás, cuando tío Mingyu no esté tan encima de su vida, cuando tenga otro de sus viajes o cuando se digne a ser menos metiche.

—Heungmin-ah, ¿quién es tu amigo?— Casi bufa al escuchar la voz de su tío, explicando exactamente lo que estaba pensando.

—No tengo amigos, tío Gyu— Le dijo sin mucho interés, sin siquiera mirar al tío. Seguía mirando afuera, ahora a cualquier lugar, sólo para perderlo de vista.

Friday (You're in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora