Capitulo 18: Uniforme, parte uno

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"¡Gyeongnye!"
Exclamó el sargento.

Los novatos del pelotón pusieron sus manos en saludo. Algunas miradas eran filosas, otras, un poco más suaves, como las del soldado que había entrado el mes pasado. Todavía sus piernas temblaban ante el frío debajo de su ropa de camuflaje. Su mano recta en la frente todavía titubeaba. El sargento Yang se paró frente suyo, tan filoso y duro como podía serlo después de tantos años sirviendo.

—¿Qué es lo que le dije, soldado?— Escupió, sin parpadear.

—Lo siento—

—¿¡Qué es lo que le dije, soldado!? No le dije que pida disculpas— Sus ojos se posaron frente al jovencito de

Heungmin suspiró, sentía sus piernas fallar en cualquier momento. No podía aguantar este tormento un segundo más. Cerró los ojos, tratando de acomodar sus palabras ante el silencio atento de los demás soldados, pero no podía, Heungmin no podía. Cuando los abrió tenía los ojos insensibles del sargento Yang encima de él. Sabía que nada bueno podía pasar.

—Usted hará tiempo extra, soldado Son— Se iba con las manos detrás de la espalda. —Los demás, recuerden descansar. Sus seres queridos vendrán a visitarlos mañana y no querrán encontrarlos mal dormidos—

El frío de la mañana calaba el pobre uniforme que comenzaba a odiar.

El servicio militar era difícil. Desde que llegó sabía que esto no era lo suyo. Apenas tenía 18 años y su fuerza no se había desarrollado o eso creía. No aguantaba los entrenamientos, los gritos, ni mucho menos esa trompeta que sonaba cada mañana cuando despertaba. era una alarma que odiaría por el resto de su vida. Tampoco aguantaba la voz estridente del sargento Yang que lo perseguía todos y cada uno de los días, cada vez que entrenaba. Ese griterío con voz gruesa era difícil de soportar. Heungmin se sentía apurado, como si cada paso suyo fuese un grito del sargento pidiéndole tres más. Aún faltaban varios meses para irse.

Cuando la jornada terminó las manos de Heungmin temblaban y no sabía si de frío o de nerviosismo. Mientras sus compañeros se iban a cenar, Heungmin veía la noche caer en el campo de entrenamiento. Tenía que hacer sus horas extras.

El sargento Yang lo miró de nuevo con sus ojos afilados en medio de la poca luz que el atardecer les daba. Heungmin se sentía pequeño en medio del campo de entrenamiento y en presencia de Yang. Casi bajaba la cabeza hasta que el sargento llamó su atención.

—Si no se adapta, soldado, lo comerán vivo— Los suaves ojos de Heungmin sólo podían aguantar los filosos. —Este es el momento de demostrar cuánto ha crecido— A pesar de todo, había una pizca de suavidad en sus palabras. —¿Su tío no le enseñó a ser hombre? Él me ha dicho que le llenarias de orgullo—

Heungmin no sabía qué responder. Sólo bajó la mirada.

Yang suspiró.
—Harás patrullaje. Lo harás hasta que aprendas a adaptarte, Heungmin— Oír su nombre en la boca del sargento le llamó la atención, volviendo a mirarlo. —Ve a buscar al sargento del otro pelotón. Está en...—

—Puerta seis— completó sin querer. Su mirada se enserió. —Del otro lado del campo—

Otra vez se miraron, ahora, sabiendo que algo estaba mal.

Heungmin caminó por los oscuros caminos del campo. Sólo pocas luces iluminaban el cemento y los monumentos que se mantenían por ahí. Podía ver las canchas de entrenamiento, las máquinas y obstáculos de ejercicios. También las luces de los búnker de distintos pelotones iluminaban su camino.

—¿Vas a la puerta seis, compañero?—

Una voz llamó su atención en medio de tanto silencio. Por primera vez, una voz que no lo apuraba, sino que hablaba con la paz que esa noche ameritaba.

Friday (You're in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora