Capítulo 28: Detener el mundo, parte uno

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—Mirá cómo vuelve el perro arrepentido.

Rodrigo reconocía esa cara de pobrecito. Lo había visto tantas veces que ya sabía el baile de memoria. Ahora le devolvería el billete y reclamaría. Atajó a no reírse. Sólo lo miró.

—Está más caro el ciber ahora. —Ahí estaba el reclamo de Alejo.

Rodrigo reclamó buscando en su bolsillo la billetera. Él, que estaba frente a este, agradeció que interrumpa el ambiente. Ayudó para tomar un poco de coraje. Pensó que no volvería, pero lo hizo, sólo para decir:

—Karen quiere volver a Córdoba.

Cristian ya no pudo aguantar hasta que Alejo entre dentro del local. Lo soltó, como perro rabioso. Los ojos de Rodrigo se abrieron amplios y ni siquiera había terminado de guardar la billetera. Dos hombres parados en la esquina, ahí frente a la puerta del locutorio, embarrados de un silencio chasqueante. Rodrigo acomodó sus palabras en una risa.

—¿Y? —respondió. Un silencio. —Vos no vas.

La risa confundida de Rodrigo se borró completamente.

—Vos no vas, ¿no? —Pausas marcaban la seriedad de su voz.

—No sé.

Cristian sintió cada movimiento de cabeza, esa que negaba y decepcionaba, como un pequeño golpe en su cuerpo. Lo vio cruzarse de brazos y apretó los labios, porque quizá no debería haberlo dicho. Bajó la cabeza, levantó, suspiró con nerviosismo.

—Entendeme también vos. —Se empezó a defender el moreno. Sus ojos se clavaban en el piso, perdidos. —No es fácil. Si fuera por mí, me quedaría.

—¿Y por quién es entonces?

Rodrigo parece que se lo hubiera reclamado, como si fuera un ataqur directo a su persona. Los ojos fijos del uruguayo se clavaban en él, buscaba lastimar o tan sólo defenderse. Cristian no pudo aguantar la mirada mucho tiempo. Miró el movimiento en el ciber.

—Decime por quién es entonces, Cuti —escupió Rodrigo —. Aja, es por ella, ¿no? Es por tu señora.

Cabizbajo, murmuró.
—No es por ella.

—No empecés —marcó sílaba por sílaba —, no empecés que es por Valen porque te reviento contra el vidrio.

—No es eso.

—¿Qué te ata a esa, entonces? Decime qué te ata porque yo no entiendo.

—Lolo, cortala.

—¡Pero decime!

—¡Todo me ata! ¡Todo! —Cristian explotó. Un par de personas pasaban por el lado soleado de la calle pero se sentía tan ajeno a él que no le importó levantar la voz. —¿Vos sabés lo que es? —Su mirada era la que buscaba defenderse ahora. —Llegar a la casa y estar solo ¡solo! Que no tengas ni una razón para pasar la tarde. —Bajó la voz, de a poco. —Cumplir años y pensar qué carajo hiciste y verte solo.

Rodrigo mantenía la mirada. Cristian parecía transparente por primera vez.

—Ir al colegio y que tus amigos te dejen solo porque no sos como ellos.

El silencio cayó como una piedra pesada sobre ellos. El ruido de la tarde porteña movía un poco el ambiente como un reloj de fondo.

—Que la semana pase y estés... solo.

Rodrigo volvió a mirar a Cristian. No podía cruzar miradas con él. Juró ver que el cordobés estaba a punto de llorar.

—No quiero seguir fingiendo, la verdad. Pero me da tanto miedo volver a estar solo. Imaginate, solo, lejos de casa.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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Friday (You're in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora