Capitulo 19: Uniforme, parte dos

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"¡Sáquese las manos del bolsillo, Martinez!"
Exclamó la preceptora cuando formaban frente a la bandera.

Lautaro estaba al frente suyo, sólo porque era un poquito más bajito que él. Le estiró el guardapolvo, oyendo la risita de su compañero de clases. La preceptora lo miró y volvió a formar derechito en la fila de varones. Su pelo brillante por el gel, su guardapolvo arrugado porque hace meses que no lo planchaba y manchado con lapicera azul.

La bandera celeste y blanca se izaba en lo alto del cielo mañanero, como todos los días, con los estudiantes cabeza alta mirándola subir. Excepto él que miraba la nuca de Lautaro frente suyo, como si no tuviera horas para verlo. Cristian sonrió suavecito. Hoy se iba a sentar con él.

En el '98 la escuela secundaria no era obligatoria pero Cristian deseaba tener un futuro. Estaba cerca de egresar como perito mercantil. Fueron cinco difíciles años, pero lo valían. Sus amigos con los que jugaba a la pelota los conoció en el colegio. Todos del barrio. Iban juntos a casa y hacían tonterías en el salón. Lauti no, él era más tranquilo. Capaz porque venía de Buenos Aires, por eso olía rico y tenía ropa linda. Casi tan linda como la de Paulo.

Cristian tenía muchas preguntas sobre su compañero, Lautaro. A veces se preguntaba cosas mirándolo toda la clase. Se le iba la cabeza mirándolo.

—Eh, Cris, agarramos el asiento de atrás— Le dijo Lautaro sin voltear, sólo para no llamar la atención de la preceptora.

La fila avanzaba al salón mientras Cristian pensaba en agarrar el banco de atrás. Cazó la mano de Lautaro con la excusa de no perderse, separarse de él. Lautaro era más tranquilo; le gustaba abrazarse y agarrar las manos, no como su mejor amigo, Paulo, que se la pasaba a las piñas.

Y hoy, lo tenía para él, todo el día.

Se sentaron juntos en la mesa del fondo. Lautaro apoyó su cabeza en el hombro de Cristian y, así, vieron entrar a la profesora de la primera hora. Atrás de ella, la preceptora Mirta. Con sólo mirarlos fue suficiente para separarlos. Ella negaba con la cabeza.

—Siéntese bien en el banco, por favor, Martinez— Apoyó con fuerza la carpeta con nombres de los alumnos. Iba a pasar lista. —Romero, ¿trajo lo de cooperadora?—

Cristian se acomodó en el banco, por las dudas.
—No, preceptora—

Lo miró por encima de los lentes y, de nuevo, negó con la cabeza. "La semana que viene sin falta" murmuró, pero en el silencio del salón se pudo oír claramente. Lautaro y Cristian se miraron con un serio semblante.

La profesora empezaba a anotar en el pizarrón mientras los apellidos de los alumnos sonaban en la voz de la preceptora. Se daba el presente. La tiza rayaba el pizarrón. Un par de murmullos eran acallados con chistos que soltaba la preceptora. Todo el ambiente se cayó abajo cuando un estruendo abrió la puerta. La preceptora lo miró y ni se mosqueó, solo mantenía su mirada estoica que con esos ojos filosos vigilaba los movimientos del recién llegado.

Guardapolvo mal arreglado, pelo despeinado y ojos claros. Cristian creyó que no iba a llegar.

—¿Qué le pasó a Paulo?— le preguntó Lautaro en un murmullo que apenas oyó.

—No sé— respondió Cristian.

Le dió terror ver cómo le cambió la cara a Paulo cuando notó que Cristian no lo esperó. Realmente esperaba que el recreo no llegara.

—Apellido— dijo la preceptora.

—Dybala, Paulo— Dejó caer su mochila encima del primer banco que encontró vacío.

Pero llegó.

En el patio sus compañeros compraban en el kiosco. Cristian sentado en el pasto y Paulo jugaba con las piedras, en ese silencio incómodo que sabía que se iba a generar. Paulo venía molesto desde la semana pasada. Lo sabía. Lo sabía bien.

Friday (You're in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora