Capítulo 13. La curiosidad mató al gato

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Shen Jiu era lo suficientemente listo como para no dejarse llevar por las ideas disparatadas de una mujer queriendo reclamar venganza contra aquel que la había perjudicado. Más aún si resultaba que dicha mujer tenía la osadía de suponer que había un impostor al lado de Shen Jiu.

Lo cual, no era posible, ¿Impostor? ¿Cómo luce un impostor? Claramente si fuera un mundo parecido a una tal novela mágica, tener un hechizo o una poción era más que suficiente para ser un impostor. Por otro lado, si el mundo de Shen Jiu fuera uno donde hubiera cultivadores entrenados a niveles estratosféricos sería bueno poseer alguna de esas máscaras que lucían tan efectivas hasta para lidiar con los amigos. Incluso, y en el descomunal caso de que viviera en un lugar rodeado de naves espaciales repletas de enemigos con abultados cascos, solo bastaba para mantener la protección en la cabeza, por más aparatosa que esta fuera y fingir ser uno de los objetivos. No es como si estuviera esperando una producción al estilo Hollywood, de espías y esa porquería, pero cuando pensaba en impostores, Shen Jiu solía creer que la cosa debería ser más grande y trabajada.

No esperaba que en su mundo pudiera haber un impostor que hubiera cambiado de lugar en menos de un mes y poder adaptarse a ello. Por no mencionar que mínimo debería tener la apariencia de quién pensaba duplicar, lo que de por sí, ya era complicado. Luo BingHe no tenía gemelos, ¿Cómo podía alguien transfigurarse a sí mismo hasta el punto de ser identifico? Ni siquiera la ciencia había llegado al punto de la duplicación exitosa y permanente. Sobre todo eso último.

Y si seguía la teoría al pie de la letra, un impostor era una persona que se hacía pasar por alguien más. Lo cual, no tenía lógica. Luo BingHe era Luo BingHe desde antes de nacer, desde el momento en que sus padres planearon su nombre, desde ahí, BingHe era el mismo. Genéticamente hablando, por lo menos, el ser humano experimentaba numerosos cambios en su organismo a lo largo de su vida. Así que, ¿Cómo diablos se puede hablar de impostores cuando era obvio que Luo BingHe no estaba pretendiendo ser alguien más que él mismo? Era tan estúpida la supuesta teoría de esa demente mujer que Shen Jiu hizo su mayor esfuerzo por no escupir una bocanada de sangre en respuesta a su ira influenciada por la falta de lógica y sensatez.

Lo único bueno, si es que llegaba a ese nivel, era que le había proporcionado más información sobre BingHe. Aunque para ser honestos, no era fuera del otro mundo, Shen Jiu había logrado más con el investigador privado que había contratado; claro que había que admitir que Sha Hualing solo estaba haciendo eso desde una mira prejuiciosa. No era objetiva y nadie le estaba pagando por ello en consideración de su reciente despido del trabajo. Estaba desesperada y hacía todo lo que podía para 'desenmascarar' a Luo BingHe, el responsable de todas sus desgracias. Patético.

Solo por eso, Shen Jiu decidió poner en tela de juicio todo lo que le había dicho. No se fiaba ni por un segundo que nada de lo dicho fuera real y si quería descubrir la verdad no le quedaba de otra más que investigar por su cuenta. Sorprendentemente no era ninguna molestia tener que ocupar su tiempo libre en una investigación de ese calibre, hasta podía decir que estaba feliz de no estar ocioso.

No obstante y pensándolo en detalle, no había razón alguna más que un mórbido sentimiento el que lo impulsaba a hacer algo tan escandaloso como para investigar a alguien a tal profundidad. Había una irritante sensación de querer limpiar el nombre de Luo BingHe que resultaba estresante pensar en ello. Más aún cuando Shen Jiu había sido uno de los primeros en sospechar de él.

De diez palabras dichas por BingHe, solo una se le podía creer y eso si leía entre líneas. Por lo demás todo se trataba de una insulsa mentira. Uno podía pensar que dada la tendencia de Shen Jiu a refutar todo lo que BingHe decía, haría que estuviera más inclinado a creerle a Sha Hualing ahora que proclamaba a Luo BingHe como un impostor. Nadie más que Shen Jiu podía estar tan de acuerdo con eso, teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que habían estado juntos y las múltiples interacciones compartidas. Shen Jiu debería saber la diferencia y decir maldita sea, es cierto.

Pero no.

Tenía la solución y el apoyo de otra persona y lo único que hacía era cuestionar a dicha persona. Como si no estuviera esperando eso durante casi cinco largos meses. Qué ironía.

Si me faltas tú [BingJiu][Completa].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora