Capítulo 18. ¿Qué será de mí?

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A la mañana siguiente cuando Shen Jiu despertó, se encontró con el otro lado de la cama vacío.

Frío.

Sus ojos parpadearon varias veces para acostumbrarse a la iluminación, su mano se estiró con la esperanza de sentir el cuerpo de Luo BingHe.

Pero no estaba. Se había ido.

Y a juzgar por la frialdad en el colchón, había sido hace un par de horas atrás. Se incorporó en la cama y miró por toda la habitación con el ceño fruncido por tener que forzar tanto la vista. El escritorio estaba vacío, la alfombra no tenía nada y la puerta estaba cerrada. Con pesadez bajó de la cama y salió de la habitación para ir al baño.

Pensó que tendría que hacer fila, no fue necesaria porque no había nadie.

Ya más despierto, se talló los ojos y bajó las escaleras de dos en dos. Su corazón yendo más rápido de lo normal, ya sea por la situación o por ir a tal velocidad. Cuando llegó a la cocina notó que las luces estaban apagadas, la estufa sin señales de calor y todo el piso lleno de objetos inanimados.

"¿BingHe?" Su voz salió ronca y rasposa. Tragó saliva para mojarse la garganta y volver a preguntar. "¿Luo BingHe?"

El silencio le respondió.

No estaba dispuesto a dejar que su habitual paranoia hiciera de las suyas, así que de un vistazo más volvió a subir para empezar a prepararse. No hizo la cama con la esperanza de que cuando Luo BingHe regresara de dónde había ido, volviera a recostarse. Siempre lo hacía. Se fue a bañar y se cambió de ropa.

Bajó ya listo y fue al refrigerador solo para encontrar que hoy no había almuerzo.

Ayer Luo BingHe se había visto más cansado de lo normal por lo que no le sorprendió que no hubiera hecho nada. Por no mencionar que le había dicho que no cocinó. Salió de su casa y llegó al trabajo con las tripas gruñendo a un insano volumen.

Ya se había acostumbrado a desayunar y ahora le dolería mucho el estómago si no respetaba los horarios. Tan pronto llegó, corrió a la cafetería por lo que sea que vendieran a esa hora.

Si Shen Jiu no hubiera mermado tanto la relación con Yue Qingyuan, podría ir y robarle un poco de sus provisiones, ahora no podía hacer eso porque a cambio de comida él querría información de lo que le estaba pasando. Shen Jiu no estaba dispuesto a contarle nada, así que se conformó con un emparedado de queso y un café grasoso.

Su cuerpo sintió repulsión de solo verlo, hace un tiempo que podía comer ese tipo de cosas sin saborearlas. Luo BingHe lo había consentido demasiado.

Shen Jiu dio un mordisco al emparedado, el pan se le pegó al paladar y el queso aunque en forma, sabía salado y lechoso. El café era tan insípido, con apenas unos cuantos gramos de café y azúcar. Shen Jiu se forzó a comer, la verdad es que de un mordisco más decidió tirar la comida y seguir su día.

Las clases fueron buenas. Y con buenas se refería a que los estudiantes fueron diligentes en sus tareas. Shen Jiu estaba satisfecho de empezar el año de ese modo.

Sin Yue Qingyuan rondando a su alrededor, la escuela se sentía fúnebre y aburrida, lo extrañaba ¿y cómo no? Era su hermano. Shang Qinghua estaba más ocupado que nunca con los detalles finales de su novela, incluso si tuviera tiempo libre, Shen Jiu no querría estar con él. No sabía qué había pasado, pero más o menos podía imaginar que las cosas con su vecino no habían salido bien o por lo menos, se había ido como Shang Qinghua le había dicho. Su cara se veía demacrada y más pálida que otras veces, tenía unas terribles ojeras debajo de los ojos que le daban el aspecto de estar gravemente enfermo.

No lo estaba. Si acaso estaba muriendo muy lento de algo llamado amor.

Shen Jiu no creía que alguien pudiera morir de amor, de depresión tal vez. Además, no había sido tan insensible como para preguntarle pero habría sido un desperdicio si Shang Qinghua no le pedía su dirección o si no le preguntaba si cambiaría su número telefónico. Las cosas ya iban hasta ese punto, ¿Por qué no seguir comunicados? No podrían desarrollar una relación de la talla que ambos querían pero mínimo sabrían de la vida del otro.

No suficiente pero si ayudaba al corazón.

Estuvo muy tentado a satisfacer su curiosidad a costa de su amigo. No lo hizo, se conformó con mirarlo suspirar a lo lejos.

Definitivamente el vecino de Shang Qinghua se había ido.

Shen Jiu quiso sentirse mal por ellos, pero la verdad es que ni siquiera sabía el nombre del vecino. Solo conocía pequeños fragmentos de su historia que de vez en cuando Shang Qinghua le contaba, de ahí en fuera, no sabía nada más.

Hoy salía una hora más temprano, no tardó en empacar sus pertenencias y salir volando. Se había mentalizado para no preocuparse durante el día, o por lo menos no ser tan obvio respecto a eso. Para ser honestos se sentía de mal humor, ansioso y más arisco de lo habitual. Luo BingHe había desaparecido por la mañana sin ningún mensaje o nota y Shen Jiu no quería ser paranoico, pero la última vez que algo así pasó no volvió a ver a Luo BingHe hasta un mes después y eso no fue un golpe de suerte. No. Fue porque Shen Jiu se estaba muriendo, solo ahí él otro se mostró.

Si me faltas tú [BingJiu][Completa].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora