Los tres días que le siguieron estuvieron preñados por una irresistible quietud que hacía pensar a las personas que no era posible que hace tan poco días, hubiera habido una tormenta de nieve. Parecía al Julio que todos conocían. Agosto pintaba con buena cara a la rabieta que Julio había hecho por un mal cálculo. Los días estaban bañadas por un suave calor y las tardes se refrescaban por una briza gentil, a veces llegando a una pequeña lluvia que servía para humedecer la contaminación en la ciudad. Shen Jiu, a escasos días del periodo de exámenes, estaba más relajado de lo que solía estar en esas fechas; incluso tuvo el tiempo de tener una cita a ciegas con una joven de sonrisa amable.
En la humilde opinión de Shen Jiu, la cita había sido todo lo que él esperaba de una cita. La joven que lo acompañó resultó ser una mujer muy madura y de una implacable línea de pensamiento, muy acorde a sus gustos, de hecho, tuvo la repentina revelación de proponer una segunda cita. Lo cual, en una persona como él, era tan extraño como decir que los cielos habían empezado a llover agua roja y los cerdos a escalar árboles. Era la primera vez que hacía algo como eso.
Liu Mingyan. Ese era su nombre.
Una hermosa mujer que haría a cualquiera pensar que alguien así, no necesitaría de una cita a ciegas para conseguir pareja. Pero ahí estaba ella, cenando en un restaurante al lado de Shen Jiu. Riendo suavemente de algo que acaba de decir él y pensando que había sido una fortuna encontrarse a tal persona. La escena era muy agradable de ver: dos espécimen humanos que sobrepasaban la media de belleza, con rasgos estereotipados y conversaciones armoniosas.
La noche en la que cenaban, era cálida y apacible, no parecía que hace tan solo una semana estuviera nevando con toda la fuerza de los cielos.
Sin embargo, mientras eso pasaba en lado oeste del barrio, en el hospital local de la ciudad, en la habitación 715: un hombre sin afeitar y con varias máquinas a su alrededor, tuvo una repentina alteración en su perfecto ciclo cardíaco registrado por el electrocardiograma a su lado. Pasando de rítmicas palpitaciones a una salvaje y feroz vista. El órgano en su pecho responsable de la suministración de sangre en todo el cuerpo se aceleró con la velocidad de un caballo de carreras, saltando ansioso en su lugar y negándose a tener piedad del cuerpo destrozado.
La respiración también se agitó sin razón aparente.
Un aparato emitió una señal roja que se suponía debía llegar al doctor a cargo. El hombre dormido gimió en sueños, sus ojos se apretaron dejando salir un par de lágrimas saladas. Sollozó como si estuviera soportando un dolor insoportable, quizá se debía a las numerosas operaciones que había librado en el reducido tiempo de una semana. Las heridas todavía estaban frescas, y un tubo atravesaba toda su garganta empezando por la boca, impidiendo que lo que sea que estuviera diciendo pudiera ser audible. Meneó la cabeza para todos lados, y trató de alzar un brazo para quitarse el tubo que amenazaba con ahogarlo aún en sueños.
"No...no, aléjate. Por favor, vete." su voz amortiguada era tan impactante en la silenciosa habitación con olor a esterilizante. "¡No lo hagas de nuevo! ¡Para!"
Con la diestra logró sacar el tubo, dejando un delicado hilo de saliva mezclado con sangre escurrirse por su barbilla y cuello. Con más libertad, jadeó esa última frase. Tenía los ojos fuertemente apretados mientras su cuerpo reaccionaba a la pesadilla que estaba teniendo, convulsionándose y temblando.
"¡No te acerques a mí!" la persona con la que peleaba en sueños era reacia a dejarlo solo, como tanto demandaba, acercándose cada vez y sonriéndole. Clavando una estaca en su corazón con una sonrisa en la cara. Hablando con voz suave y melódica al escuchar la tortura por la que la otra persona estaba pasando. Riéndose en medio de la desgracia ajena. "¡No lo hagas de nuevo!"
El electrocardiograma estaba a punto de reventarse por la cantidad de palpitaciones por segundo que estaba registrado. La presión arterial también estaba sufriendo la misma suerte; la ligera sábana que cubría su cuerpo empezó a mancharse de sangre.
La fuerza que estaba haciendo era demasiada para su cuerpo maltratado, reabriendo las heridas de operaciones y dejando escapar fluidos rojizos. El paciente no sintió el dolor físico, estaba abrumado por la agonía en su cabeza.
Queriendo arrancarse los sesos para aliviar su sufrimiento, para no volver a ver a esa persona, para no volver a tocarla, para no olerla ni saborearla. No podía soportarlo. No podía soportar tener el irrefrenable deseo de estar cerca de ella, de querer besarla y abrazarla sin miedo. Dolía como el infierno ver lo que su mente le proyectaba, su cerebro ardía, su cuerpo sangraba, sus signos vitales se alteraban y él sufría.
Todo eso por una sola persona ignorante.
Gritó desgarrándose la garganta lastimada y haciendo que la sábana estuviera bañada en sangre, escurriendo en el piso.
"¡No lo hagas, Shen Jiu!" chilló y la puerta se abrió con un portazo.
Un equipo de especialistas entró y sujetaron por las cinco extremidades al hombre, una enfermera preparó una jeringuilla y la insertó en la vía intravenosa del paciente a orden de un doctor. El hombre en la camilla abrió los ojos desorbitados y miró sin foco el techo blanco.
Su consciencia estaba por irse de nuevo, para nada interesado en la apurada conversación que tenían los especialistas acerca de su delicada situación, pero así como él los ignoraba, ellos no prestaron atención al tierno susurro que terminó por escapar antes de que su consciencia se alejara.
"No me dejes..."
"¡Hay que prepararlo para el quirófano de inmediato! ¡Va a morir si no lo hacemos!"
"¡No soportará otra operación! ¡Su cuerpo está demasiado dañado! ¡Morirá de cualquier forma!" gritó otro.
"¿Me pides que no haga nada y que lo dé por perdido? ¡Tú!" berreó con las manos sujetas de un lado de la camilla, listas para hacerla avanzar directo al quirófano. "¡Mientras hablamos, él pierde vida! ¡Tenemos que hacer todo lo que podamos!"
Con esa declaración, varios especialistas estuvieron de acuerdo e hicieron lo posible por mover al otro hombre y alejarlo del camino. Ellos sujetaron la camilla y la hicieron avanzar. Una enfermera dio órdenes a otras, y toda una manada de personas se movilizó por una que luego del frenesí, se sumió en un apacible silencio. La rabieta de su corazón de hace un momento parecía haber sido la última exclamación de vida.
Dio un brinco y luego, no volvió a latir.
Ese hombre no tenía a nadie en este mundo, solitario de pies a cabeza, incluso si pudiera vivir otro día, no habría nadie esperándolo en la sala de espera. Alegrándose de la batalla que acababa de librar y pensando en la generosidad de los cielos. Estaba solo y a nadie le importaba su vida o su muerte.
En su rastro final de racionalidad, estuvo conforme con ese resultado.
No esperando que su consciencia fuera revocada al mundo de los vivos por el capricho de un viejo anciano, instigándolo a que continuara con la mierda que comenzó. Fue resucitado por un aparato viejo y estorboso. Pero vivió.
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Si me faltas tú [BingJiu][Completa].
FanficLuo BingHe es un estudiante que aspira al posgrado. Tiene una vida llena de deficiencias pero cree que si es gentil, podrá ocupar un buen lugar en el mundo o algo así le enseñaron en el orfanato. No obstante, en una noche algo cambia y lo nota cuand...