No es un Adiós.

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Andeyla se encontraba en su Mauri observando el álbum de su madre que había le había regalado Max, estaba recostada boca abajo apoyándose sobre sus antebrazos para ver de manera más cómoda el libro, sus pies se balanceaban detrás de ella como si fuera una niña pequeña, su cola agitandose suavemente, la chica mantenía una sonrisa mientras miraba las imágenes y leía los textos. Al parecer ese era un tipo diario que Sarah había dejado, era más personal y la ayuda a a conocerla mejor, incluso pudo saber más sobre su padre Prager. Mientras más veía más le gustaba la persona que fue su madre y lo mucho que se parecían. Junto a ese libro Max le había dado una caja donde venían más cosas de Sarah, era sobre todo libros sobre ciencia, algunos instrumentos para tomar muestras, y lo que más le había gustado a Andeyla: una cajita musical, para un na'vi era pequeña, pero era tamaño normal para un humano. Max le había explicado lo que era y qué hacía, lo cual le había parecido precioso, el sonido que emanaba de ella al abrirlo era lo mejor de todo, era color marrón, en la parte interior de la tapa había un espejo, el fondo era de una tela suave como terciopelo rojo y en medio dos muñequitos danzaban al ritmo de la música, estaban estáticos en una sola posición pero el mecanismo los hacia moverse en círculos, el que parecía ser hombre sostenía a la chica por la cintura con una mano y con la otra tomaba la de la bailarina, por su parte ella tenía su mano libre en el hombro de él ambos usando ropas humas que parecían ser elegantes.

Andeyla tarareo la canción de la cajita mientras pasaba de página encimismada en lo que veía que no escucho los pasos apresurados que se acercaban a ella.

- Andeyla, ¡Andeyla! - grito Tuk llegando hasta su marui despertando a la mayor de su trance que la miró con una sonrisa.

- Tuk- saludo la chica enderezandose para guardar el libro de vuelta en la caja que Max le había dado.

- Nos iremos del bosque-exclamó la menor ganándose ahora si toda la atención de Andeyla.

- ¡¿Qué?!

- Es verdad - detrás de Tuk llegó Kiri, Lo'ak y Neteyam, los tres viéndose igual de ansiosos y preocupados por lo que acababan de escuchar minutos antes - papá teme por lo que pasó la otra noche, quiere dejar el bosque, quiere que nos escondamos...

- Pero, ¿A dónde se irán? Qué... - Andeyla no podía procesar sus palabras, primero estaba en una nube de bellas emociones para luego caer en un remolino lleno de agujas punzantes, sus mejores amigos se irían. Las personas que tanto apreciaban estaban por irse.

- No lo sabemos - habló Lo'ak mirando a sus hermanos.

- Papá renunciara a su cargo como el Olo'eyktan. - dijo Neteyam luciendo frustrado, no se suponía que nada de eso estuviera pasando. El día anterior no había podido ver a su amiga, todo el día había estado fuera de control, simplemente era un desastre y ahora se enteraban que debían escapar porque su padre no tenía un plan.

- Pero no pueden irse, este es su hogar- no pueden dejarme. Andeyla retuvo el impulso de soltar aquellas palabras, sentía como quemaban en su garganta por salir.

- A papá no le importa - dijo Lo'ak con enfado.

- Él está preocupado, tienen a Spider, pueden usarlo en nuestra contra - habló Neteyam en defensa de su padre, debían pensar frío, no dejar que las emociones los invadan.

- ¿Entonces se irán? - preguntó la na'vi pasando su vista por cada uno de sus amigos que la miraron con tristeza. Tuk corrió hacia la mayor abrazándose de su pierna con fuerza.

- No quiero irme.

- Quizá aún podamos convencerlos si hablamos con ellos-dijo Kiri abrazándose a sí misma en un intento de consuelo - tenemos que hacer algo.

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