Desastre.

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Los chicos habían seguido a Lo'ak fuera del arrecife. Habían notado que el chico actuaba extraño esa mañana, actuaba muy sigiloso y parecía estarlos evitando. Andeyla tenía un extraño presentimiento sobre todo aquello por lo que había ido a alertar a sus amigos preocupada por la actitud de su amigo. Ella había prometido mantenerse alejada del chico y no actuar toda protectora, pero le era realmente difícil cuando lo veía de esa manera, ella conocía muy bien a Lo'ak y sabía que algo tramaba.

Neteyam, Tsireya, Aonung, Rotxo y Andeyla lo siguieron sigilosamente en sus ilu, tuvieron mucho cuidado de no ser vistos por el menor y justo como la na'vi pensó Lo'ak iba a encontrarse con Payakan, lo que no había pensado era lo que paso después.

Payakan y Lo'ak se encontraban a unos metros frente a ellos, los chicos estaban escondidos entre unas altas platas marinas observando como el tulkum abrió su boca grande frente al omaticaya, Lo'ak nado dentro de ella. Tsireya y Neteyam se miraron como si quisieran comprobar que ambos estaban viendo lo mismo fue hasta que el animal cerró su boca con Lo'ak dentro que Neteyam se alarmó queriendo ir hacia su hermano para evitar que cometiera una locura, pero fue detenido por Tsireya y Aonung , la chica observaba la escena con mucha atención y algo de asombro por el fenómeno tan único que estaba presenciando. Andeyla miro la escena fascinada no entendiendo del todo lo que estaba pasando, dudaba que Payakan se comiera a su amigo así que ¿Qué ocurría? La na'vi volteo a mirar a Aonung preguntándole con lenguaje de señas.

- ¿Qué está pasando? – Preguntó la chica mirándose confundida.

- Lo'ak se está vinculando con Payakan – explicó el metkayina – ellos ahora son hermanos espirituales.

La chica llevo una mano a su boca del asombro, regreso su vista hacia Payakan que tenía sus ojos cerrados. Andeyla y Neteyam compartieron una mirada, el chico tenía el ceño fruncido mientras que la chica parecía asombrada. Neteyam sabía que tendrían problemas después de aquello, nada bueno podía salir de que un tulkum exiliado se vinculara con su hermano, pero al parecer era el único que pensaba de esa forma porque incluso los metkayina se había quedado simplemente observando la escena, algunos con más desconcierto que otros, pero nadie había hecho nada para detenerlo y cuando él lo intento lo habían detenido.

Pasaron unos minutos antes de que Lo'ak saliera de la boca de Payakan, lucía realmente alterado, nadó hacia la superficie dónde Payakan ya había sacado parte de su cabeza del agua.

Lo'ak salió a la superficie con un jadeo exaltado impactado por todo lo que su hermano tulkum le había mostrado. Nado apresuradamente hacía él necesitando darle consuelo, era como si hubiera pudiera sentir su dolor, su ira, su frustración, pero lo que más pesaba en sus hombros era la culpa, la culpa por todas aquellas muertes que nunca debieron haber pasado.

Lo'ak subió a la aleta de su amigo que lo miraba atento, estiro su mano tocando suavemente al animal, su mirada llena de angustia y preocupación.

- Lo siento – dijo el chico con voz temblorosa – Lo siento mucho – Lo'ak dejo escapar un pequeño sollozo, miles de emociones acumulándose en su pecho. Quería proteger a ese tulkum, cuidarlo, hacerlo ver que nada de eso había sido su culpa, que él solo era una víctima más de las personas del cielo. No debía cargar con todas esas muertes, no merecía esa condena. El chico se acercó más a él colocando su cabeza contra la del tulkum en una especie de abrazo. Payakan cerró sus ojos permitiendo sentir el cariño del omaticaya, sentir ese calor y comprensión que hacía muchos años no sentía. Hizo un sonido como si fuera un lamento – traquilo – lo arrulló Lo'ak. – Tranquilo – lo acaricio suavemente con su mano sintiendo una conexión más profunda de lo que hubiera esperado. Aquel era un momento que marcaría un antes y un después para el joven omaticaya.

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