Cade se detuvo cerca de la puerta de entrada antes de marcharse a trabajar.
Acababan de desayunar juntos en el comedor y le resultó extraño y cómodo al mismo tiempo. Extraño porque nunca había vivido un desayuno tan accidentado. Steven no quería comer al principio, pero terminó tomándoselo todo y hablando por los codos. Y cómodo porque Cade parecía interesado en lo que decía Steven, dejando a Tessa fascinada.
— Tessa, ¿puedo hablar contigo un momento?
Tessa dejó a Steven jugando con los coches de juguete que se habían traído de casa y se dirigió a la puerta. Se la veía totalmente distinta con su atuendo, unos pantalones negros y una blusa rosa. Aquella mujer, que iba a darle un hijo y a salvar su negocio, era un camaleón, siempre impredecible.
—¿Estás cómoda, Tessa?
Tessa le sonrió. —Sí, mucho. Gracias.
—Tenemos que encontrar el momento para hablar sobre cómo vamos a organizarnos.
Tessa suspiró aliviada. —Sí, quería hablar contigo anoche, pero...
—Pero te quedaste dormida.
Tessa hizo una mueca y se sonrojó. —Lo siento, estaba muy cansada.
—No te disculpes. Puedes dormir cuando quieras y puedes hacer lo que desees en esta casa. Puede que te haya invitado por un motivo muy distinto, pero eso no significa que no seas libre de hacer lo que quieras cuando te plazca.
Quedó asombrada al escuchar sus palabras y Cade la agarró de ambos brazos. —Quiero que seamos amigos y que estés cómoda aquí. No me debes nada, excepto cumplir la promesa que me has hecho.
A Tessa le latió con fuerza el corazón al ver que la miraba con tanta ternura que la expresión en su rostro parecía fuera de lugar. — La promesa de darte un hijo.
Cade apretó la mandíbula y tomó aire, sosteniendo su rostro entre sus manos. Acarició su barbilla y deslizó los dedos hasta su nuca. —Sí, — susurró cerca de su boca.
Tessa se sintió atraída hacia su fuerte cuerpo con todo su ser. Sin ser consciente de ello, apoyó las manos en su pecho, recorriendo los pectorales bajo su chaqueta. Contuvo el aliento y se puso de puntillas, sin importarle la confusión en su mente ni que aquel deseo fuera incompatible con su objetivo. Estaba allí por negocios. Así es como había querido enfocarlo, pero con una sola caricia de aquel hombre, se derretía.
—Tessa, — susurró a escasos centímetros de su boca, bajando la cabeza. Ella jadeó, pero no la besó. Se quedó quieto, dejando que la respiración de ambos se mezclara, jugando con ella. —No puedo esperar a hacerte un bebé.
Tessa sintió que se le iba a salir el corazón del pecho y abrió los ojos de par en par, fascinada. —Tendremos que hablar sobre ello... en cuanto podamos.
—En cuanto Steven se vaya a la cama esta noche... tú y yo.
—¿Haremos un bebé? — a Tessa se le secó la garganta, sin creer lo que acababa de decir.
Él sonrió despacio y su sonrisa se amplió antes de besarla. Tessa gimió contra sus labios, acariciando tímidamente con su lengua el labio superior de
Cade antes de mordisquearlo.
—Maldición, Tessa. — Apartó su boca de la de ella y la besó en el cuello, trazando un sendero húmedo hasta su oreja. Mordisqueó el lóbulo hasta que Tessa gimió y se apartó. —Me dan ganas de llevarte arriba ahora mismo,
— le susurró con pasión al oído, —y concebir un bebé.
Pues hazlo, gritó el cuerpo excitado de Tessa.
Pero se echó atrás, apartándole unos mechones de su rostro ruborizado.
—Pero haremos un bebé cuando estés preparada.
Tessa se quedó de piedra. —¿Qué?
—Quedarse embarazada... no es ninguna tontería. Son nueve meses de molestias y luego dar a luz. ¿Estás preparada?
Tessa reflexionó. No se le había ocurrido pensar en eso. ¿Por qué a él sí? —¿No tienes prisa?
—Sí, — dijo enérgicamente. —Pero tú decides cuándo empezar a
intentarlo. No puedo presionarte en esto, ¿verdad?
Tessa separó los labios. —Creí que íbamos a empezar anoche.
—Créeme, Tessa...— La atrajo hacia sí, apoyando los dedos en su cuello. Presionó su entrepierna, dura y ardiente, contra su estómago. —No hay nada que quiera más que empezar ahora mismo, y aquí tienes la prueba.
Miró boquiabierta al hombre que provocaba el caos en sus sentimientos.
—Pero, ¿estás dispuesto a esperar?
—Deseo que estés cómoda, es un lugar nuevo para ti. Quiero que no estés estresada cuando... hagamos al bebé.
Cade repitió sus palabras con evidente diversión en la voz. Tessa sintió el impulso de darle una palmada en el hombro, pero se contuvo. Se acercó hasta la comisura de sus labios y ella se inclinó hacia él por instinto, pero Cade enseguida dio media vuelta y atravesó el umbral, dejándola allí, presa de un terror irracional.
Las cosas no estaban yendo como había planeado en su mente.
Había esperado mudarse, quedarse embarazada, tener al bebé y marcharse.
Por Steven, para que a su hijo no le faltara de nada. Pero cuanto más conocía a Cade, más dudaba poder mantener las distancias. Debes verlo como un negocio, le gritaba su mente. Que sea impersonal.
Pero era un infierno, pues aún podía sentir el sabor de sus labios en los suyos. Su olor la envolvía y recordaba la forma de su miembro penetrando su cuerpo.
Estaban intimando muy rápido y debía cambiar la situación como fuera.
ESTÁS LEYENDO
Los trillizos del multimillonario
Romanceuna noche es lo que hace falta para que tu vida cambie para siempre