Tessa se sorprendió al ver que Cade los acompañaría a la escuela.
Cuando estuvieron listos para marcharse, descubrió que él los llevaría a
Steven y a ella en coche y se sintió muy agradecida.
Recordó lo sucedido aquella mañana. Por suerte, Cade no lo mencionó y actuaba con absoluta normalidad.
El colegio donde los llevó superó todas sus expectativas. Quedó admirada al ver las instalaciones. Nunca había imaginado que una escuela pudiera ofrecer tantas actividades extraescolares y programas y quedó sorprendida cuando el director dijo que Steven podía empezar ese mismo día si quería.
Steven no estaba por la labor, pero Cade comentó que había prácticas de fútbol esa tarde, por lo que el niño no veía la hora de empezar las clases.
Cade sonrió al ver la emoción de Tessa en el camino de vuelta a casa. Explicó en detalle todos los aspectos positivos de la escuela y Cade se sintió tan feliz que decidió llevarla a tomar una taza de café pese a tener una reunión de trabajo.
Dejó que hablara a sus anchas, fijándose en su piel. La tenía más fresca y luminosa. El entusiasmo hacía que sus mejillas se sonrojaran y tenía los ojos muy abiertos, como si fuera incapaz de creer la suerte que tenía.
Una hora después, Cade miró su reloj y oyó sonar su móvil. — Lo siento mucho, pero tendré que dejarte en casa. Tenía una reunión urgente... hace una hora. — Se dio una colleja mental cuando vio que la expresión en el hermoso rostro de Tessa cambiaba
— ¿Por qué no me lo has dicho? — Tomó su bolso enseguida y se metió en el coche.
Al llegar a casa, salió corriendo del vehículo y se volvió para despedirse.
— ¿Tessa?
— Sí. — se volvió, avergonzada de haberle robado tanto tiempo. ¿No había hecho ya bastante por ella?
— Tendrás que recoger a Steven del colegio.
Tessa asintió. — Pues claro. No te preocupes.
Señaló un punto en la distancia delante de su coche. — Ese es tu coche.
Tessa se volvió en la dirección que señalaba y sus ojos se abrieron como platos al ver un enorme deportivo aparcado a unos metros. — ¿Qué? — La palabra escapó de sus labios como un tímido graznido.
— Tendrás que llevarlo y recogerlo. El autobús de la escuela no pasa por esta parte de la ciudad.
— De acuerdo. — Tessa tragó saliva. — ¿Seguro que no tienes un coche viejo que pueda conducir? No quiero estropear esa preciosidad.
Sonrió. — Es todo tuyo. Lo compré ayer para ti.
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Los trillizos del multimillonario
Romanceuna noche es lo que hace falta para que tu vida cambie para siempre