Capítulo 36

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Tessa observaba con pasión a Cade mientras dormía. Todo terminaría ahí.

Había mantenido con gusto su promesa de no dejarla dormir en toda la noche. Ni siquiera recordaba la cantidad de veces que la había hecho correrse o se había corrido dentro de ella. Cuando el sol se alzó en el cielo, la abrazaba por detrás, llenándola por completo.

La fricción que había soportado durante toda la noche hacía que le doliera el cuerpo.

Se acercó a acariciarle el pelo y la frente, pero se detuvo. Disfruta del momento. Haz que dure.

Se le nubló la vista y sus ojos se llenaron de lágrimas. Entonces quedó inmóvil al ver que Cade abría los ojos.

Los entornó. —¿Estás bien?

Tessa cerró los ojos y notó su fuerte mano acariciándole la mejilla. A veces no era consciente de su fuerza. Su tacto era más rudo que tranquilizador, pero no se había quejado por ello ni una vez.

—Tengo que hablar contigo.

—Sí. — Cade acarició con el pulgar su labio inferior.

Suspirando, se incorporó mientras Cade la observaba. Llevaba una vieja camisa sin mangas y unos pantalones de pijama grises. Siempre se despertaba desnuda y Cade la observó con cautela, despertándose del todo.

—¿Ocurre algo?

Tessa se obligó a sonreír. No iba a decirle que se había enamorado de él. No tenía valor para ser rechazada, y menos por él. Hace años, cuando Damien le había dado la espalda, había pasado meses llorando sola hasta aceptar el hecho de que a él no le importaba. No le daría a Cade la oportunidad de abandonarla.

No lo revelaría. El amor que sentía hacía él era un secreto y ella sería quien le daría la espalda cuando continuara con su vida.

Se dirigió a las puertas que conducían al amplio balcón y esperó a que la siguiera.

El aire era helado, pues era temprano. Abrazó su propio cuerpo, apelando a su valor para que no la abandonara, pero sus rodillas amenazaban con ceder. Tenía que poner distancia entre Cade y ella.

Se volvió hacia él de repente y sonrió, sentándose en una de las sillas. —

Tengo algo para ti.

Cade sonrió, sentándose frente a ella y los ojos de Tessa se dirigieron sin poder evitarlo a su torso desnudo y a su cuerpo potente. Lo deseaba, una y otra vez. Quería tenerlo siempre disponible. Quería que fuera suyo.

Los trillizos del multimillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora