Capítulo 20

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Tessa se preguntó si Cade se arrepentía de haberlos invitado a vivir con él. Seguramente no comprendía lo que significaba vivir con un niño las veinticuatro horas del día siete días a la semana. Sobre todo, un niño de seis años de fuerte carácter y hablador que sentía curiosidad por todo en aquella casa nueva.

Cuanto más pensaba en la situación vivida aquella mañana al despertar, más avergonzada se sentía. Pobre hombre. Ya ni siquiera podía dormir cómodamente en su cama. A saber cuántas veces lo habría empujado al borde de la cama y el tiempo que llevaría despierto sin decir nada por educación. No podía estar disfrutando de aquella situación impuesta.

Era soltero. Un soltero rico acostumbrado a una vida frívola, que se veía ahora arrinconado a un lado de la cama para dejar espacio a un niño que ni siquiera era suyo. Le sorprendía que no hubiera establecido ya unos límites, sobre todo al ver que ella no le daba lo que quería. Aún.

Se lamió los labios y miró el reloj en la pared. Había quedado con alguien y ya eran las nueve. Se lo imaginó con una mujer, probablemente rubia y de ojos azules como él. Alguien más compatible con su estatus social y educación.

Un sentimiento de odio frío se aferró a su garganta.

—No. Para.

No tenía derecho a estar celosa. Él tenía sus necesidades.

—¡No, Dios! — gritó a la casa vacía. Ojalá tuviera valor para hacer lo prometido, pero no estaba lista aún.

Esta mañana sí lo estabas.

Se sonrojó. Había intentado seducirlo esa misma mañana, obteniendo un gran placer al ver su miembro endurecerse por ella. Sin querer lo estaba torturando al negarle que intentaran concebir al bebé que quería.

Se negaba a pensar en las implicaciones de tener un bebé y desprenderse de él. Por el momento, carecía de la fortaleza mental y física para lidiar con las consecuencias emocionales de aquella decisión, pero no sabía qué la había poseído esa mañana.

Entonces recordó la increíble pasión que habían compartido la noche que pasaron juntos. Había sido instintiva, dominante, salvaje y aún existía. Estaba ahí y la ignoraba porque quería acostumbrarse a la casa antes de comprometerse a permanecer allí un tiempo indeterminado.

Los trillizos del multimillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora