Capítulo 37

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Una hora más tarde salió, obligándose a superarlo, pero era presa de un tumulto de emociones indescifrables.

El silencio en la casa era familiar, aunque había estado ausente durante los últimos meses. Su corazón latía en su garganta mientras aceleraba sus pasos. Se había ido. Se había marchado ya. Se detuvo en seco al verla con una maleta al lado atándole los cordones a Steven.

Lo miró con gesto inexpresivo. —Iba a ir a buscarte.

—¿Sí? Pareces a punto de marcharte.

—Sí. — Sonrió. —Pero tenía que verte antes de que nos fuéramos. —

Caminó hacia él con paso rápido y le dio un fuerte abrazo.

Cade se estremeció, cerrando los ojos con fuerza al notar una extraña sensación en su pecho y la rodeó con sus brazos.

En ese instante, odió a su padre con todas sus fuerzas. Lo había metido en aquel lío y ahora Cade no sabía cómo solucionarlo.

¿Por qué sentía que le desgarraban las entrañas? Quería detener el dolor, pero cuando ella se apartó y le sonrió, quedó paralizado. Estaba bien. No parecía estar sufriendo y estaba claro que había optado por actuar como una adulta.

Se aclaró la garganta y desvió la mirada. —Yo...— Miró a Steven de

reojo y vio su expresión apenada, como si hubieran confiscado su juguete favorito. Apartó la mirada de su rostro decepcionado, sorprendido ante la completa indiferencia de Tessa.

Aquello lo descolocó y fue presa de un sentimiento que no podía explicar. Le gustara o no, Tessa lo había superado.

—Te he pagado el alquiler... de varios meses. — No entró en detalles, sabiendo que se enfadaría si se enteraba de que había pagado dos años. Vio que el rostro de Tessa palidecía y se aclaró la garganta para acabar de una vez. No podía derrumbarse delante de ella. —Y he pagado las facturas del hospital de

Steven.

Tessa agitó la cabeza con fuerza, sonrojándose. —No.

Cade levantó la mano, enfadado. ¿Cómo podía olvidar todo lo que habían compartido? Ahora sabía lo que habían sentido sus ex al eliminarlas de su vida. No había sentido nada cuando lloraban sin consuelo ante él y no le quitaba el sueño saber que les había hecho daño. Tessa era él en ese momento y él era el que sufría por ella. —Ya está hecho. Quería hacer eso por ti al menos.

Tessa sintió lágrimas en los ojos y quiso salir de allí enseguida. Se dio la vuelta, queriendo hablar con él, pero temiendo desmoronarse y que viera lo patética que era. —Nuestro taxi llegará en unos minutos.

A Cade le iba a explotar la cabeza. —Tessa, tienes el coche en la entrada.

Te lo vas a llevar.

Tessa rio impactada. —Eso ni hablar.

—Te lo vas a llevar.

Su voz se alzó furiosa en la sala de estar y Tessa miró de refilón a Steven, que parecía impactado por su reacción. Sin querer que presenciara aquello, tomó su maleta y salió de la casa. Volvió a por Steven y los vio a los dos abrazados a través de las puertas de cristal. Sintió una punzada de dolor y sollozó. Las lágrimas cayeron por sus mejillas libres mientras los observaba a escondidas, dejándoles aquel momento de despedida. Cuando vio que salían, se metió enseguida en el coche.

No oía más que un fuerte zumbido cuando Cade le abrochó el cinturón de seguridad a Steven y se alejó en el coche, sonriéndole a Cade mientras se despedía con un gesto de la mano. Pero él permaneció inmóvil como una estatua de piedra inexpresiva y Tessa asumió que no la había visto despedirse.

Los trillizos del multimillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora