𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝘁𝘄𝗲𝗹𝘃𝗲. 𝘀𝗲𝘅

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Beso sensualmente el pecho del hombre, bajando por este, dejando leves marquitas. Aonung disfrutaba de la sensualidad de la mujer, perfectamente hecha para el, apasionada, fogosa, ella tenía todo lo que a el le gustaba y mas.

Las pequeñas manos de Britney acariciando los costados de su pecho, haciéndolo desear más. El no tenia idea de lo que la chica tenía en mente hacer. 

Tan caliente era el asunto, Aonung nunca se había sentido tan deseoso de algo en su vida entera. No vamos a mentir, el lo había hecho con varias na vi, sin embargo, ninguna lo puso tan caliente como esa mujer que besaba su pecho, tampoco ninguna lo había enamorado como ella lo hizo.

 Y pensó, pensó en lo bien que se vería la mujer con sus manos grandes en su diminuto cuello. Rogando por mas, pidiendo su esencia. 

Britney beso su pelvis, para luego quitar la prenda que cubría el miembro del mayor. Ella trataba de disimularlo, pero estaba muy curiosa por lo que iba a encontrar ahí. ¿Acaso era tan grande como todo decían? 

Su curiosidad se vio esfumada al quitar por completo la prenda, abriendo su boca sorprendida. No era grande, era inmensa. Ya sentía su lengua producir más saliva por probar ese miembro. 

Aonung la observó entre sus piernas y rió por la cara de sorpresa de la mujer, eso alimentó a su ego.

 — Los humanos no logran llenarte por completo. ¿No es así? — Hablo con la voz ronca, estaba demasiado excitado.—

La mujer gateo para estar arriba de el, apoyando sus sexos juntos, separados por la braga que portaba la rubia.

 — Eres muy egocéntrico. ¿No lo crees? — Dijo lentamente, jugando con el mayor, el cual estaba desesperado por su toque.— 

Las orejas del hombre se levantaron en forma de alerta, y su respiración se volvió inestable. Joder, ¿Cómo era posible que una humana lo hiciera sentir de esa manera?

 La chica se metió entre sus piernas de nuevo, tomando el pene del hombre entre sus manos, bombeándolo lentamente, poniendo nervioso al hombre. 

— Deja de jugar conmigo, niña. — Dijo intentando estar furioso, pero no podía, no podía hacerlo con la mujer entre sus piernas.—

El pene del Olo'eyktan era de un azul marino precioso, cubierto por venas notorias debajo de la sensible piel, y el glande goteando pre-semen, esperando a ser atendido. 

Aonung se estaba cansando del juego de la chica, la cuál solo lo tocaba de forma lenta, y lo miraba con un labio entre sus dientes. A punto de protestar por atención allí, una calada de electricidad recorrió el cuerpo del hombre, soltando un gruñido sonoro. La hembra lamía el pene con deseo, quería hacerlo sentir bien. 

𝐥𝐚 𝐪𝐮í𝐦𝐢𝐜𝐚 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 - Ao'nungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora