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La castaña bostezó con pesadez mientras caminaba por aquella silenciosa calle, la luna acompañaba a las estrellas en esa fría noche, era un clima agradable, de esos que al soplar puedes ver el humo salir de tus labios

Volvía de un turno nocturno y de convencer a sus amigos que la dejaran caminar sola en su regreso a casa, necesitaba un pequeño respiro de la gente

Detuvo su paso al escuchar quejidos en un callejón, observó por unos segundos aquel espacio oscuro y negó, no iba a poner en riesgo su seguridad por curiosidad

—¡¿Dónde diablos está?!— escuchó un fuerte grito, por lo que intentó buscar un escondite rápido, mierda, justo hoy que quería paz

Caminó más rápido de lo normal en un intento de evitar meterse en asuntos ajenos, ¿Por qué repentinamente habían tantos callejones? Y no hay absolutamente nadie en las calles, tan silencioso, le gustaba pero en esos momentos lo odiaba

Sintió repentinamente una mano en su boca y otra en su abdomen, por acto de reflejo golpeó con su codo el rostro de aquella persona

—¡Tss! ¡Auch!— susurró aquella voz antes de arrastrarla rápidamente a uno de los callejones —¡Linda, Linda, soy yo!

Abrió sus ojos en grande al reconocer aquella voz, el chico de la cafetería

—Shh— siseó en voz baja, nuevamente una de sus manos cubrió la boca de la chica mientras que la otra mano sostenía su cuerpo por el abdomen, haciendo presión hacia su pecho —Confía en mí

Ambos quedaron en silencio, se escucharon unos cuantos pasos y algunos murmullos, su respiración era calmada al igual que la de la chica

—Creo que ya se fueron— Murmuró en voz baja, dejando caer su frente sobre el hombro de la chica —Perdón, no quería que te vean, quien sabe que podrían hacer

—Mmm— golpeó la mano del chico indicando que aún no podía hablar

—Oh, sí— soltó una risa baja y descubrió su boca, sin sacar su otra mano del agarre que sostenía en la contraria —Que lindo encontrarte de nuevo, ojitos  lindos

°°°

¿Puedes quitar tu mano de mi abdomen?— pidió ella, con su tono de voz bajo, casi en un Murmullo

Su espalda estaba pegada a mi pecho, mi mano derecha rodeaba su cintura hasta dar con, justamente, aquella parte de su cuerpo que antes mencionó, coloqué cómodamente mi barbilla en su hombro mientras mi otra mano jugaba con su propia mano

—Estoy cómodo así— sonreí nuevamente, cerrando ambos ojos con tranquilidad al igual que mi respiración

Mierda, cómo extrañaba esto

—¿Estas herido?— preguntó, volteando su cabeza en un vago intento de mirarme

Separé mi cabeza de su hombro y conecté mirada con la suya, juro que no es intencional, pero mi vista baja de sus ojos a su nariz, de su nariz a sus labios, y de sus labios mi cabeza me grita que la bese

Así bien fuerte, Solo repite 'Besala'

Bésame bésame bésame

¿Que tanto se enojaría si yo lo hago?

—Supongo que no estás herido— volteó su cabeza, justo cuando intentaba acercarme a sus labios, bufé con desilusión —Ya suéltame, quiero volver a casa

—¿Caminamos juntos?

—Deberías volver a tu casa, es tarde— Murmuró, aún sin separarse de mi agarre

¿Híbridos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora