Capítulo I ¿"𝙏𝙤𝙣𝙜𝙪𝙚𝙏𝙬𝙞𝙨𝙩𝙚𝙧"?

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Corrió calle abajo mirando detrás de ella con el corazón saliéndose de su pecho; el jadeo constante y el dolor que subía por su garganta eran obstáculos para mantener el paso e incluso hasta el propio equilibrio. Sintió el cosquilleo en sus piernas, un enjambre que casi le causaban ganas de reír pero sin duda alguna eran los nervios.

–¡Ayuda, por favor! –. Gritaba sin parar, la lluvia le golpeaba el rostro, y algunas gotas caían como flechas sobre sus ojos, todo le estaba jugando en contra. La batería de su celular había muerto, aunque bueno, también lo había hecho el propio celular cuando el agua entró en sus circuitos, una pantalla extraña que mostraba agua en su interior y la misma que causaba que se apagara lentamente con el logotipo del celular.

Solo una serie de luces por encima de su cabeza la acompañan con cada paso presuroso con el que descendía la calle, eran los postes de luz por los que pasaba a gran velocidad que iluminaban su nuca al compás del golpeteo de sus tenis contra el pavimento mojado.

–No hay a dónde correr, Bárbara–. Escuchó ese espeluznante sonido que hacía un cuchillo al ser sacado a gran velocidad, parecía incluso falso, irreal. No mires atrás, pensó mientras apretaba el paso y sus puños para mantener el ritmo.

La silueta detrás de ella la seguía con determinación, esa misteriosa figura que traía aquella máscara triste y una túnica blanca, tan espeluznante, tan mortal. Era como si un fantasma la persiguiera, pero en lugar de un muerto, era una persona real, con un arma real, y con intenciones más reales de herirla. Se tambaleó, su pie había pasado sobre un a pequeña roca que casi la hacía caer, pero había logrado mantenerse.

–¡Mierda!–. Un ruidoso golpe había tomado lugar detrás de ella, lo que se había escuchado como un gran bulto estrellarse contra el piso. Miró detrás de ella para encarar lo que había ocasionado tal expresión.
–¿Estás bien? –. “Bárbara” Sé acercó a extenderle la mano, pero no respondieron a su ayuda, pues se estaba mirando su tobillo aquella figura disfrazada.
–¡Corten! –. Gritó Bástian mientras sonaba la claqueta hecha de cartón. Todo este pequeño equipo de cine de siete personas se detuvo para darle prioridad a la caída de Olivia que estaba disfrazada como “La silueta”, el nombre de su asesino enmascarado para su cortometraje de terror. Roberto, quien sujetaba la cámara, cortó la grabación.
–Maldito Waggner, solo a él se le ocurriría dejarnos una tarea así.
“¿Quién anda ahí?”. Una voz se hacía cada vez más fuerte desde dentro de la casa frente a la que se había resbalado.
–Perdónenme, chicos –Olivia se trataba de levantar con la ayuda de Crystal y Camila –Casi no puedo ver con la máscara y esa maldita roca.
–Me imaginé que caerías, casi lo hago también. ¿Te duele mucho el tobillo? –. Crystal se agachó y trataba de ver en medio de la lluvia si no había hinchazón.
–Solo fue en el momento, hizo que mi tobillo se fuese de lado aunque lo siento caliente.
–Se le inflamará si se torció–. Comentó July.
–¡Llamaré a la policía! –. Una mujer de edad avanzada, aproximadamente unos sesenta y tantos, los miraba desde la puerta de su casa.
–Soy yo, señora Craven –Bástian saludo con una sonrisa, levantando su mano en medio de la lluvia hacia la anciana encorvada y preocupada en su puerta.
–Hola, cariño. Salúdame a tu mami –Respondió la señora Craven amablemente mientras habría la puerta de su casa–, tú y tus amigos pueden seguir jugando en el césped, es más por qué no pasan, adelante muchachos.
Todos miraron a Bástian.
–Es eso o quedarnos aquí en la lluvia mientras que Olivia agoniza–. July levantó los hombros.
–¡Enseguida vamos, señora Craven!–. Respondieron todos.

****

–Que hacen en la calle tan tarde muchachos, es peligroso salir tan noche–. Inclinó la tetera sirviendo el líquido caliente en la taza de cada uno. El aroma a humedad y orines de gato impregnaban sus narices, el hedor era tal que no sabían si era el propio sofá amarillento en el que estaban sentados, el cuál July podía jurar que antes era blanco al ver los bordes de los cojines, o el propio gato que demostraba una dudosa higiene, es más, era como si el gato se hubiera revolcado en el césped sobre el que Olivia había caído.
–Proyecto escolar–. Respondió Jeremy, mientras echaba dos cubos de azúcar a su taza con una mano y con la otra sujetaba el micrófono enrollado en una toalla.
Todos se encontraban sentados frente a la chimenea, con un manta para cada uno. Aunque Camila pasó de sujetar la suya ante el olor tan intenso que emanaba de ella, prefería secarse a la antigua: esperar a secarse por sí sola.
–Grabábamos un corto–. Olivia sonrió mirando la claqueta y el disfraz empapado sobre el sofá.
–¿Sobre qué, muchachos? ¿No son vacaciones? Mí mamita fallará pero algunas cosas podrán servir.
–Sí, bueno técnicamente no, mañana regresamos a clases, nuevo año escolar. Y el corto es sobre misterio, un asesino enmascarado y todo eso, para clase del profesor Waggner–. Dijo Roberto.
–Les gusta el terror, verdad. Jamás podría ver esas películas, suficiente con el terror de la vida real.
–Sí, es algo divertido–. Sebastián sujetó la taza entre sus manos y dio un pequeño sorbo.
–Supongo que está basado en TongueTwister–. La dulce anciana se sentó en el sofá detrás de los chicos, con una dulce y amable sonrisa. El silencio inundó la sala, la lluvia trataba de aligerar la situación con sus sonoro resonar del agua pero la confusión de todos creaba una atmósfera extraña.
–¿Quién? –. Preguntó Camila mirando a la mujer.
–TongueTwister, fue un asesino, aquí en Harper.

Todos se miraron esperando que algunos de ellos de alguna manera diera un repuesta o supiese de la situación, quizá hasta estaban emocionados.

–¿Harper tuvo un asesino?–. Jeremy se veía claramente feliz con tal dato. Removió la cuchara dentro de su taza.
–¿Cómo? ¿Cuándo? –. Olivia no sabía qué pregunta formular.
–Hace un par de años; usaba un horrible disfraz.
–¿Por qué no se habla de esto? Jamás habíamos escuchado de él–.Bástian se inclinó hacia enfrente esperando su respuesta.
–Fue una época horrible para el pueblo, las calles estaban cubiertas de sangre, no literalmente claro. Pero saben de qué hablo–. La anciana se quedó callada unos minutos mirando su taza con lo que parecía tristeza.
–¿Señora Craven? –. Olivia la miró detenidamente de arriba abajo.
–¿Se encuentra bien?–. Crystal trato de acercarse.
La señora Craven en una ligera sacudida de cabeza sale de su trance, mirando a los jóvenes que aguardaban saber que ocurría. –¡Muchachos! Me alegra tanto que estén aquí, ¿A qué debo su visita? ¿Quieren té?
–Amm… nos invitó a pasar y nos dejó secarnos por la lluvia–. Comentó Crystal.
–¡Oh! –Se veía genuinamente sorprendida–, Lo siento, perdonen a esta anciana olvidadiza, últimamente todo se me va.
–No se preocupe, entendemos–. July le sonrió.
–La perdimos –dijo Jeremy entre susurros haciendo que Olivia le diera un codazo en su estómago.
–Será mejor que la dejemos descansar, igual es algo noche ya–. Camila los miró a todos.
–Sí, será buena idea irnos de una vez–. Todos comenzaron a levantarse de sus asientos dejando sus tazas sobre la mesita que anteriormente se encontraban rodeando.
–Muchas gracias por el té, señora Craven.
–¿Té? Pero si ni siquiera les serví.
Bastian lanzó un suspiro, ya ni siquiera lo intentaría. –Cuídese, fue un gusto haberla visitado.
–No tiene sentido, ¿Para qué nos secamos?
–Cierra la boca, Jeremy–. Dijo Roberto mientras volvía a mojarse.
–¡Muchachos! –. La señora Craven los veía desde su puerta. –Tengan cuidado por favor, El trabalenguas siempre está observando. Siempre está observando. Mi hija…
Tras eso cerró su puerta de golpe mientras que de fondo se escuchó colocando el cerrojo.
–Genial, siempre hay que encontrárnosla cuando está loca.  

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