1. El hombre de mis sueños.

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Gemí sintiendo sus manos sobre mi cuerpo.

Mis pechos erectos y duros ardían por ser acariciados y mi vientre se tensaba deliciosamente al sentir sus dedos jugando con mi centro húmedo.

- ¿te gusta esto? - el tono barítono y ronco del hombre que estaba en mi cama hizo que me recorriera un escalofrió por todo el cuerpo.

Me rodeó con los brazos estrujándome contra su pecho y moviendo suavemente mi cabeza hacia un lado comenzó a darme besos húmedos en mi garganta. Su respiración caliente despertó fibras sensibles en mi piel, sentía sus dedos atacándome, su boca tomaba posesión  de mi cuerpo como nadie jamás lo había hecho.

- ¿te gusta? - repitió exigente. Al no obtener respuesta de mi parte, dejó de mover sus dedos mágicos y yo gimotee mientras sentía mi vientre bajo tensarse.

- Sí, sí, sí. - sentí su risa ronca en mi espalda, su boca descansaba en mi garganta y sus manos juguetearon con mis pechos haciéndome arquear la cabeza hacia atrás abriendo la boca en placer.

- No pares. - le ordené con los dientes rechinando, sentí todo mi cuerpo tensarse, mis gemidos se intensificaron y mi respiración fue cada vez más rápida. Mi hombre, me abrazó con fuerza sin dejar de mover sus dedos y boca y entonces...

Desperté de mi sueño empapada en sudor, mi cabello castaño oscuro estaba pegado a mi cara y cuerpo mojado, mis pechos dolían de lo duros que estaban, mi vientre estaba tenso y podía sentir como irradiaba un calor antinatural entre mis piernas.

Apagué el despertador arracandolo con fuerza de su conector y lo aventé al suelo.

-puta madre. - me quité el pelo enredado de la cara y me limpié el sudor de la frente.

Las sabanas estaban hechas nudos entre mis piernas y más de una almohada había sido tirada al piso a varios metros de mi cama.

Mi despertador marcaba las 5:30 AM. Siendo que vivo en la ciudad de Nueva York debo despertarme muy temprano para poder llegar a tiempo al trabajo y no ser despedida.

Trabajo en una de las editoriales más conocidas y prestigiosas del país, al principio había estado encantada con mi trabajo, ¡era todo lo que había soñado! Estudié duro para convertirme en una buena escritora y periodista... pero ahora ir al trabajo cada día para hacer las tareas de siempre, platicar con las lagartonas de la oficina que seguramente hablaban pestes de mi a mis espaldas y esconderme de mi jefe acosador... algunas veces desearía quedarme en mis sueños, donde el hombre de mis fantasías me hablaba de colinas verdes y animales ya extintos. No sé por qué comencé a tener estos sueños. Hace una semana que cada vez que voy a dormir me despierto cubierta en sudor y con un escozor que nunca antes había sentido entre mis piernas, ni siquiera con mi ex prometido Jackson.

A mis 23 años de edad uno diría que ya estaría planeando en casarme. En mi defensa esas eran exactamente mis intenciones, mi gran boda de blanco fue cancelada después de encontrarme a mi prometido y super mega crush de toda la universidad entre las piernas de mi mejor amiga.

Después de ese golpe tuve que cancelarlo todo; no lloré mucho, de hecho me sorprendí sintiendo algo de alivio en la boca del estomago, sin embargo, trabajar donde tu ex prometido y mejor amiga se besan mientras intentas sacar copias... no es una vista muy agradable.

Suspiré caminando por las calles atiborradas de Nueva York, la cuidad que nunca duerme. En algún punto del camino entre llorar la traición de mi mejor amiga y mi novio y el horrible trabajo que había destrozado mi sueño, había llegado a odiar profundamente esta ciudad, odiaba el ruido constante y la violencia, me habían asaltado en múltiples ocasiones y ver lo que pasa en el metro de la cuidad parece sacado de un episodio de CSI.

Como dije antes... nada agradable.

Para cuando regresé a mi departamento tengo cuatro llamadas perdidas, todas de mi madre... patético.

Me estoy dando un relajante baño para quitarme toda la suciedad y me limpio con dureza la piel de los brazos intentando borrar las miradas lascivas que mi jefe le dedica a todas sus empleadas, es asqueroso.

De repente escucho mi teléfono sonar y al pensar que es mi madre no me molesto en correr a secarme para poder contestar, la amo y todo pero aveces puede llegar a ser... bueno... mi madre.

- hola, cariño. - apago la corriente de agua para poder escuchar con más claridad, algo de lo que me arrepiento en seguida. - solo llamaba para saber cómo has estado, ¿ya has ido a pedirle disculpas a Jackson por cancelar la boda? Deberías, el pobre hombre no tiene la culpa que no aflojaras un poco antes de la boda, claramente no pudo resistirse. Estuvo muy mal de tu parte cancelarlo todo por tus motivos egoístas. - Escucho un suspiro dramático y luego su voz se eleva en un tono falsamente alegre. - ¡pero no importa! Todo eso está en el pasado, y estoy segura que en cuanto le pidas perdón por tu arrebate infantil él volverá a aceptar casarse contigo.

Estrellé mi frente con fuerza contra el vidrio mojado.

- Como sea, cariño. Debo irme, ¡llámame!

Con la voz aun fresca de mi madre reprochándome haber tirado todo por la borda y el recuerdo de mi mejor amiga sonriéndome mientras Jackson le besaba el cuello, me acosté abrazando mis rodillas, suspire con lagrimas de furia y cansancio deslizándose por mis mejillas, mi cabeza era un caos de emociones pero de entre ellas se colo un solo pensamiento antes de caer rendida por el sueño: Ojalá pudiera despertar a tu lado.

Mi  vikingo y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora