11. Duelo.

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Desperté sola y sintiendo mucho frío, las ventanas estaban abiertas y corría una brisa gélida: el otoño había llegado.

Me desperece aun sintiendo el sueño nublar mi consciencia, hasta que de repente recordé los sucesos de anoche. Me congele en mi posición semi-parada, recargando mi rodilla contra el colchón y con mi cuerpo reclinado hacia delante. Einar me había visto, visto de verdad, me había escuchado gemir y observado mi cuerpo sin ninguna barrera de por medio, me había tocado donde nadie jamas había posado una sola mirada, ni siquiera había ido a un medico por un chequeo general... cosa que debí de haber hecho pero con mi prometido poniéndome los cuernos y mi boda cancelada, dudaba mucho que fuera a necesitar de un aparato anticonceptivo o el visto bueno para tener sexo "seguro", cosa que, me recorde con cinismo, estaba mas que deseosa de tener con el hombre mas bipolar e irresistible que jamas había conocido.

Hice la cama con mis pensamientos oscuros como única compañía, comí un poco de las fresas y cerezas que Einar dejo en un plato de barro, no había ninguna nota, pero estaba en otro siglo, dudaba mucho que existiera una pluma o papel en el que escribir.

Me cambie con el simple vestido gris que me había conseguido y me arregle el pelo en una trenza floja de lado, una vez que me sentí decente, tome mi espada y la colgué en un cinturón que Einar me había comprado, tenia un espacio para colocar la espada y allí la envaine, me sentía ridícula, pero dudaba mucho que fuera a llamar la atención si iba disfrazada como uno de ellos, lo que si sabía era que mi pijama podía irse mucho al traste, porque no volvería a usarla mientras estuviera viviendo aquí.

Camine pasando mercados bien puestos y varios caminos rocosos, había mujeres con niños pequeños y hombres que cargaban con leña para la temporada fría que se acercaba. Hombres grandes y de pelos largos y trenzados me miraban con cara de pocos amigos mientras en sus manos acariciaban hachas gigantes, me pregunte seriamente como podían cargar esa cosa y moverla con tanta gracilidad, yo apenas podía levantar mi espada, y era de una estatura mas bien pequeña.

Seguí caminando mirando hacia el frente con la barbilla alzada en un gesto que esperaba con toda mi alma que fuera altivo, pero con mi suerte la imagen que mostraba era la de una loca intentando demostrar una cordura que solo existía  en su imaginación.

Busque con la mirada alguna cara conocida, Einar debía de estar en el campo de entrenamiento, cerca de la choza de Saga, comencé a caminar en esa dirección cuando me tope frente a frente con Kira. La  mujer era alta y de una postura verdaderamente orgullosa y soberbia, sus ojos me miraba como un gato ve al ratón y su figura atlética y musculosa estaba cubierta por una armadura (un poco excesiva si me lo preguntan) de cuero y metal que cubría la silueta de sus pechos y caderas y terminaba en una falda de cuero. Cualquiera de los hombres de mi siglo hubieran silbado en admiración masculina seguido por ideas ilustradas de lo bien que se la pasarían con una mujer como ella. Pero este no era el siglo XXl y los hombres solo la miraban con un respeto que a juzgar por su expresión dura como el granito, se había ganado a pulso.

- Hola, Kira. - la salude con una sonrisa postiza. La mujer de ojos castaños me miro con desdeño y me recorrió entera en una rápida inspección de mi persona, sentí la necesidad de cubrirme pero la ignore, alzando mas mi cabeza y enfocando mi mirada en la suya, al final asintió sacando su espada, me tensé entera, todos en un radio cercano a nosotros pararon para ver lo que pasaba, pronto nos rodeo un circulo de mujeres vestidas igual que ella, y hombres de brazos grandes cruzados delante de su pecho, mire a todos lados tragándome un nudo de ansiedad, estaba rodeada. - Creo que es hora de poner a esta joven a prueba , ¿no creen amigos?. - ¿¡joven?! me dije ofendida, ¡si tenia la misma edad que ella!.

Para mi mala suerte, varios de los presentes asintieron con sonrisas que me hicieron estremecer, busque con la mirada desesperada a Einar, pero como me temía, el estaba muy lejos de aquí, en el campo de entrenamiento, con suficiente ruido como para escucharme si me atrevía gritar por ayuda. Al final, le di  toda mi atención a la la guerrera que me retaba, sabía que no podría contra ella, su fuerza era mucho mayor que la mía, ademas, yo no sabía nada en artes marciales o como dar una buena patada, y ella estaba mas que informada de ello. 

Mi  vikingo y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora