No hablamos en todo el camino de regreso, su respiración era controlada pero sus movimientos y pisadas no eran ni de cerca igual de grácil que de costumbre, miró a todos con furia incontrolada y a mi ni se molesto en verme.
No quise moverme de entre sus brazos, en su lugar me acurruque en el hueco de su clavícula y espere a que nos resguardara de las miradas curiosas y estupefactas de los que pasaban a nuestro lado.
En cuanto cerro su puerta me deposito sobre la cama.
- quédate aquí. - me ordeno con dureza, yo asentí intimidada. Parecía que sus emociones se había desbordado y no lograba controlarlas bajo esa mirada de granito que normalmente empleaba.
Regresó a mi lado murmurando palabras incomprensibles entre dientes, recargo un trapo húmedo contra mi mejilla adolorida, solté un aullido de dolor y el murmuro un juramento, pero mantuvo el trapo helado contra mi moretón.
- no te entiendo, Aria. - susurro con voz ahogada mientras recorría mi cuerpo en busca de mas cardenales. - eres de otro siglo donde no saben lo que son espadas. - me pensé en corregirlo, pero al final lo deje correr, no tenía ganas de un interrogatorio sobre un futuro que jamas llegara a ver- nunca has luchado en tu existencia y la vida violenta no es tu estilo. - Me miro con ojos desesperados. - eres una estúpida, una increíble y completa estúpida. - yo sonreí al escucharlo pero no replique, con el dolor que estaba sintiendo, yo misma me podría catalogar de estúpida.
Se levanto con un suspiro alto y se sacudió el pelo negro, parecía tan contrariado que solo quise abrazarlo y mecerlo entre mis brazos, pero sus gestos me mantuvieron en mi lugar.
- Vístete. - me lanzo un vestido blanco y mangas largas, lo agarre agradecida e intente ignorar mi desilusión cuando lo vi voltearse para darme privacidad, una privacidad que no quería ni le había pedido.
Me cambie con lentitud, probando mis músculos entumecidos y los nuevos moretones que adornaban mis brazos y piernas, cuando termine de ponerme el vestido podía sentir una fatiga tanto mental como física, pero me obligue a enderezarme al tiempo que veía como la espalda tensa de Einar se movía en mi dirección.
Mi guerrero camino con lentitud hacia mi y de su cinturón saco un pendiente de piedras bien talladas y de colores vivos, nunca antes había visto algo igual, reconocí algún de las piedras y su valor.
Einar era un hombre bien posicionado, al parecer.
Me coloco el largo collar escondiendo las piedras mas preciadas en mi escote, como si fuera un secreto entre el y yo.
- Estaba comprandote esto cuando escuche sobre la pelea. - me dijo. - quería sorprenderte.
Le sonreí tiernamente y tome una de sus manos grandes entre las mías.
- es una muy linda sorpresa, gracias.
El asintió con la cabeza, sus ojos brillando con una emoción que no me atreví a nombrar, ninguno de los dos hablo, pero nunca me había sentido tan feliz, mi corazón parecía apunto de volar y salirse de mi pecho.
- Aria... - murmuro Einar, sus ojos parecían angustiados y la manera en que miraba cada objeto en la habitación era desesperada.
- ¿si? - me acerque a el, no sabía que esperaba que me dijera, pero sabía que dependiendo de lo que nos dijéramos hoy, sería decisivo para el día de mañana.
al final, clavo su mirada azul en la mía y suspirando como si estuviera diciendo lo mas difícil que jamas había dicho en su vida.
- Se que estas atorada en este mundo en el que no sabes nada sobre las costumbres y temes ser poca cosa.... - El me tomo la mano y mi corazón se salto un latido. - pero, quiero que sepas que aun que hemos tenido muy buenos momentos, entiendo que necesites irte, y no quiero que sientas que soy un bache en tu camino.

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Mi vikingo y yo
Romance- esto no es verdad. - negué con la cabeza mirando a los hombres vestidos en armaduras de metal y pieles de animales. las montañas eran gigantes y tocaban las nubes, no se escuchaba nada mas que el sonido de animales que no se alcanzaban a distingu...