4. Sueños compartidos.

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Bueno, este capítulo está un poco largo. Espero que les guste! Arriba les puse una canción que me gusta muucho de Ed Sheeran, además, el paisaje que aparece en el vídeo (de la película "el hobbit") es exactamente como me imagino el hogar de Einar. besos!! 

-¿En qué infiernos estabas pensando, Aria? - Einar estrelló su puño contra la pared justo a un lado de la puerta, di un respingo pero me mantuve pegada en mi lugar, a un lado de la cama de pieles, era enorme, pero de alguna forma cuando desperté sobre su pecho con su mano cubriendo la mía, la cama me pareció  minúscula, como si me moviera pudiera volcarme y caer. Imagine su cuerpo rodearme para detener la caída, sentir su pelo sobre mi pecho y sus brazos sobre mi espalda para sostenerme,¿me impulsaría sobre el? ¿o me dejaría sobre la cama a su lado?.

- Aria. - su voz sonó como un rugido, me sacudí de mis pensamientos románticos y lo miré a los ojos, me sentía pesada por el deseo, mis pechos se sentían duros y sensibles contra mi pijama.

Sus ojos normalmente de un azul brillante y pálido me miraban con sobras bailarinas y espesas. Lo miré avanzar lentamente hacia mi, sus movimientos eran felinos, sus pisadas apenas se distinguían sobre el suelo. Se detuvo cuando nuestros cuerpos estuvieron a punto de tocarse, inclinó su cabeza para poder mirarme a los ojos, su cabello largo me rozaba la nariz y su perfume me envolvió, cuero jabón y bosque. Sólo quería enterrar mi cabeza en su pecho y embriagarme de su aroma.

- ¿por qué siento que te conozco? - susurró con voz atormentada. Tomó mi cara entre sus manos, sus ojos parecían intentar memorizar mi rostro y yo lo deje hacer, siendo honesta yo estaba muy ocupada haciendo lo mismo. - me diste un susto de muerte cuando te vi tirada en el piso, Adam pudo haberte matado, Aria. - me dijo con una pequeña sacudida.

- Estoy bien. - dije con voz temblorosa, Einar tocó mi labio hinchado y sacudió la cabeza, su pelo me hizo cosquillas en las mejillas.

- Te debería azotar por haberme desobedecido. - masculló de nuevo enojado. Dio un paso hacia atrás privándome de su contacto, y yo gemí frustrada.

Lo miré algo asustada, puede que el estuviera de mi parte pero aun así era un hombre, uno bastante grande,  yo no tenía modo de defenderme contra alguien de su peso altura.

Me mantuve callada mientras lo veía caminar como león enjaulado, mascullaba impropios en voz baja y se pasaba la mano por el cabello enredándolo cada vez mas.

- vamos. - dijo, sorprendiéndome. Abrí mucho los ojos y lo miré como si de repente le hubiera crecido otra cabeza.

- ¿Estás loco? ¡Me mataran!

- Claro que no.

- Claro que sí - dije, terca. Él suspiró pesadamente mientras tomaba lo que parecía una piel de leopardo y me la colocaba sobre mis hombros. Si tuviéramos un espejo estoy segura que estallaría en risas de vergüenza

- Te he reclamado como mía, Aria. - dijo lentamente. - eso significa que nadie puede desearte el mal sin darme la guerra a mi.

- No soy tuya. - dije con voz temblorosa. Él me sonrió lentamente, una sonrisa larga y lasciva, de alguna forma se me hizo conocida, mi vientre se tensó y sentí como mi cuerpo respondía ante el.

- Te equivocas, Valkiria- dijo dándome un empujón en la nalga para salir tras él. Su boca se acercó a mi oído erizando cada terminación nerviosa que pudiera existir. - fuiste mía desde el momento en que despertaste en mi cama.

- ¿A dónde vamos? - pregunté trotando a su lado para no quedarme atrás, el hombre tenía piernas largas y las usaba a su favor.

- Al final de la colina.

Mi  vikingo y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora