XI

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"Un día de partit"
20 de septiembre de 2021

Después del pequeño incidente del coche volvimos cada uno a su casa. Como buena orgullosa que soy, seguía un poco enfadada. Al final Naty era mi amiga, y pensé en llamarla para disculparme.
Aunque no creía que ella quisiese hablar conmigo.
Igualmente, le llamé.

- ¿Naty?
- ¿Que coño quieres?
- Necesito hablar contigo. Perdón por lo de antes, se que tu nada más me quieres cuidar y...
- Me has hecho sentir mal Elena. Eres una hipócrita y una manipuladora. Veo normal que tengas tan pocos amigos. Eres una falsa.
- Perdón Natalia - Dije entre sollozos - Eres una persona increíble y siento tratarte así. Eres la mejor amiga que tengo. Por favor perdóname.

Ella no dijo ni una palabra al respecto, es más, me colgó. Tampoco me buscó ni nada.
Con las manos temblorosas, dejé el móvil esperando que mi única amiga me perdonase por ser tan tonta.
Fui a beber agua. Pedri se dio cuenta de que algo me pasaba y no dudó en hablar.

- Pablo ya me ha contado lo que pasa.
- ¿Él que?
- Mira Elena, no te puedes dejar manipular así. Tienes que quererte más a ti misma y no...
- Déjame. Se lo que hago, no soy una niña pequeña. Nat solo me quiere ayudar y tu me estás mintiendo a la cara.
- No se en que momento te has vuelto así. Pero si es por la Natalia esa, te ha comido la cabeza que flipas. Paso de seguir hablando para que me discutas de tu versión idealizada de Natalia. Despierta Elena.

No pensaba contestar a Pedri. ¿Que coño les pasaba a todos con Natalia?

Evadiendo lo que pasó en el mediodía, hoy jugaba el barça contra el Betis. Teníamos que partir todos hacía Andalucía porque jugábamos allí.
Fer y yo íbamos en el coche mientras que Pedri iba en el autobús del club. Era un viaje terriblemente largo, unas 9 horas, así que a la 1 de la tarde ya estábamos saliendo.

Mi hermano puso música mientras conducía. No se como no nos atropellaron, la verdad.
Cuando paramos a comer, a Fer se le ocurrió hacerme una pregunta.

- Hoy has discutido con Pepi, ¿No?
- Sí, ¿Porqué?
- He escuchado todo - Hizo una pausa - Escúchame, sabes de sobra que Pepi tiene razón, te ha comido la cabeza tanto que ya ni sabes diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Te ha hecho pensar que actitudes así son normales ¿Te das cuenta?

Tragué saliva afirmando la teoría de Fer. Pero ella era mi amiga, no me haría eso nunca.
- No quiero hablar más sobre eso.
- Tranqui, lo entiendo.

A todo esto, no había hablado más con Pablo en todo el día. Supongo que era un ambiente demasiado tenso como para hablar.

Eran las 20:23. Ya estábamos en el estadio Benito Villamarín.
Por muy culé que sea, tenía que admitir que eranun estadio muy bonito con una afición preciosa.
O eso pensaba.

Me senté en los asientos VIP del estadio. Puesto que somos familiares de algún jugador, nos tocaba estar ahí.
Fer y yo charlábamos de cosas sin importancia.
Sin darnos cuenta, ya empezaba el partido.

Los jugadores contrarios salieron y una ola de insultos inundó el estadio.
Me sorprendió ver a Gavi como titular. No se como Xavi tenía esa confianza en él.

Un partido que comenzaba muy igualado, con pases de ambos equipos y una presión igualitaria.
Pero mi vista se desvió directamente a Pablo.
Él tiene una extraña manía de secarse el sudor con su camiseta, haciendo que una parte de su abdomen se pueda ver. Lo acepto, cuando hace eso me pone, pero muy en el fondo.
Noté como en ese momento me ponía roja y mi acompañante lo había notado, dejando escapar una risa burlona.
Pero es que está bueno el hijo de puta.

Volteé mi vista hacía el partido de nuevo. Aunque la posesión era del Barça y raramente el Betis robaba el balón, la afición animaba a su equipo.
Y desanimaba a su rival.
Insultos y más insultos cuando cualquier jugador del Barça se acercaba a la grada.
Pero me fijé nuevamente en Pablo.
A Pablo le decían que era un niñato, que no sabía jugar, que quién sabe como jugaba así, que en unos años estaría en tercera y muchísimas más cosas que hasta a mi me resultaban desagradables.

A veces no se daban cuenta que todo lo que decían iba dirigido a un pequeño niño asustado y nuevo.

Olvidando eso, el Barça se llevo la victoria con un 2-0 por un gol de Lewandowski y otro de Dembelé.

Vi como Pablo corría hacía los vestuarios y fui corriendo tras él.
- ¡Pablo! - Chillé desde el túnel intentando provocar la atención del sevillano.
El se giró y fui donde él.
Podía ver que a medida que me acercaba unas lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Fundí mis brazos en un cálido abrazo para que Pablo se desahogase. Y para hacerle saber que estaba ahí para él.
Le di un beso en la mejilla.
- Pablo cielo, no puedes seguir así. La gente te trata así por pura envidia. Por todo lo que has logrado y vas a lograr a tu corta edad.
Pablo sollozaba en mi hombro mientras yo acariciaba su pelo.
- Amor, sabes que yo siempre estaré ahí. Y yo confío en ti, ¿Vale? - Le dije mirándole directamente a los ojos.
Estampé un corto beso en sus labios mientras le sonreía.
Pero me dolía verle así.
Detrás de esa cara bonita había un niño pequeño que necesitaba una mano para agarrar. Él es un niño aún y el dolor que le provocan no es justo.

Pero hubo algo que detuvo mis pensamientos.
Vi a Pablo como sudaba y su respiración se alteraba.
No Pablo, tú no...

- Elena, ¿Porque me tratan así? - Preguntó Pablo con un hilo de voz.
- No lo se mi bonito. Pero mientras yo esté aquí me voy a asegurar de que estés bien.
- Gracias por curarlo todo, mi vida. - Pablo me dio un beso en los labios, a lo que yo le correspondí.

- Te amo, Elena.
El "Te amo" más sincero que me han dicho nunca.

Después de una victoria de un partido, siempre hay una fiesta que organiza el club y Pablo me invitó a ir.
Para ser sincera, prefería mil veces quedarme en el hotel, ya que estaba muy cansada de todo el intenso día de hoy.
- Mi linda, no te preocupes, yo iré contigo al hotel.
- ¿No vas a la...?
- No. Si me dan a elegir, te elijo a ti siempre. Y prefiero que estés bien y que estés a mi lado.
- Te amo Pablo. Gracias por salvarme.

Llegamos al hotel, y aunque estábamos en habitaciones diferentes, Pablo decidió pasar la noche en la mía.

Estaba demasiado cansada como para cambiarme la ropa, así que me iba a meter a la cama sin cambiarme. Pero Pablo, me tiró de las piernas y me lanzó el pijama.

- Si quieres te lo pongo yo, pero cámbiate anda
- Pesado
- No joder, es que llevas esa ropa desde la 13:00 y pues... Cámbiate y ya está.
- Cámbiame tú que estoy que me muero.

Realmente estaba muerta de vergüenza pero accedí a la propuesta de Pablo.
Él apoyo sus ambas manos en mi pantalón para tirar de él y bajármelo por completo.
Noté como él suspiró al verme. Alcanzó el pantalón de pijama y me lo puso.
Hizo lo mismo con mi camiseta.

Un rato después, Pablo se metió a duchar y me quedé plácidamente dormida.
Unas gotas de agua del pelo mal secado de Pablo empaparon mi cara provocando que me despertase.
Pablo me agarró de la cintura y ambos nos dormimos abrazados.

𝐘𝐎𝐔 | 𝐏𝐚𝐛𝐥𝐨 𝐆𝐚𝐯𝐢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora