ABRIL.
Hoy me volvía a París.
Scaloni me trajo al Aeropuerto.
—Bien, ¿Tenés todo, no? -preguntó y sonreí.
— Si si, falta igual -dije mirando los vuelos que salían.
—Es mejor llegar temprano y no tarde -dijo y tenía razón.
Scaloni era algo especial para mí, me cuida, me contiene y me ayuda, es todo lo que está bien.
—Este pibe que no llega más -dijo enojado Lio.
Estábamos esperando a Emi.
— Ahí viene -dije apuntando a la entrada.
Es gracioso verlo todo tapado.
— Al fin nené -dijo Scaloni.
—Pero si falta todavía -dijo Emi y me reí. —¿Cómo estás? -preguntó abrazándome.
—Bien, ¿Vos? -pregunté sonriendo.
—Si vos estás bien yo también -dijo el último romántico—Me gustaría que te quedarás.
—Ya te dije, nos vemos en Inglaterra -dije separándome del abrazó.
—Dejá un poco para mí -Scaloni se acercó. —Gracias por todo.
—Ay no me diga esas cosas porque lloró -dije con ganas de llorar.
Parecia que nos separabamos para toda la vida.
—En serio muchas gracias, me hubiera encantado pasar la navidad con vos -dijo y me abrazo otra vez.
Scaloni me intentó convencer de quedarme acá, al igual que los chicos, pero la realidad es que yo no tengo todo en París.
Me asusté cuándo dieron avisó al próximo vuelo, al mío.
—Bueno -suspiré y me levanté.
—Ya es hora, que tengas un lindo viaje y escribime cuándo llegues -dijo Lio y me abrazó.
— Te voy a esperar toda la eternidad, porque sos la mujer de mi vida -dijo Emi y se me hizo un nudo en la garganta.
Los abracé por última vez y me subí al avión.
Me senté en los asientos y sentía que nada iba hacer igual.
¿Por qué CORCHO estoy dejando Argentina?
Dios me doy cuenta de estás cosas muy tardé lpm.
Me levanté rápido y agarré el bolso que estaba arriba de mi asiento.
"Que pelotuda, que pelotuda, que pelotuda, que pelotuda" me repetía en mi mente.
—¿Señorita dónde va? -me preguntó la azafata.
—Perdón, me tengo que ir -dije un poco alterada.
—Si si, tranquila -dijo y me ayudó a bajar.
Que agradable sujeta ahre.
Me dieron mi valija y salí volando de ahí.
Intenté buscar a Emi pero no lo ví, estaba llenó de gente que volvía de otros lados, todos con la remera de Argentina.
— ¿Abi? ¿Que pasó? ¿Estás bien? -me atendió Emi rápido.
—¿Dónde estás? ¿Te fuiste? -pregunté.
—No, ¿Por qué? -preguntó confundido.
—No me voy a París Emi -solte.
—¿Eh? No entiendo nada Abi -dijo con una risa nerviosa.