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Enzo Fernández
Sentada en el taburete del antro pido otro trago, había terminado de discutir con mi novio, nuestro amor por el otro se fue desvaneciendo con el tiempo, no era lo mismo. Peleamos porque encontré las conversaciones que tenía con una chica y le reclamé, se enojó muchísimo y no logramos acordar una decisión final. Suspire, le iba a terminar, no me sentía tan triste al respecto porque hace unos días buscaba una justificación para terminar todo esto.
Siento la presencia de alguien y miro de reojo, un chico con camiseta negra se sienta en unos de los taburete del lado, la loción masculina recorrió mis fosas nasales. Levantó su mano captando la atención del bartender, el cuál preguntó que iba a ordenar, él dirigió su mirada hacia mí, deslice mis ojos al estante lleno de variedades de bebidas simulando no haberlo visto.
Era enzo, amigo de mi novio.
— Quiero lo mismo que ella—pidió con una voz bastante gruesa y atractiva que hizo mirarlo sin descaro. Alelada observó su sonrisa, sus dientes en un estado óptimo.
Carraspeo mi garganta cuando sus ojos caen en mi, aún sin quitar su sonrisa apreciando su rostro mejor. Sus cejas tenían una característica forma que le quedaban de maravilla acorde su cara, no podía negar que era bastante hermoso. Relamio sus labios, poniendo ambos brazos en la barra.
— ¿Qué onda? ¿Te dijo algo Cristián? —soltó de repente, causando que lo viera con atención y de paso lo detallará al máximo.
— ¿Qué cosa? —pregunté desconcertada. Su sonrisa se agrandó y negó con la cabeza—Decime, pelotudo.
— No, nada—lo fulmine con la mirada, insistiendo—Me dijo que te dejé de joder, nada más —Su trago llegó y agradeció al hombre, mantuvo sus ojos en los míos tomando ligeramente del líquido.
— ¿Sí? —levante una ceja riendo leve—¿Y es porqué tenes novia? Porque no veo un anillo en tu dedo—desplace mis ojos hacia sus manos cubierta de tatuajes, sin rastro del material mencionado.
— ¿Te interesa? —mordió su labio inferior observando los míos—Porque a mi no.
— No del todo...—murmure.
—Y contame—lo mire —¿Por qué estás acá?
— Romero me gorreo—respondí sin importancia, recibiendo una reacción diferente de parte de él a la que me imaginaba. Me miró estupefacto para finalmente carcajear, lo observé indignada.
— Jodeme—negó levemente su cabeza desapareciendo poco a poco su risa hasta volverse una vaga—. Pero que pelotudo. Dijiste "novio", ¿no le cortaste todavía?—negué, una enorme sonrisa marcó hoyuelos en sus mejillas—Gorrealo.
Sonrei burlona pensando que era una broma hasta que su semblante cambió. Mordi mi labio inferior nerviosa ante la seriedad de sus palabras. Yo no era capaz de engañar a Cristian aunque él lo haya hecho, podría sentir todo el rencor e impotencia pero jamás hacerlo. La culpa me iba a consumir y una gran decepción de mis actos también.
