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Lisandro Martinez
Lo busco confundida, entre la multitud de personas que se encontraban en constante movimiento dificultando mi búsqueda. Finalmente lo veo, charlando con sus amigos muy emocionado. Camino hacia el cumpleañero interrumpiendo la conversación que tenía con los chicos, ellos me miran sonrientes en modo de saludo, y les devuelvo el gesto. Mi corazón late con rapidez cuando mi vista cae sobre Lisandro, y su expresión cambia a una de mayor felicidad, siento mi corazón estremecer de amor.
— ¡Feliz cumple!—exclamo abrazandolo. El sonido fuerte de la fiesta genera que tenga que hablarle con un tono alto de voz.
Él me agradece con una amplia sonrisa, y me lleva a la pista de baile, abandonando a sus amigos que le gritan boludeces.
Conversamos un momento de distintos temas en unos de los sillones, mientras la música resuena en el salón y la gente baila a nuestro alrededor. Mis ojos no podían disimular lo estufecta que me dejaba su imagen, generando que más de una vez hiciera chistes relacionado a eso, pero realmente; ¿Qué piba no se ponía de esta manera por él?
Suspire tomando de mi bebida, simulando prestar atención a lo que me decía pero era todo lo contrario, estaba hundida en mis pensamientos, pero vuelvo al presente cuando siento unos de sus dedos en mi rodilla Trague en seco por su actitud, podia jurar estar temblando, tenía mi piernas estiradas sobre sus muslos, sentada aún lado de él. Posición "cómoda" podría decirse, pero sentía el corazón en mi boca.
— ¿Qué te parece la joda?—preguntó, él sonrió ladinamente.
— Una mierda—bromeó mientras lo veo arrugar sus cejas, indignado. Suelto una pequeña risa camuflando mis nervios.
— Que forra—se ríe también, baja la mirada a mis labios y regresa nuevamente a mis ojos.
Este pibe me iba a volver loca, y por si fuera poco desplaza su mano por arriba de mi rodillas, haciendo movimientos circulares en está.
Era tan obvio que nos teníamos ganas, pero ninguno daba el siguiente paso, aunque nos dábamos indicios no eran suficientes. Con el tiempo la tensión iba aumentando, eran tantas vueltas que me ansiaba pensar que podía dejar todo atrás y besarlo en segundos. Las miradas, palabras, y muchas cosas y dejaba en dubitacion los sentimientos acumulados, junto la amistad perfecta que aparentabamos tener. El dilema de elegir entre amistad o amor, era un riesgo enorme que me llenaba el cuerpo de pavor.
Ya sabia lo que iba hacer.
— Ahora que me doy cuenta...—hago una pausa captando su atención. Él levanta las cejas en un gesto para que continúe hablándo—no te di el regalo.
— Tenes razón—asiente, fingiendo pensar sonriendo— ¿Y mi regalo?
