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lionel scaloni
Era medianoche, estaba sentada en la mesa del restaurante junto mis compañeros de trabajo, en resumen, estaba la presencia entera del cuerpo técnico del AFA y otras personas más, celebrando lo exitoso que fue el proyecto el cuál habíamos estado trabajando, que llevó a la victoria del amistoso de Argentina vs Panamá. Fue un momento de bastante emoción y añoranza el volver a ganar algo, aunque no con el mismo significado e importancia como la copa del mundo pero ver y entrenar nuevamente a la selección argentina me envolvia en nostalgia y varias sensaciones más.
— ¡Sin la kinesiologa capa que tenemos no sé que hubiéramos hecho! —dijó mi compañero sentado a mi lado con su copa de vino entre sus manos.
Mis mejillas se tornaron un poco coloradas, era profesional en mi trabajo y lo sabía muy bien, aún así me sonrojaba cuando se trataba de halagos referidos a eso. Mi carrera permitió que conociera gente de todo tipo hasta figuras famosas. Amplio bastante mi vida social, nuevas oportunidades se me dieron y mejoró mi estabilidad económica, era un sueño hecho realidad, aparte que cree nuevos vínculos muy buenos y varios que otros conflictos. Pero tenía lo que tanto deseaba y eso era lo único que me importaba.
Iba a contestarle pero la vibración de mi celular llamó mi atención antes de poder percatarme de algo, me quedé observando la pantalla, leyendo un par de veces el mensaje frunciendo las cejas, tratando de averiguar si eso era producto de un mensaje mal enviado pero no parecía serlo.
lionel scaloni
Baño delsegundopiso, a la izquierda, tercera puerta, apurate.
Cuando estaba con Lionel la tensión era máxima que lograba poner incomodo a los demás, era una guerra de miradas llenas de sentimientos indescifrables, o gestos y palabras que eran hechas para acabar con la cordura del otro, eso empezó a suceder con frecuencia luego de cojer en el predio del AFA por última vez, claro, donde hubo fuego quedan cenizas. Estaba desconcertada por el atrevimiento que tuvo de mandarme un mensaje ya que no sucedía a menudo, rara vez lo hacía para comunicarme algo del trabajo pero frío y profesional, sin intervenir nada de temas personales.
No respondí, solo guardé nuevamente mi celular observando un punto fijo hundida en mis pensamientos, ¿Qué debía hacer? ¿De verdad esa mensaje era para mí?, rodee la mesa con los ojos analizando a los presentes, no creo que Scaloni quiera hablar con unos de ellos, aún menos conmigo. Nunca lograba hacer caso a mis instintos y sucedían cosas buenísimas.
Ya fue, iba a ir.
Acomodó mi bolso luego de pedir permiso antes de pararme. Mi corazón empezó a latir con rapidez, estaba dudando sobre la idea de tomar su orden, aún seguia pensando que fue una equivocación pero la curiosidad siempre opacaba a los demás. Nadie preguntó nada, todos estaban tan pendiente a la conversación que había comenzado mi compañero segundo atrás.
