7. Cosa de las hormonas

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Una semana había pasado desde que Chimon entró a trabajar a la empresa

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Una semana había pasado desde que Chimon entró a trabajar a la empresa. Una semana en la que por más que intentara no se acostumbraba a las cosas que sentía, pero hacía un esfuerzo por parecer normal.

Lo que Chimon no sabía era que sus jefes estaban pasando por lo mismo. Ya habían descubierto que nadie más en la empresa aparte de ellos podía percibir su aroma y eso los confundía más.

Todo iba bien, aparte de ese detalle. Chimon era un asistente muy eficiente y como dijo, aprendía rápido. El trabajo para Ohm y Nanon era más fácil si estaba mejor organizado.

Chimon vestía cómodamente como le dijeron que podía hacer. Usaba sus habituales suéteres de colores pastel y pantalones ajustados al cuerpo, pero nada que se viese vulgar. Ese estilo lo hacía ver más tierno y lindo de lo que era y llamaba mucho la atención en los demás empleados de la compañía. Pero él no prestaba atención a eso. De alguna manera cada mañana se arreglaba con el pensamiento de verse bonito para sus jefes y nada más.

Era viernes de la segunda semana y Ohm se había encerrado en su estudio, como era de costumbre cuando terminaba el trabajo de oficina y Nanon se encontraba en la sala de prácticas. Eran casi las siete de la tarde y todos ya se habían ido a descansar. Chimon salió de la oficina rumbo al estudio para avisar al señor Pawat que se iría ya a casa.

Tocó la puerta, pero no abría. De seguro se había quedado dormido, así que desbloqueó la seguridad con su tarjeta y metió la llave en la cerradura. Cuando abrió se quedó inmóvil un momento, la estancia estaba inundada del aroma a cítricos de Ohm y se sintió mareado por un instante.

Se acercó al escritorio y movió su hombro para despertarlo suavemente, pero no despertaba. Lo movió un poco más fuerte y se escuchó un gruñido que erizó cada vello en su cuerpo y sacó un leve gemido de sus labios.

Ohm se despertó por el aroma a flores y se le quedó viendo un par de segundos.

—¿Qué haces aquí?

—Lo... lo siento señor Pawat. Son las siete y quería avisar que debo irme. Hoy tengo práctica nocturna en la universidad y se me hace tarde. —Chimon trataba de no caer ahí mismo de rodillas frente a ese hombre que se veía tan sexy con la ropa desarreglada y la voz ronca por el sueño.

—¡Vete! Sal de aquí, que tu aroma se quedará impregnado en la habitación. Solo vete ya, nos vemos mañana. —Ohm lo despidió de manera brusca, pero es que el aroma a flores lo estaba volviendo loco en ese espacio pequeño y cerrado.

Chimon salió, con el semblante decaído. Era obvio que su aroma molestaba al señor Pawat, pero no era su culpa, él sí tomaba los inhibidores.

Se dirigió al salón de prácticas para anunciarle al señor Korapat también que se iría a casa.
Cuando llegó se quedó en la puerta viendo los movimientos del alfa. Bailaba de una manera tan especial, fluía en el free Style y se notaba lo mucho que disfrutaba. Otra vez la misma sensación.

"Pero ¿Qué diablos me pasa?" Pensaba Chimon. "No puedo estar volviéndome loco por dos hombres a la vez. No es normal sentirme si por dos alfas que además son pareja".

Pero ¿Qué podía hacer él para evitarlo?

—¿Sucede algo Chimon? —la pregunta de Nanon lo sacó de sus pensamientos con un sobresalto. Ni siquiera lo estaba viendo ¿Cómo sabía que estaba ahí?

Y como si escuchara sus pensamientos Nanon respondió.

—Puedo olerte Chimon, lo sabes.

—Mis disculpas por interrumpirlo señor. Sólo quería avisarle que me retiro por hoy. —Chimon bajó la mirada cuando Nanon se acercó.

—No te preocupes, ya he terminado. Puedes marcharte. —Nanon se acercó demasiado y tomó una honda respiración con el aroma de Chimon— Hueles demasiado dulce para mi gusto pequeño. No es desagradable, pero me desconcentra. Pasa una buena noche. —y sin más se retiró dejando a Chimon apoyado al marco de la puerta para no caer al suelo por la sensación. Como si una corriente eléctrica le golpeara la columna de arriba a abajo.

Definitivamente Chimon se estaba volviendo loco por sentir cosas anormales. Él no podía sentirse atraído por dos alfas a la vez, no por sus jefes, no por dos hombres que eran pareja.

Salió de ahí con los nervios a flor de piel. No entendía que le pasaba. Que significaba todo lo que estaba pasando.

Pero si su aroma molestaba a sus jefes, ¿por qué no lo habían despedido ya? Muchas preguntas rondaban su mente y no les hallaba respuesta.

Solo podía recurrir a su amigo. Él podría ayudarle a entender lo que pasaba o al menos hacerlo sentir mejor, que no estaba volviéndose loco.

Así que le llamó y le contó todo lo que le estaba ocurriendo.

Bright estaba preocupado por su amigo y lo primero que se le ocurrió fue aconsejarle que renunciara

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Bright estaba preocupado por su amigo y lo primero que se le ocurrió fue aconsejarle que renunciara. Tal vez así desaparecería todo lo que estaba sintiendo.

Pero es que simplemente Chimon no podía. Necesitaba el trabajo y el dinero de la paga para cubrir sus gastos que iban en aumento. Esa era la excusa que le ponía a su amigo, pero la verdad es que había descubierto que no podía, simple y sencillamente algo dentro de él, más específicamente su lobo lo hacía querer permanecer cerca de esos hombres y no podía luchar contra el instinto. Esa parte de él que le exigía estar cerca de los dos alfas y hacerse notar más allá de sólo el trabajo.

Pero Chimon no podía hacer eso. Estaba mal querer meterse en medio de una relación de dos personas. Meterse con sus empleadores.

¡Por Dios! Eran los dos y no sólo uno de ellos ¿Qué clase de pervertido lo hacía eso?
Su lobo se estaba volviendo demente. Seguro era por la falta de sexo. A sus veintidós aún era virgen, tal vez por eso se sentía así. La madurez sexual había llegado hace tiempo y él nunca había siquiera pasado un celo acompañado.

Probablementeesa era la razón. Sus hormonas estaban jugándole una mala broma. Si, era cosade las hormonas.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Destino inesperado (#1) - H.A #27Donde viven las historias. Descúbrelo ahora