Capitulo 10

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Narra I.


El calor del sol era insoportable. No estaba acostumbrado a estar bajo él. La mayoría de las veces que salía usaba un Kasa de sombrero para cubrirme, así lograba no tener que aguantar ese bochornoso clima sobre mi cabeza.

La capa de la organización comenzaba a acalorarme y con eso también empezaba a estresarme. Miré abajo para revisar cuando más nos faltaba para llegar; todavía estábamos muy lejos como para siquiera averiguar cuántas horas tardaríamos. Unas ruidosas carcajadas llamaron mi atención al igual que mi vista, giré, solo para hallar a Hidan conversando con Kakuzu, sabía que aún que no supiera la razón de su plática, terminarían discutiendo por algo estúpido, era como una ley entre ellos.

Los miré de mala gana sin que se dieran cuenta de la expresión en mi rostro; poco después recordé a otro de mis compañeros que también se mantenía con nosotros extrañamente callado.

Deidara estaba de espaldas observando el sol que tanto odiaba. Su cabello meneandose con la poca brisa que recorría el día me dieron una bella imagen de su cabello rubio y lacio, sonreí leve tras recordar los momentos en los que me sentía importante a su lado. Por ejemplo, me divertía ver su cara en un puchero enojado cuando se preocupaba por mí. Me hacía sentir raramente bien recibir su atención.

Últimamente lo veía más alegre pero sin su característica pizca de imperactividad, eso me tenía extrañado al pensar en él antes de dormir.

Con el pasar de los días había conseguido encontrar sus verdaderas viturdes, las cuales eran los defectos que mi yo de hace unas semanas encontraba. Una de ellos podría decirse que era su cabello largo que lo hacía ver ligeramente afeminado a más no poder, encontraba desagrable eso ¿Por qué? Ni siquiera yo mismo lo sabía, pero en estos últimos días ya no era así, más bien todo lo contrario. Sentía que era uno de sus atractivos más grandes. Otro podría ser su alocada impulsividad para actuar, pero así era él, y así me llegó a agradar.

Pareció notar mi ojos sobré si, volteó su cabeza mirándome directamente como si solo hubiese girado para verme, no obstante, su mirada era diferente a las otras veces, sus ojos soñadores parecían asustados y/o confundidos, la idea de que había estado llorando me asustó. Sin decir nada me paré de mi sitió acercándome para sentarme a su lado, en ningún momento quité mis ojos de los suyos.

—¿Te pasa algo?— curioso le pregunté, a pesar de no ser un amigo "cercano" por así decirlo, tenía dudas respecto a su pasado y a su vida, quería saber lo que hacía que llorara, también quería saber que le gustaba y que no. Quería conocerlo más.

Dejó de verme, sus mejillas estaban rosadas a comparación de cuanto sentía vergüenza, porque cuando era pena se ponía rojo. Fruncí el entrecejo ya más ansioso por su respuesta, bajó la mirada quitándome la oportunidad de mirar sus grandes orbes azules.

—Deidara contesta— pedí tratando de no sonar desesperado, no entendía como ni porqué me preocupaba, pero lo hacía y no podía ignorarlo.

—Nada— susurró con su mano en el codo, sus ojos no me querían ver ni permitían qué los encontrará.

—No me mientas— no me percaté de la cercanía que estaba manteniendo y me acerqué mucho más —, dime qué te sucede— hablé otra vez.

—Te dije que nada..— seguía sin verme, tan obstinado cómo siempre, rotó su cabeza hacia un lado mirando abajó. Su comportamiento ya estaba estresandome y el Sol cayendo sobre mi cabeza quemándola no ayudaba en nada.

Dejé de insistir, si no quería decirme que no lo hiciera, el clima parecía darme la contra en ese momento.

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Rain Of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora