Capitulo 9

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Me levanté sentandome en mi sitio, aún era temprano, pero Kakuzu ya alistaba sus cosas mientras despertaba a Hidan removiendolo de un lado para el otro, el ruido de sus quejas poco a poco me despertó por completo, miré hacia adelante para ver la salida de la cueva. Ya era de día, se oía el estruendo de la lluvia cayendo sobre el piso sin parar, hice una mueca estirando mis brazos para estirarme, sentí que tronaba al igual que mi cuello, el cuál también crují con cuidado, respiré profundo preparándome para comenzar el nuevo día que nos esperaba. Giré a un lado queriendo encontrar a Itachi, pero ya no estaba. Arrugué mi expresión con duda, volteé a ver a Kakuzu para preguntarle, pero él parecía ocupado atacando a Hidan que parecía no querer despertar. Sin que se dieran cuenta, me coloqué los zapatos saliendo de la cueva de puntillas.

A penas saqué mi cabeza, la fuerte lluvia cayó sobre mi cabello mojándome por completo, maldije a mis adentros por mi suerte, había olvidado llevar un paraguas y ya no podía regresar, de lo contrario el canoso me haría preguntas junto a Kakuzu. Rodeé los ojos ante mi mala suerte comenzando a caminar buscando al Uchiha, quería avisarle que ya pronto saldríamos, sin embargo, era muy probable que él ya lo supiera.

El pasto bajo mis pies era aplastado con cada paso que daba, andaba por ahí, sin siquiera tener una idea de en dónde podría estar, pero el leve sonido de un plástico chocando con las gotas abundantes de lluvia me distrayó, giré en mi eje dando la vuelta. Hallé su mirada de nuevo, estaba acercándose con paso lento llevando un paraguas sobre él.

Llegó hasta mi lugar quedando frente a frente cubriéndome con el mismo haciendo que mi a mi rostro ya no le cayeran gotas —Deberías estar dentro de la cueva Deidara— miró mis ojos frunciendo el entrecejo —Estás empapado, te enfermaras.

Cruzé mis brazos —La verdadera pregunta es, tú, que haces aquí— le apunté con el dedo chocando su pecho —A penas es de mañana, también enfermaras y no quiero estar cuidándote toda la noche cómo aquella vez— embocé una sonrisa recordando la ocasión, se había enfermado por el veneno de agua de unos ninjas que nos atacaron, él quedó muy mal, había tenido que cuidarlo día y noche ya que la fiebre no bajaba y no podíamos ir a un hospital, eso estaba claro.

—Ten por seguro que no lo harás nuevamente— su sonrisa fina y calmada retiró poco a poco el frío de mi cuerpo haciéndome sentir cálido, le sonreí de igual manera. Momentos como esos pasaban muy pocas veces con ese malhumorado que tenía de compañero.

—Volvamos. Salí sin pedir permiso de mami Kakuzu— omenté ironicó.

Asintió cubriéndome con el paraguas por completo, empezó a caminar en dirección a la cueva y lo seguí para no mojarme.

En unos minutos ya estabamos fuera de la cueva, mi ropa se empezaba a secar al igual que el cielo, del cuál luz amarillenta nacía con lentitud dando paso al día soleado, el clima era raro en el transe de verano a invierno. Cuando las últimas gotas de lluvia cayeron Itachi cerró el paraguas, le agradecí sonriendo entre dientes. Si no hubiera sido por él era muy probable que en verdad si terminará enfermo.

Entramos a la cueva caminando sin apuros, pero la imagen que vimos al llegar daba mucho que pensar. Kakuzu estaba sobre Hidan tomándolo de las muñecas a escasos centímetros de su rostro con el ceño fruncido, e Hidan ejercía resistencia apoyado en la pared de la cueva.

—¡Tengo sueño, quiero descansar!— gritó con un gruñido agregado acercando sus rostros aún más, miré espectante la tensión que mantenían.

—¡No me importa! ¡Levántate ya!— wu exigente voz daba a entender el estrés que se estaba conteniendo.

—¡¿Quieres pelear acaso?!

—¡A mí no me ataques idiota, ni te atrevas!— estampó las muñecas de Hidan en la pared de roca con fuerza.

Rain Of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora