Capitulo 3

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Narrador O.

Al ver a su compañero desmayarse, algo dentro él se removió provocando furia e incertidumbre por la misma, activó su Sharingan para luego de unos segundos activar el Mangekyou Shanringan, bajó del árbol y dejó al rubio recostado en el tronco.

Saltó hasta llegar a dónde estaba aquel chico para confrontarlo, no iba a ser complicado, pues parecía ser un enemigo fácil de vencer, solo necesitaba que lo mirase a los ojos.

En cuanto el nombrado se percató atacó sin pensarlo.

Itachi logró esquivar la mayoría de los ataques que ejercía el tipo con un kunai, pero aún no entendía el propósito del chico, no había estado prestando atención a lo que decía mientras lo miraba hoy, estaba.. distraído.

En un rapido movimiento logró tomar el pergamino entre sus manos sin que se diera cuenta, subió hasta el árbol en dónde estaba Deidara. Lo abrazó a su cuerpo y saltó árbol tras árbol hasta llegar a la entrada del pueblo, lo único que oía eran gritos repitentes mencionando a una tal Ame. Decidió ignorarlos pues ya había completado la misión relativamente fácil.

Al llegar entregó el pergamino a la misma persona que les había dado la pista, está lo miró con terror, pues en sus ojos aún se conservaba el Sharingan activado. Itachi salto unos árboles más hasta llegar a la posada de la noche anterior, dónde habían dejado las cosas, pues ya tenían en claro que volverían al mismo lugar.

Pidió una habitación matrimonial, quería ver qué Deidara despertará y cuidarlo en el proceso, aunque su deseó le resultará raro muy dentro suyo, sabía que tenía que hacerlo así no quisiera. Después de todo Deidara era su compañero de viaje y él que lo ayudaría a cumplir las misiones.

Entró a la habitación con el rubio entre sus brazos, lo recostó en la cama mirando su exhausto rostro, tenía algunas manchas de polvo y arena. La sangre en su cabeza parecía haberse detenido dejando rastro por sus rubios cabellos.

Caminó hasta el baño tomando algunos paños blancos, los remojó en agua tibia y los dejó en la mesita de noche al lado de la cama.

Se sentó al lado del muchacho inconsciente -En serio eres un problema.- susurró mientras tomaba uno de los pañitos limpiando su cabeza y todo el rastro en ella con toques suaves para no hacerle daño ni lastimarlo, tomó otro para empezar a limpiar su rostro manchado.

Lo observó por unos segundos: Se veía tan calmado, cálido y relajado, era extraño en él ver aquellas expresiones. Sonrió inconscientemente sin percatarse, limpió sus mejillas y su frente hasta que llegó a sus labios, los cuales cada que tenían la oportunidad le insultaban hasta más no poder, los labios que eran más insolentes que cualquiera. A pesar de todo, también los limpió ya que estaban resecos.


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D

espués de unas horas los ojos de Deidara comenzaban a abrirse ante la atenta mirada de Itachi.

-Hm..- murmuró a penas despertando, miró a su alrededor percatandose de la compañía a su lado, la cuál que no se inmutó al verle despertar -¿Qué haces ahí Uchiha..?- derrepente su cerebro hizo clic recordando todo, abrió los ojos con sopresa al hacerlo -¿En dónde está ese tipo? ¿¡Y el pergamino?!- se levantó de golpe sentandose en la cama mientras se quitaba la manta que llevaba encima -¡Uchiha! ¿¡En dónde está ese pergamino?!- su respiración estaba algo agitada, se puso de pie con algo de esfuerzo.

-Idiota, no te pares estás herido.- indicó tomandolo por los hombros para sentarlo de nuevo en la cama, para finalmente quedar a escasos centímetros de su rostro.

-¿He-herido?- preguntó sin entender.

-En tu cabeza, no te muevas - el anterior nombrado tocó su cabeza con la mano derecha, hasta que sintió un fuerte dolor en una de las zonas y soltó un leve quejido -Cúrate rápido quieres, o se te van a espacar las ideas.- soltó a modo de mofa, alejándose para dirigirse al baño.

Deidara lo miró extrañado mientras se iba, por el golpe le tardó un poco entender a qué se refería por lo anonadado que estaba, luego de unos segundos de estar pensando lo entendió. Un gruñido salió de sus labios junto a una sonrisa burlona -No sabes hacer chistes..- murmuró sin ser escuchado del todo.

Suspiró sin más, volteó su cabeza hacia un lado hallando un recipiente blanco con paños del mismo color dentro suyo.

-¿Qué me sucedió..?- se preguntó en voz baja hablando con él mismo, no recordaba nada de lo que había pasado luego de desmayarse.

"¿Itachi lo había cuidado todo este tiempo?" Aquella pregunta se hizo presente en su cabeza dando vueltas una y otra vez sin encontrarle respuesta alguna, haciéndolo fruncir el ceño por las constantes ideas que se le ocurrían por cada segundo que pasaba. Pero fue interrumpido por el ruido de la puerta del baño abriéndose, de ella salió Itachi sin la capa de Akatsuki, con las manos atrás de su cuello haciéndose su típica coleta.

Dirigió su mirar hasta él y se atrevió a cuestionar -¿Por qué tengo un golpe?"

El receptor le prestó total atención sin dejar su cabello de lado para verlo a los ojos -Te salvé de que murieras por un kunai- contestó y en su voz se podía notar una pisca de burla.

-¿A qué te refieres?- interrogó ya más alterado.

Un silencio inundó la habitación por a penas unos segundos hasta que Itachi terminó de peinarse -El ninja, te iba atacar sin que te dieras cuenta- habló por fin liberandolos de la mudez que se había creado -Te salvé por impulso, de lo contrario me hubiera quedado sin compañero de equipo.

El pelinegro se le quedó mirando sin expresión en su cara dejando su pelo detrás de sus hombros, estaba con el típico semblante serio que siempre usaba para referirse a cualquier otra persona. Deidara hizo una mueca extrañado mientras se ponía cabizbajo, había entendido todo, pero aún le resultaba difícil comprender que Itachi lo había salvado de un ridículo ataque. Subió un poco su mirar hasta chocar repentinamente con la oscura mirada de su acompañante, tragó saliva al ver mejor sus facciones, se había perdido en ellas luego de no saber que otra palabra articular ante la explicación.

Cabello negro y algo largo atado en una coleta, piel blanquecina que tenia buena apariencia a simple vista, ojos negros rasgados azabaches que brindaban una misteriosa y profunda mirada, labios color piel no tan delgados y la forma de su rostro que yacía perfecta para todas sus facciones. Nunca antes lo había visto detenidamente y era algo obvio, pues en ocasiones ni siquiera tenía ganas de verlo a la cara por su gran odio dirigido al Uchiha para nada secreto en la organización.

-Puedes agradecerme después, recibir agradecimientos tuyos diarios es raro- rompió la concentración del rubio al hablar, notandose en sus labios una pequeña sonrisa de lado. Algo burlona a decir verdad.

Deidara volvió en sí cuando escuchó la voz gruesa del Uchiha que se mantenía mirándolo sin decir más nada. Cruzó sus brazos para volver a fruncir el entrecejo -De todas maneras no pensaba darte las gracias ¡hum!- exclamó indiferente mirando hacia un lado para no ver al Uchiha, el cuál soltó una pequeña risa con vacilación, siendo casi inaudible para el rubio. En ese mismo instante su cabeza volvió a doler, causando una mueca junto a un quejido. Llevó una mano a su herida- ¡Agh..!

-¡Te dije que no te movieras!

Deirada estaba tan estresado que, aquel regaño había sonado como el más duro que había tenido en sus cortos años de vida. Gruñó y le fulminó con la mirada listo para seguir refutando.

-¡No me digas que hacer, idiota!

Rain Of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora