Mientras Sam y Dean buscan a su padre, descubren que tienen una hermana...Su padre no solo los envía a resolver casos, sino que tambien les pone otra tarea en el plato, que es cuidar de su hermana pequeña cuya madre es diosa de lo sobrenatural.
𝐌𝐞...
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SYBIL CORRIÓ HACIA SU HERMANO MAYOR, inclinándose sobre él. Dean gimió de dolor cuando Sam se acercó poco a poco a su cuerpo tendido. Sybil se puso de pie y miró a su hermano, con lágrimas corriendo por su rostro.
— Sammy, detente. Por favor — Dean finalmente volvió en sí, tosiendo y jadeando. Sam miró el cuerpo de su hermano mientras buscaba por la habitación — Sam, tenemos que quemar los huesos de Ellicott y todo esto terminará y volverás a la normalidad.
_Soy normal — corrigió Sam — Solo estoy diciendo la verdad por primera vez. Quiero decir, ¿por qué estamos aquí? ¿Porque estás siguiendo las órdenes de papa, como un buen soldadito?.
Mientras Sam estaba ocupado burlándose de Dean, Sybil retrocedió lentamente, buscando los huesos. El espíritu que poseía los pensamientos de Sam estaba tan concentrado en el conflicto entre los hermosos que ni siquiera se dio cuenta de que la niña miraba a su alrededor. Dean descubrió lo que estaba haciendo y continuó distrayendo a su hermano.
Dean gimió mientras se recostaba — No eres tú quien habla, Sam.
Sybil miró alrededor de la habitación, con cuidado de permanecer fuera de la vista. Le costó mucho no gritar cuando Sam apuntó con un arma a Dean. La pequeña comenzó a desesperarse, el panico comenzaba a crecer en su interior. De repente, Sam apretó el gatillo, causando que Sybil gritara y corriera hacia Sam. Poco sabia ella, el arma hizo clic, lo que indica que, para empezar, nunca se cargo.
— ¡Sybil, sal!
Sybil saltó fuera del camino justo cuando Dean lanzó un puñetazo a la cara de Sam hasta noquearlo y recogió a Sybil. La niña lo abrazó con fuerza, temerosa de soltarlo.
— Está bien, pequeña — la consoló — Estoy bien.
Sybil miró a su hermano — Sam mejorara, ¿verdad? ¿Una vez que quememos los huesos?
— Si. Sammy volverá a la normalidad.
Los dos continuaron buscando en la habitación secreta alguna evidencia de dónde se pudieron haber escondido los huesos. Cuando Dean apartó algunas cortinas, un espíritu camino discretamente detrás de los dos. Sybil se animo, sintiendo una sensación más fuerte que un par de segundos antes.
— Dean, algo no está bien...
Él la miró — ¿Por qué qué está mal?
— Hay algo aquí — explicó ella.
— Bueno, será mejor que encontremos esos huesos rápido — dijo Dean.
Dean bajó a Sybil mientras se agachaba frente a una especie de gabinete. Después de mirar el mueble por un minuto, finalmente tuvo el coraje de abrirlo y revelar el cadáver del Dr. Ellicott. Dean gimió en voz alta, atragantándose con los restos del doctor mientras Sybil se pellizcaba la nariz, su rostro se arrugó con disgusto.
