𝘚𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦 𝘣𝘳𝘪𝘴𝘢.

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Al cerrar los ojos creo flotar.
Es en ese momento cuando me doy cuenta de que estoy a punto de arribar.
Floto, floto y floto un poquito más.
Por fin llego a mi rinconcito de paz.
Escucho pájaros cantar; agua correr en un rio, jugándole una carrera al viento, su casi enemigo.
Hay margaritas, jazmines y más; en el centro, un precioso tulipán.
Hay narcisos en el agua y quizás algún papiro a las orillas de un Nilo.
Mi propia isla de Nunca Jamás, solo que no está custodiada por un niño eterno al que de chiquita solía adorar.

No había Wendys,
No había niños perdidos:
No había ningún Peter Pan.

Me acompaña una simple brisa, marcando en las flores un camino, uno amarillo.
Encuentro al final del recorrido, un jardín etéreo de amores perdidos: el lecho de laureles, adonis y jacintos.

Ad sanandumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora