𝟺, 𝟹, 𝟸, 𝟷... 𝟶.

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4 puestos de flores veo en mi recorrido por la ciudad.
Hombres y mujeres se acercan a las personas que venden, y huelen, huelen rosas, jazmines y tulipanes; huelen menta, albahaca y romero. 

3 caminos veo, al final de la calle, que llevan a lugares distintos. Una encrucijada parece ser, pues no sé cuál escoger.

Una niña pequeña se me acerca y choca contra mí, pero se levanta muy resuelta y me ofrece una rama seca con tres capullos cerrados antes de correr hacia un árbol y esconderse tras él. Por lo que tomo este hecho como una señal y me dirijo hacia mi destino: el tercer camino.

2 parejas pasan en bicicletas por la vera de la vía; hablan, ríen y cantan su propia música en un idioma desconocido para mis oídos, pero me llena de alegría su disfrute paulatino.

1 torre veo a lo lejos, lo que me motiva a seguir mi aventura. Algo me llama la atención, miro y comprendo algo reparador...

0 personas a mi alrededor. Silencio absoluto, hasta que de repente un pájaro comienza a entonar un bello canto que relaja mi adolorido cuerpo y me invita a descansar.

Me acomodo en el suelo manteniéndome caliente y cierro los ojos observando al castillo al que mi alma sola podrá llegar.

Ad sanandumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora