𝘋𝘰𝘴 𝘤𝘪𝘦𝘨𝘰𝘴 𝘦𝘯𝘢𝘮𝘰𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴.

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Una mujer de cabello colorado camina de la mano, acompañada, de su dedicado acompañante.  

Él mira delante, pero a veces observa por el rabillo del ojo, esos bellos labios y la ligera sonrisa que aparece cuando la muchacha mira a su alrededor, esas delicadas pestañas, que decoran sus intrépidos ojos; ansiando el momento en que sus miradas se choquen y se muestren tal como son. Y quizás, con suerte, ella vea más allá de sus oscuros ojos: el dolor del rechazo, por no animarse a dar ese paso.

Pero no sabe que la mujer de cabello colorado también lo mira, pero tiene cuidado de no coincidir. 

Por lo que, cuando él mira hacia otro lado, ella aprovecha para observar, con lujo de detalles, el aspecto de él, el hombre de sombrero alto.

Ad sanandumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora