i f i b e l i e v e y o u |capítulo diez

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And if i believe you, will that make it stop? If i told you I need you, is that what you want? And I'm broken and bleeding, I'm begging for help.



Volver a las clases después del cómodo receso invernal era el motivo de los cientos de suspiros que largaban los estudiantes antes de ingresar por el enorme portón de entrada de la preparatoria.

Podría ser exagerado, pero en esos momentos donde el frío parecía poder congelarte, era más que normal el querer lanzar la mochila a un lado y volver corriendo a la suave y cálida comodidad de tu cama. Además, nada interesante parecía estar aproximándose. Las nevadas aparentemente seguirían hasta comienzos de febrero, por lo que los deportes de campo se encontraban totalmente suspendidos, los bailes no eran hasta junio y la gran mayoría de cosas divertidas no llegarían hasta comienzos del verano. La vida podía ser algo aburrida en Doncaster para estas épocas.

Sin embargo, si le ponías el entusiasmo necesario, podías encontrar la diversión hasta en el día más pálido del invierno, con las pistas de hockey abiertas para el patinaje sobre hielo, los negocios locales ofreciendo el mejor chocolate caliente que pudieras imaginar y las noches de juegos en los sótanos de las casas del adolescente de turno.

Nada era tan malo si no lo hacías lucir así, si rodeabas el problema hasta darle solución o intentabas buscarle el lado bueno a lo malo. Ser optimista nunca había matado a nadie.

—Styles, a las dos treinta en el gimnasio—dijo con su típica voz firme el entrenador Bolton—. Avísale a los demás si los ves, no he podido comunicarme con Christian aún.

Pero el ser optimista era un lujo que no todos podían darse de vez en cuando.

El rizado asintió con una sonrisa de lado.

—Claro, se los diré. Nos vemos, coach—saludó y siguió adelante para llegar a su casillero.

Para Harry, este invierno estaba siendo más crudo de lo normal.

No había terminado de pasar la primer semana de clases, casi una semana desde que confesó lo que sentía. De ahí en adelante, le gustaría decir que las cosas se tornaron totalmente caóticas, con Jaylin insultándolo en el porche de su casa, Tyler golpeándolo por haber tenido la audacia de besar a Louis, sus amigos tomando lados en la pelea y el ojiazul dejándole de hablar.

Pero Jaylin y Tyler aún no sabían nada, al igual que sus amigos, Tyler no lo había golpeado hasta la muerte—y, seamos sinceros, Harry si quisiera no tendría problemas en dar vuelta al rubio de un solo golpe de puño—, nada de esa ilusión había ocurrido, bueno, excepto la parte de Louis evitándolo.

Si bien nadie entendía que les pasaba a ellos dos, el ambiente era tenso en la mesa de la cafetería. Louis actuaba como si las cosas estuvieran perfectamente normales, se reía y bromeaba, contaba anécdotas de él y Harry como si nada ocurriese entre ambos, conversaba con todos y nunca paraba de sonreír. Al rizado le molestaba un poco todo aquello, no porque quisiera verlo triste, eso jamás, sino porque prefería que lo mirase con desgano, que lo volviese a insultar, que le reclamase, cualquier otra cosa menos ese tratamiento horrible de aversión que le estaba dando.

No volvían del colegio juntos, tampoco iban a este caminando a la par ni se reunían después de clases. Jamás le dirigía una mirada que no fuese vacía y sin sentimiento como fingiendo que todo estaba bien, que nunca le había dicho nada, como si nada hubiera cambiado. Lo cual era bastante jodido, teniendo en cuenta que el ojiverde sentía que en ese momento estaba más que alejado de volver a sentir la verdadera felicidad después de haberlo arruinado todo con su torpe confesión.

La había cagado una vez más.

Harry tenía ojeras suaves bajo los ojos y un peso en el pecho que le dificultaba el andar, así como también el besar a Jaylin, tocarla, seguir viviendo una vida normal, en sí el estar vivo le costaba. Quizá era exagerado, pero jamás había sentido semejante vacío dentro suyo. Louis jamás se había apartado de esta manera de él, nunca así. Siempre habían resuelto sus peleas en las primeras horas posteriores, siempre todo había podido culminar con un apretón de manos y un abrazo sincero. El rizado dudaba mucho que todas esas artimañas pudiesen funcionarle ahora.

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