s o m e b o d y e l s e | capítulo siete

113 10 19
                                    

I don't want your body but I hate to think about you with somebody else

—Así que...¿te hice bisexual?—preguntó Caroline luego de un largo rato de silencio, mirando fijamente a los ojos color cristal de Louis.

Estaban en el amplio comedor de su casa haciendo ejercicios de química cuando el chico decidió que—teniendo en cuenta cómo le había ocurrido con Harry y su madre—jamás habría un momento ideal para salir del closet y debía de decirlo así sin más, tal cómo lo había hecho antes. Decirlo entre los libros desparramados llenos de cálculos y con la suave música oyéndose de fondo dándole un confort que no sabía de dónde provenía.

Louis quedó estático observándola, las hojas garabateadas y las lapiceras quedaron olvidadas sobre la mesa junto con sus tareas. Ella seguía observándolo como si esperase una respuesta y él continuaba viéndola confundido. Hasta que la primera carcajada explotó y le siguió una aún más estruendosa.

Rieron hasta que el nerviosismo se disipó con sus risas, hasta que el ambiente se volvió menos tenso.

—Estaba bromeando, tonto—dijo la de ojos claros revolviendo los cabellos lacios de su amigo, contando lo obvio—. Te amo, Louis. Gracias por habérmelo dicho y lamento lo que ocurrió con Harry, es bueno saber que él lo ha tomado bien y las cosas siguen como lo hacían antes.

—Te amo a ti también, pero no te pongas blanda Carol—sonrió engreído para luego burlarse—. Aún puedes tener chances conmigo, si eso es lo que te preocupaba.

—¡Oh, no! ¡Otra vez no!—exclamó la de cabellos castaños colocando sus manos frente a su rostro, exageradamente—. Maldita sea, el que me hayas gustado una vez ya fue demasiada tortura, si pasase otra vez...no lo soportaría.

Louis rio y negó con la cabeza. Agradecía que se lo haya tomado tan a la ligera, aunque conociéndola no podía haberlo hecho de otra manera. Traía puesto un tonto sweater de lana con demasiados colores como para no haber sido comprado en la sección infantil y pantuflas con forma de rosquilla. Sus cabellos eran un lío amarronado que no podía ser contenido con una sola coleta en medio de su cabeza y quizá era por eso que caían tantos mechones libres sobre su cara y nuca. Aún así, Caroline era la chica más linda y genial que conocía y la amaba, tan solo que de una manera muy diferente al amor que se siente por una novia. Quizá ellos jamás debieron haber sido una pareja en primer lugar, pero quizá si las cosas no se hubiesen dado de esa manera ellos jamás hubiesen culminado siendo amigos.

La vida había dado muchas vueltas extrañas en ese último periodo de su vida, pero Louis en esos momentos no se arrepentía de nada.

—Gracias por tomártelo bien, eres de las primeras en saberlo porque te aprecio mucho y confío en ti. Además te lo había prometido, te lo debía—soltó él después de un corto período de silencio, haciendo que Caroline levantase la vista de sus apuntes para volverse a mirarlo.

—No debes agradecerme por seguir siendo tu amiga, Louis. Tampoco debes disculparte por ser quien eres o por amar a quien amas, es normal, es bueno y es tu vida. A quien le guste que le guste y a quien no que se haga follar—explicó con suavidad sacándole una sonrisa otra vez—. No son las palabras más delicadas que podría usar pero es exactamente lo que quiero decirte.

Él asintió y le dio un suave apretón en su mano, luego ambos continuaron con sus trabajos por unos cuantos minutos más, hasta que los ejercicios terminaron por ser resueltos en su totalidad. Aún faltaba para que anocheciese, era una tarde de domingo y habían decidido reunirse antes de que la semana comenzase y no tuviesen tiempo ni de respirar. Louis tenía su obra el viernes y últimamente se sentía más Romeo que Louis Tomlinson y la de ojos azules debía de ayudar a sus tutorados con sus tareas de álgebra, algo de lo que Louis había zafado gratamente gracias a teatro.

fallingforyouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora