n a n a | capítulo seis

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I don't like it now you're dead, it's not the same when I scratch my own head, I haven't got the nails for it.

And I know that God doesn't exist and all of the palaver surrounding it, but I like to think you hear me...sometimes.

Era la época más agitada del año para los estudiantes de preparatoria de Doncaster, los densos exámenes ya se habían programado con pocos días de diferencia e iban acumulándose uno tras uno con los complicados trabajos de las materias extracurriculares. Se respiraba un aire pesado por los corredores y, a juzgar por las caras que portaban, todos parecían haberse levantado con el pie izquierdo esa mañana.

Y las demás mañanas de la semana también.

Las disciplinas deportivas estaban en pleno auge, los campeonatos habían llegado a instancias plenamente decisivas y debido a las condiciones del clima—que se había vuelto irremediablemente helado ya entrado el crudo invierno—lo único que podían hacer en esos momentos era entrenar y prepararse físicamente para salir victoriosos en los ansiados partidos que comenzarían recién entrada la primavera, ya que todos los establecimientos habían acordado postergar el torneo. Ninguno parecía querer arriesgarse a que sus mejores jugadores se enfermasen o lesionasen en tales circunstancias.

Harry pasaba incontables horas internado en el gimnasio, levantando peso y haciendo de memoria rutinas de resistencia física. Se gastaba ahí más horas de las que cualquier persona querría, pero en tiempos tan complejos debía subir el juego al nivel de la situación si no quería deshonrar al equipo ni bajar su calidad de delantero, dos cosas que iban íntimamente en relación. Anne estaba preocupada por su bienestar mientras Robin le aseguraba que "eso es lo que lo mantiene cuerdo ahora que no puede jugar, cariño", Jaylin intentaba que pasasen algo de tiempo juntos a la vez que hacía malabares para también tener tiempo con sus amigos y llevar a cabo sus innumerables actividades escolares y Gemma...bueno, ella estaba en la universidad y solamente le hablaba a Harry ocasionalmente para molestarlo y asegurarse de que todo estuviese en orden. Entre tanto, el chico de rizos sobrellevaba todo más que bien, su masa corporal había mejorado notablemente y los vestigios de niñez que quedaban en su cuerpo fueron reemplazados por el cuerpo tonificado de un chico ya muy bien entrado en la adolescencia.

El festival de invierno—que incluía la aclamada obra teatral de grupo de drama—tenía una semana y media de distancia. Lo cual era bueno y malo para Louis.

Malo porque, aunque confiaba en saberse el libreto de pies a cabeza, seguía dudando de sí mismo y de su capacidad para interpretar el papel. Era algo totalmente nuevo el tener que actuar frente a una cantidad grande de personas que lo observarían fijamente, prestándole completa atención, más aun debido a su papel protagónico. Temía dejar mal parado al elenco entero al equivocarse.

Pero a la vez era bueno, porque todos sus problemas se disipaban al subirse al escenario y personificar a Romeo. Se sentía como si dejase de ser Louis, con todos sus exámenes y fechas de entrega, con los nervios y angustias, con sus problemas de amor que parecían crecer en talla cada vez que intentaba dejar de pensar en Harry.

Oh, sí, también estaba eso. Harry...

Lo amaba y no dudaba de ello.

Lo amaba desde sus rizos con forma de resorte hasta la punta de sus lánguidos dedos. Lo amaba con los chistes tontos y su entusiasmo por hacer sentir cómodos a todos, con su manera de ser extrovertido al conocer nuevas personas y por cuán humilde era ante cada logro que conseguía. En la forma en que valoraba cada pequeño detalle y olvidaba fechas de cumpleaños. Lo amaba al punto que no sabía que tan correcto era querer con tanta intensidad a alguien, sabiendo que ni siquiera el conocer cada minúsculo detalle sobre él le iba a resguardar un lugar en su corazón, dándole—sin querer—el poder de cambiar sus días con sólo un gesto o una palabra dirigida a su persona. Amar era una palabra sagrada y que no debía profanarse, no debía usarla en vano, pero no había palabra que se asemejase tanto a todo aquello que estaba gestándose dentro suyo debido a la simple existencia de un ser humano llamado Harry Styles.

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