Capítulo 20: ¿Acaso Gege es Tímido?

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Siendo la luna la única testigo aquella noche. Tres siluetas negras seguidas de dos rojas y huyeron cuando una multitud comenzaba a formarse en torno a la Cárcel de la secta Lanling Jin.

Corrieron tan rápido como pudieron logrando esquivar a cualquier discípulo. 

—Zhan-ge, ¿Me puedes explicar qué fue eso de hace un rato?

Wang Yibo seguía cauteloso ya que ahora no solo habían sacado a Wen Qing y Wen Ning, sino además al criminal más temido y odiado. Realmente no había forma de que darle una reputación.

—Es una técnica que aprendí durante el tiempo que estuve en los Túmulos Funerarios de Yiling.

—¿Esto es algo que el Wei Wuxian aprendió?

—No creo, porque es algo por lo que tuve que pagar un precio.

Los ojos de Yibo se abrieron con incredulidad y pánico. 

—¿Qué fue lo que hiciste? Dime, ¿Cuál fue el precio?

Xiao Zhan sonrió y pretendía dar palabras de alivio, pero justo en el momento que abrió la boca, una voz fría interrumpió la conversación.

—Puede el joven maestro Wei Wuxian decirme, ¿Qué fue lo que me diste antes?  ¿Hechizo de vida y muerte? No suena a nada que haya escuchado antes. ¿Puede ser que el joven maestro me haya tendido una trampa?

Xiao Zhan lo miró fijamente y levantó la comisura de su labio al tiempo que se propinaba a sí mismo un fuerte golpe en la pierna. 

Xue Yang sujetó su propia pierna al tiempo que gruñía de dolor.

—Si yo siento dolor, también lo sentirás. Si muero, también morirás. Es tan sencillo como eso, así que más vale que guardes tus artimañas, porque serán inútiles.

Xue Yang comprendió de inmediato que no estaba hablando tonterías y eso le provocó una oleada de ira. ¿Estaría condenado de por vida? ¿Qué pasará si el otro muere por casualidad? Eso sería una condena también para sí mismo.

—¡¿Enloqueciste?! ¡¿Cómo mierxx se te ocurre darme algo tan vil como eso?! ¡Deshazlo!

Xiao Zhan se imaginaba que esa sería su reacción así que no se inmutó y explicó calmadamente.

—No puede deshacerse, una vez lanzado el hechizo solo se romperá si ambos morimos.

—¡Tonterías! —rugió lleno de indignación y enojo —más te vale mantenerte con vida, o no te dejaré en paz en el más allá. 

Dicho eso, dio la vuelta y se marchó del lugar como si al huir la maldición pudiera ser deshecha. Su estado mental estaba alterado por lo que ni Yibo ni Xiao Zhan fueron tras él.

—¿Está bien dejarlo ir así? —preguntó Yibo con algo de duda.

—No hará nada imprudente, es inteligente así que hará lo que sea por conservar su vida.

Ambos se dirigieron a la improvisada tienda que armaron en medio de una montaña a la que llegaron después de huir durante casi toda la noche, en ella estaba descansado los dos hermanos que estaban agotados por el largo viaje.

Cuando el sol se levantó en lo alto del cielo, todos se sentaron a comer frutos y pescado asado.

—LanGonzi, Wei Gonzi, mi hermano y yo tenemos una deuda de gratitud eterna con ustedes —dijo Wen Qing llena de sentimientos encontrados —pero me temo que serán afectados por esta acción, es mejor que mi hermano y yo nos entreguemos, es nuestro destino y debemos afrontarlo.

Xiao Zhan se levantó de su lugar y reprendió un poco.

—Acepto su gratitud, pero no permitiré que se entreguen, no es justo. 

—Maestro Wei, yo... yo... —Wen Ning trató de decir algo, pero al final permaneció en silencio.

—Vamos, es hora de enviarlos a una ruta segura y nosotros debemos volver —dijo Xiao Zhan.

Retomaron su viaje y ambos llevaron a los hermanos Wen hacia una ruta comercial muy concurrida en la que los enviaron lejos en un bote. Se despidieron de ellos solicitándoles no volver para evitar que los recapturaran. Sin embargo, ambos estaban conscientes de que las grandes sectas no dejarían el asunto así.

Los dos recorrieron una gran distancia en poco tiempo por lo que se detuvieron a descansar en una posada cerca de Lanling. Allí se enteraron de todo el albototo que estaba sacudiendo la ciudad, se decía que dos criminales amigos de Xue Yang irrumpieron hace dos noches y rescataron a los remanentes Wen, que seguramente eran cómplices de Xue Yang.

Si antes tenían mala fama, eso solo empeoró.

Más les valía no volver a aparecer.

Por otro lado, pese a que Wang Yibo y Xiao Zhan dejaron notas dando excusas para su repentina desaparición, ambos estaban preocupados por volver lo más pronto posible en caso de ser "incriminados" (por algo que sí hicieron).

Ambos descansaron esa noche y retomaron el viaje a la mañana siguiente. El cielo estaba oscurecido por densas nubes, un indicio de que pronto llovería.

—Didi, ¿Tienes frío? No llevas puesta mucha ropa.

Ahora vestían con su ropa normal luciendo como jóvenes maestros que nunca actuaban de manera inapropiada.

—Estoy bien, no necesito ropa. Pero si me abrazas un poco podría entrar un poco en calor.

Xiao Zhan le dio una mirada inquisitiva.

—¿Eso significa que sí tienes frío?

—No, significa que quiero un abrazo.

—¿Puedes dejar de tener la piel tan gruesa?

Yibo se acercó a él y dijo con un rastro de sonrisa brillando en su cara.

—¿Por qué debería? ¿Acaso gege es tímido?

Xiao Zhan se sonrojó de repente, la razón no fueron las palabras, sino las miradas de las personas que se ganó por ese acercamiento. Ambos estaban caminando en la calle principal que ingresa a la Secta y estaba llena de gente.

Xiao Zhan se alejó de él, como si así pudiera demostrar a todos que no lo conocía.

—¿Entonces es verdad? Gege, espera ¡No me dejes!

Finalmente llegaron a la Secta después de juguetear un poco. Las cuatro sectas se encontraban presentes debido a incidente que debía ser aclarado, por lo que habían estado hablando desde hacía tiempo. Cuando ingresaron y saludaron con todos los rostros de todos se tornaron extraños.

Xiao Zhan y Yibo estaban asustados en su interior porque la razón quizás era que habían descubierto algo que los conectada al incidente.

Sus mayores temores se confirmaron cuando escucharon una voz que aunque cordial tenía un tinte acusatorio.

—Saludos jóvenes maestros. Me pregunto dónde se encontraban cuando ocurrió el asalto a la cárcel de la secta. ¿Podrían explicarse para probar su inocencia?

Jin Guangyao dudaba de ellos.

El Plan no Fue Transmigrar || YIZHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora