Lyra
El ambiente era muy raro, lo llevaba siendo todo el día: hablábamos poco y no entendía muy bien por qué. Pero preferí imitar a mis hermanos, no fuera que se enfadaran conmigo.
Aldara sacó una pequeña libreta de su bolsillo y la abrió.
-Bueno, ¿por dónde empezamos? -Heres se inclinó para ver todos los nombres que había y señaló uno de ellos.
-Podríamos empezar por tus amigos, Aldara. ¿Tu mejor amiga no vive por esta zona? -Mi hermana asintió lentamente.
-Sí, sí vive por aquí... pero no me veo preparada para... -Se le quebró la voz y no siguió hablando.
-De acuerdo, pues, Lyra, ¿empezamos por los tuyos?
-Pero, ¿qué debemos hacer exactamente? -Me acarició un par de veces el hombro y entendí que era hora de ponernos en marcha.
Adelantamos un par de calles y noté como si el corazón se me encogiera cuando entendí que iba a decir adiós a personas queridas, para siempre.
-Vamos, Lyra. Tú puedes.
-Pero... de verdad no volveré a verlos nunca... ¿Nunca más?
-De verdad. Así que lo único que podemos hacer es aprovechar el tiempo que nos queda aquí, al máximo, ¿vale? -Me consoló Aldara.
Subí los cinco escalones que me separaban de la puerta de una amiga, la mejor de todas. Nos habíamos criado juntas y la echaría mucho de menos. Demasiado.
Me preparé para golpear la puerta y aceptar el destino, pero no me veía capaz.
-¿De verdad debo hacerlo? -Pregunté, girándome hacia mis hermanos. Todos asintieron, excepto Liam, que me miraba con los ojos entrecerrados. Me volví de nuevo hacia la puerta y la golpeé.
Al principio no contestaba nadie, así que pensé que no estaban en casa. En parte me alegró: recordé que en las películas las despedidas siempre habían sido tristes, y no quería soportarlo.
Pero justo cuando daba media vuelta para marcharme, sonó una especie de chirrido a mi espalda.
-¡Lyra, bonita! -Dijo una voz familiar. -Carla está dentro, pasa, pasa. -Me invitó a pasar con la mano y dirigí una última mirada suplicante a mis hermanos.
La madre de Carla me acompañó escaleras arriba hasta la habitación de mi amiga:
-Creo que está jugando. -Dijo antes de abrir la puerta. -Si necesitas cualquier cosa, estoy en la cocina. -Me acarició el pelo y la abrió. Al escuchar el ruido, Carla volvió la cabeza casi inmediatamente.
-¡Lyra! -Se levantó del suelo y nos fundimos en un abrazo que me pareció eterno. Se separó de mí y me miró a la cara. -¿Qué te ocurre? -preguntó con un hilo de voz.
-Tengo malas noticias. -Hizo que me sentara en su cama. -No sé cómo empezar...
-No me hagas sufrir, por favor. Dilo y ya está...
Dudé un momento, pero finalmente entendí lo que quería mi amiga, y lo hice tal como ella me dijo:
-Muy bien... no te podré ver más, Carla. Ni a ti ni a nadie más aparte de mi familia. -Abrió los ojos, pero no dejó de mirarme a la cara. -Sé que es raro... pero me voy, y lo digo de forma literal, a otro planeta.
Aldara
Lyra no tardó mucho en salir de casa de su amiga. En cuanto bajó los escalones corrió a abrazarnos, llorando. Nadie hizo el intento de consolarla: todos sabíamos que por mucho que lo intentáramos no habría modo de conseguirlo, ni con ella ni con nadie más en esta misma situación.
-La echaré de menos... -Se repetía. -¡Mucho! ¡Demasiado!
Arrancamos la marcha de nuevo. Esta vez nuestro destino era la casa de mi mejor amiga, que vivía en esa misma calle. En cuanto llegamos a la puerta, nadie dijo nada. Me imaginé que el silencio que surgía de mis hermanos era una forma de decir "Estamos contigo. Tú puedes." o algo similar. Así que me acerqué un par de pasos y sin mirar atrás pulsé el botón del timbre.
A través de un cristal pude apreciar cómo se encendía una luz, y una sombra corriendo hacia la puerta. La silueta la abrió e inmediatamente la reconocí. Era Astrid, mi mejor amiga.
-¡Aldara! -Me dio un abrazo rápido. -¡No te esperaba!
-Ya, yo tampoco me esperaba venir. -Señalé a mis hermanos con la cabeza, y los cinco la saludaron con la mano, sonrientes. Todos los de la familia le teníamos mucho cariño a Astrid.
-¡Pasa! -Se retiró a un lado y me invitó a pasar. Yo acepté, sin dar las gracias: esa era como mi segunda casa. Había pasado muchos ratos allí.
-¿Quieres comer algo? -Negué con la cabeza.
-No, no gracias.-Vale, veamos... ¿Qué hacemos hoy? ¿Quieres jugar a un juego de mesa? ¡Tengo uno nuevo! O podemos mirar la televisión, si no tienes ganas de jugar...
-Astrid, la verdad es que hoy no he venido a jugar...
-Vale, si no tienes ganas... bueno, ¿y de qué quieres hablar? Porque entiendo que si no quieres jugar lo que quieres es hablar, ¿me equivoco?
-No, no te equivocas...
-¡Me alegro!
La vi tan alegre... tan... normal. Noté como si el corazón se me partiera en dos pedazos, y no pudiese hacer nada para volver a pegarlos.
-Escúchame, Astrid, no sabes el daño que me hace decírtelo. De hecho, te garantizo que me duele más a mí que a ti. ¿De acuerdo?
-Aldara, me estás asustando. -Me tomó de las manos.
-Lo sé mejor que nadie, créeme. ¿Crees que yo no me asusté?
-No te preocupes, no puede ser tan malo. Venga, explícamelo.
-Sé que parece surrealista, pero me voy con mis padres y mis hermanos... -Ella iba asintiendo con la cabeza, intentando entender cada palabra. -bueno, el caso es que me voy a vivir a otro planeta. -Intenté resaltar esa última palabra, para que me tomara en serio.
Al principio no contestó, pero después se echó a reír con una risa nerviosa.
-¿Aldara, qué me estás diciendo? -No supe qué responder, así que me dediqué a hacer grandes movimientos con los brazos.
-No me culpes, por favor. ¡Yo no lo he decidido!
Tenía ganas de abrazarla, de llorar sobre su hombro, y de que ella hiciese lo mismo si lo necesitaba, pero me sentía demasiado mala amiga como para hacerlo, así que me quedé mirándola a los ojos.
Pero, para mi sorpresa, ella avanzó un par de pasos y me rodeó con sus brazos. Al principio no sabía cómo reaccionar, pero al final acepté con gusto el abrazó.
-Te echaré de menos. -Dijimos las dos a la vez.
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Una sociedad caducada
Adventure*Terminado* El cambio climático, las guerras, los conflictos políticos... son solo algunos de los miles de problemas que están presentes en este mundo. Están, pero también estarán. Por ese mismo motivo, esta familia ha tenido que tomar una decisión...