Capítulo 17: Adelante

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Heres

Me levanté temprano, pues tenía cosas que hacer. 

Me dirigí hacia el único edificio que realmente parecía un edificio, hecho con ladrillos reales, duros y marrones, que estaba ubicado en el centro del campamento, rodeado de plantas de un extraño color. 

Anteriormente, me habían explicado que si tenía cualquier duda o problema debía acudir en busca de ayuda aquí. Ahí había trabajadores experimentados que se encargaban de ayudar a los nuevos como nosotros. Sin ellos, muchos estaríamos perdidos. 

Abrí la gran puerta, que era más pesada de lo que parecía, para encontrarme con una sala bastante grande. A la derecha, había un par de puertas de madera oscura que supongo que debían ser despachos. A la izquierda, se encontraba una mesa alta y larga; el mostrador. A su lado, había un gran mapa que me sorprendió, y aún más cerca a mí, estaba mi hermana junto con su... nuestro amigo, Erlik. 

Ella tardó un poco en darse cuenta de mi presencia, mientras que Erlik sonreía ligeramente mientras me miraba y a la vez escuchaba a mi hermana. Cuando ella me vio, se giró hacia mí y me observó mientras se acercaba rápidamente. 

-¡Heres! ¡Te has despertado! -Me dio un abrazo rápido que me resultó bastante frío. -¿Estás mejor? -Asentí con la cabeza, solo para no proseguir con la conversación. -Bien, -Se hizo a un lado. -Erlik me estaba explicando todas las ubicaciones del campamento, los motivos, y... espera. ¿Qué haces tú aquí? -Me tomó por los hombros. -¿Nos has seguido?

-¡No! ¡Qué va! Es que... yo... Dije, mientras pensaba en una mentira suficientemente buena. -No podía dormir, y he pensado que a lo mejor aquí podían darme consejos o algo. -"¡Dios! Qué mala mentira... ¿Heres, de verdad no eres capaz de inventarte algo mejor?", pensé. 

Aldara me miró, sospechosa, pero finalmente dirigió su mirada al mostrador. 

-Pues esto no está abierto, aún. Llegas algo temprano. 

-Sí, ya sabes, es que no me conozco los horarios tan bien como tú... -Puso los ojos en blanco a la vez que se dirigía a Erlik y le dedicaba una sonrisa amable. -Gracias. 

Por un momento me sentí... ¿Solo? Era extraño. Había tres personas, pero solo dos tenían una especie de vínculo, por llamarlo de alguna manera. Era como si yo fuese una mancha de tinta en mitad de una redacción con letra bonita.  

Entonces se escuchó un ruido: Erlik volviéndose algo pálido, Aldara corriendo a esconderse mientras agarraba mi mano, y yo sin saber qué hacer porque no sabía qué pasaba.

 Fue todo muy rápido. Cuando por fin decidimos dónde escondernos (dentro de un pequeño armario donde guardaban los abrigos) escuchamos unas voces:

Hey, Erlik! ¿Qué haces aquí tan temprano?

-Nada, nada. Solo que... no quería llegar tarde. Acabo de llegar. 

-Bien, acompáñame, te daré el trabajo de hoy. -Se escucharon unos fuertes pasos junto con otros algo más flojos. -Toma, míratelo, yo estaré en el despacho. -Y otra vez los fuertes pasos. 

Todo se quedó en silencio, hasta que alguien abrió el armario. Yo dejé escapar una pequeña exclamación, asustado, a la que Aldara contestó tapándome la boca con la mano. Ella bajó de un salto y me ayudó a hacer lo mismo. 


Vera

Fue una noche muy larga. Pero que muy larga. 

-Me lo has repetido como mil veces, Vera. Ya lo sé. 

-Sí, ¡pero no sabes cómo de eterna me ha parecido! Estoy tan feliz de que por fin haya terminado... pero tengo miedo de que vuelva a ser hora de dormir. No sé lo que voy a hacer, me siento... impotente. 

Una sociedad caducadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora