Capítulo 21: Adiós

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Liam

Cogí a Aldara por el brazo:

-No, ¡no puedes irte!

-Liam, sé que es duro, créeme. Pero... Tengo que ir. Tengo que volver. 

-Pero, ¿por qué? No es justo. 

-Ya sabes lo que dicen: la vida no es justa. -Me acarició la mejilla con la mano y me dio un beso. -Te echaré de menos. 

-Yo también. 

Fue a despedirse de todos los demás. 

Heres ya se había hecho la idea de que depende de como estuviera la situación allí, quizás no iba a volver. Quería pensar como él, por si pasase algo no sentirme tan mal, pero no podía. 

Le dirigí una última mirada suplicante, aguantándome las lágrimas para no parecer un flojo delante de todos los que observaban con atención su salida. 

-¿Vas a volver? -Le pregunté, mientras ella colocaba el primer pie en el cohete. Se giró, y con una sonrisa contestó:

-Te lo prometo. -Y sin decir nada más, volvió a girarse y desapareció dentro de la nave. Todo fue muy extraño: nos quedamos viendo cómo despegaban, cosa que fue muy dolorosa. ¿De verdad iban a volver a la Tierra? ¿A nuestra Tierra? ¿Dónde hacía solo unos once años estaban en guerra nuclear? No. Sin duda, no era una buena idea. 

Pero, claro... Habían perdido la conexión con el planeta, y tenían que saber cómo se encontraba la situación. Y cómo Aldara y Erlik estaban en el equipo de astronautas... Era lo que tenía más lógica. 

Después de desaparecer en el cielo morado, Heres tomó a Helena por la mano. Aldara y Erlik le habían encargado cuidar de su hija a él, por ser el mayor de todos después de ella, pero estaba seguro de que todos ayudaríamos. 

-Ven, Helena. Vamos a casa, te enseñaré tu nueva habitación. -Sonreí forzadamente; seguro que estaba intentando que ella se olvidase de que sus padres se habían marchado. Pobre niña... ¡Pero si apenas tenía seis años!


Lyra

Después de despedirnos, acompañé a Liam y a Helena a casa de Heres. Una vez dentro, nos encontramos a Atira. 

-Eh, ¡chicos! ¡Habéis llegado! -Siempre con esa sonrisa radiante. No sé cómo se lo hacía para estar todo el día sonriendo... -¿Qué, cómo estáis? -Se escucharon palabras sueltas, frases dudosas, alguna oración enfadada... -Ya veo. -Miró a Heres, que se encogió de hombros. Entonces Atira se retiró a un lado para dejarnos pasar. -¿Queréis comer algo?

-No, gracias. La verdad es que no estoy de humor. -Ella se quedó mirándome con cara de pena, apretando los labios con fuerza. 

-Siento mucho que...

-Que no es tu culpa, Atira... -Heres le colocó la mano en el hombro. -Siempre haces lo mismo.

-Ya, pero... 

-Venga, olvidémonos del tema. -Mi hermano miró a su alrededor, buscando algo que hacer. Pero en su busca desesperada, no encontró nada. Así que me miró a mí. Yo aparté la mirada rápidamente, incómoda. 

-¿Qué?

-Oye, Lyra... Tú podrías explicarnos alguna historia o algo, ¿no? Seguro que te sabes muchas. 

-Sí, claro que sé alguna, pero... No las entenderíais... 

-Seguro que sí... -Me cogió del brazo, al igual que a Liam, y nos ordenó sentarnos en el sofá. Ellos obedecieron sin protestar, y me animaron a sentarme también. -Venga, Lyra. 

-No. 

-Que sí, vamos. 

-No. 

-Lyr... 

-Cállate ya, Heres. ¿Por qué no pones la tele y ya? -Él dejó escapar un suspiro y finalmente cedió. Puso el canal de dibujos animados, para que Helena se entretuviera. Ahora fui yo, la que suspiró. 

¿Cómo habíamos acabado viendo cómo unas gallinas que, por cierto, hablaban, se peleaban por un huevo? Miré a Helena, en busca de una cara de aburrimiento que me sirviera para cambiar de canal. Pero en vez de eso la encontré con los ojos abiertos clavados en la pantalla. Estaba atenta a cada movimiento por parte de los animales. 

-¿Sabéis qué? Heres tenía razón. No es bueno estar mirando la televisión cuando podemos hacer otras cosas. Venga, Helena, dinos qué hacías con tus padres cuando teníais tiempo libre. 

-Ehhh... Pues... Depende del día. -Hizo una breve pausa. -Cada día salíamos a dar una vuelta. Y a veces jugábamos a juegos de mesa. 











Una sociedad caducadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora