Capítulo 8: Una idea

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Liam

Ya era miércoles, y eso significaba que era el último día en la Tierra. 

Como recompensa a todo el trabajo duro que habíamos hecho estos últimos días, mamá y papá nos dejaron el día libre hasta las siete y media de la tarde, ya que teníamos que subirnos a los cohetes y escuchar las explicaciones que nos darían. Quería aprovechar al máximo este día, pero no sabía cómo. 

Me levanté temprano: sobre las cinco y media de la mañana. No podía dormir. Me levanté de la cama intentando no despertar a Vera y Heres, que dormían más encogidos sobre sí mismos que nunca. Los miré durante unos segundos antes de salir del cuarto. 

No tenía un destino fijo, pues aún era pequeño y no podía salir solo de casa. Pero finalmente decidí cómo sería mi día. Cogí una libreta y un bolígrafo, y empecé a escribir:

1- ¿Quién soy?

2- ¿En qué año estoy?

3- ¿Dónde he ido?

4- ¿Estoy vivo? ¿Puedes buscarme?

5- ¿Cómo ha pasado todo?

6- ¿Por qué ha pasado todo?

7- ¿Hay alguna solución?

8- Despedida. 

Sonreí, satisfecho con mi trabajo. Ahora sí que tenía un plan. 

Empecé a escribir frases sinceras sobre el mundo y la vida, en distintos papeles. Una vez terminado ese trabajo, cogí todos los papeles, los doble por la mitad y los metí en un bote de cristal. Busqué un rotulador negro, y escribí: "Para el año 2200"

Sonreí de nuevo y abracé al bote con todas mis fuerzas sin importar que en cualquier momento este pudiese romperse y cortarme. 

Sin embargo, ya estaría acostumbrado a ese tipo de dolor, ya que puede que físicamente hubiese estado protegido durante toda mi vida, pero no psicológicamente. Y es que en el fondo de mí, notaba como si cada vez mi cuerpo estuviese más repleto de trozos de cristal que se clavaban sin piedad en todos mis órganos. 

Lyra

No podía dormir, estaba nerviosa. 

Tenía ganas de abrazar a alguien, a cualquiera. No me importaba quien fuese esa persona, solo necesitaba sentir que había alguien cerca de mí para protegerme de lo que nos esperaba.

Ya llevaba horas removiéndome en la cama, así que finalmente decidí levantarme. 

Bajé las escaleras a toda prisa y llegué a la sala de estar, donde me encontré a Liam abrazando un bote. 

-¿Qué haces? -Le pregunté, extrañada. Él se quedó mirándome, sin decir nada ni hacer movimiento alguno.

 -Nada. -Dijo por fin, dejando al bote sobre la mesa.

-¿Qué hay dentro de ese bote?

-Nada. -Repitió, esta vez vocalizando más, posiblemente para que lo entendiera. 

-Tampoco podías dormir, ¿verdad? -Él negó con la cabeza. 

-Lyra, -Dijo, mirándome a la cara. -si te digo lo que hay en el bote, ¿me ayudarás con algo?

-Depende. 

-¿Me ayudarás a que mamá y papá nos acompañen a dar una... vuelta?

-¿A dónde? Y... ¿Por qué?

-¿Sí o no?

-Sí, supongo... -Él sonrió y me hizo una señal con la cabeza para que me acercase a la mesa. 

Me moría de curiosidad. ¿Qué había dentro del bote? Era de cristal, así que dentro se podían ver unos papeles, pero ¿qué debía haber escrito en ellos?

Liam abrió la tapa del bote y vació los papeles sobre la mesa. 

-¿Por qué pone año 2200?

-Espera y lo verás... 

Parecía estar emocionado, y la verdad, me daba miedo saber lo que había dentro del bote. No por lo que fuese que había, sino por haber la posibilidad de fastidiarle esa emoción a Liam diciéndole que no había para tanto, que solo eran unos papeles sin valor.

Abrió con entusiasmo uno de los papeles y lo leyó en voz alta:

-Estoy en el año dos-mil-noventa. Y tú o vosotros en el dos-mil-doscientos. Me encuentro en un pueblo grande de España norte. 

Arrugué la frente y dije:

-No lo entiendo. 

-Es una cápsula del tiempo. -Dijo, por fin. 

-¿Una qué?

-¡No me digas que no las has visto en las películas! -Me encogí de hombros. -Bueno, el caso es que la voy a enterrar en la Plaza Mayor del pueblo, donde, si queda alguien vivo, la van a encontrar en un futuro lejano.

-¡Claro! ¡Has escrito información sobre nuestra situación para que futuros habitantes de la Tierra puedan entender lo que pasó! -Liam enrojeció y asintió, orgulloso. -¿Pero como vamos a ir a la Plaza Mayor solos?

-Allí es donde entras tú: ¿te ves capaz de convencer a papá y a mamá para que nos dejen ir?

-¿Solos? ¡No!

-¿Y con Aldara o Heres? Ellos ya son mayores... 

-Eso puedo intentarlo... 

Chocamos los cinco y subí por la escalera hasta la habitación donde dormía Heres. Abrí la puerta sin intentar no hacer ruido. Él ya estaba despierto. 

-Heres, -Dije. -¡Liam ha tenido una idea!






Una sociedad caducadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora